28.5.06

FELICIDADES VIVIANA

Porque sé que de tanto en tanto te asomás a este blog, quiero escribirte algo especial.

Dicen que la gente tiene esa empecinada costumbre de cumplir años. Este cumplir está enraizado en el día en que somos arrojados al mundo.
Así, hubo un día en que nació, entre tantos que nacieron, una niña.
La madre, el padre y el hermano la recibieron con asombro, ella pequeña rosada con el pelo pegoteado sobre la frente (cuenta su hermano), en ellos las sensaciones se mezclaron. Ese día de un mes a fines del otoño, la niña oyó las palabras de bienvenida que hoy se desdibujan en la memoria.
El calendario disfrazado de árbol desperdigó hojas que representaban días, semanas, meses, años. La niña se hizo mujer, amiga, novia, esposa, madre…
Hoy mi hermana del alma cumple años, no es un número cualquiera. Es uno de esos cumpleaños que señalamos como diferente. A decir verdad, no importa cuántos son sino que ella celebra una vez más la vida.
Y quiero que mis palabras hoy sean el brindis; la copa del vino dulce de los sueños compartidos, del camino que transitamos desde hace unos treinta y pico de años.
Hoy cumple años Viviana, la hermana de Víctor, la tía de mis hijas, mi hermana del alma.

Decir Viviana
Es decir canciones de Serrat
“se me figura
es decir ternura”
Me recuerda
mis manzanas en piyamas
mis buñuelos de papa como rocas
los cumpleaños de mis hijas
a la incondicional tía Vivi

Feliz cumple!!!!!

Entretenimientos recomendados (cine y tele)

He aquí un espacio que me gustaría compartir con quienes gusten de las narraciones de cine y televisión.

Vi "Crónica de una fuga", siento frío con solo recordarla. Muy buena para mi gusto, no muestra demasiado, pero deja a entrever a través de la cara de los torturadores y de los torturados la pérdida de lo humano.
Bueno, pérdida de ese invento llamado "humanismo" según M. Foucault, que tiene solo 200 años de vida y que no nos pertenece a todos por igual. El tema ronda los años del proceso, pero se puede extrapolar a cualquier situación de víctima y victimario. Me recuerda los relatos de Todorov sobre las personas en los campos de concentración.
En los cines, la gente ni respira aunque entre con pochoclos y gaseosas a la sala.
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VIENTOS DE AGUA
Campanella un argentino de apellido italiano lo más apto para dirigir una miniserie sobre inmigrantes. Responsable de dos muy buenas películas "El hijo de la novia" y "Luna de Avellaneda.
Vientos de Agua cuenta, en 13 capítulos, la historia de un español (Alterio padre e hijo) que llega a Argentina en década de 30 y, en paralelo, la de su hijo (interpretado por Eduardo Blanco), un arquitecto argentino que buscará un nuevo horizonte profesional en la España de 2001.
Solo pasaron la 1ª parte la semana pasada, me gustó. Solo no me cierra la edad de Alterio en el 2001. Lo demás muy cuidado, muy verosímil.
Por canal 13 los domingos a la noche...

Demos un voto de confianza a los creadores argentinos (o sea vayan al cine y vean la serie Je!)

25.5.06

Números y Plaza...

Números en la Plaza…

Hay hechos en la historia de los argentinos que tienden a repetirse de una u otra forma.
La importancia de releer, investigar y confrontar diferentes posturas sobre nuestra historia se relaciona con la posibilidad de conocer hechos que son los antecedentes de nuestro presente. (Decir esto, en un momento en que circula el fin de la historia, el fin de los grandes discursos, el fin de las utopías, el fin de materias que no tengan que ver con marketing, parece una tamaña tontería, a pesar de ello insisto en dar mi punto de vista sobre una historia y un país que conocemos muy poco y del cual hablamos mucho sobre todo utilizando la expresión "este país", que bien podríamos haber heredado de los españoles. Debo aclarar que Larra -español siglo XIX- escribió sobre el uso de esa expresión, así que no somos nada originales.)


Estamos a casi cien años del 25 Mayo en que, según dicen, tuvimos nuestro primer gobierno patrio. La gestación dicen fue una semana, quizás debiéramos decir era un proceso lógico de intereses económicos a las patadas.

Es interesante prestar atención a la participación de la gente en los acontecimientos fundantes de lo que hoy es la Argentina.

En el Cabildo abierto del 22 de mayo participaron menos de 500 vecinos. Buenos Aires tenía por entonces unos 40.000 habitantes. Es decir, menos del uno por ciento de la gente que habitaba la ciudad participó de algo que les afectaba a todos.
Sobre el 25 de Mayo es probable que tengamos la visión de una plaza llena de gente, con gran participación popular con paraguas y escarapelas. No fue así. Paraguas había muy pocos -eran un lujo que pocos se podían dar- y de los 40.000 habitantes de la ciudad solo unos mil, a lo sumo mil quinientos, se encontraban presentes. La instauración de un Primer Gobierno Patrio, la Revolución de Mayo, pasó prácticamente inadvertida para la mayoría.
Es decir, el derrocamiento del virrey fue el resultado de un debate entre unos pocos vecinos que se consideraban: “la parte sana y principal” de aquella sociedad.
Es cierto que hay razones de “necesidad y urgencia” que pueden llevar a que un grupo reducido decida, a que él presidente de la nación legisle por decreto en un caso especial, pero también es cierto que debemos prestar atención a nuestra participación en los acontecimientos que afectan nuestro futuro.
Cuando menos del tres por ciento decide por la totalidad ¿qué puede pasar?, ¿qué pasó a partir de aquel 25 de Mayo?, ¿cuál fue la relación Buenos Aires interior?, ¿qué resentimientos se mantienen hasta hoy?, ¿cómo podríamos solucionar los viejos y repetidos errores?
Estas son las cuestiones que deberíamos aprender a prestarle atención, para no tropezarnos con las mismas piedras, para no convertirnos en farsantes ante las tragedias de la historia.

Cierto político escribió sobre el 25 de hoy, “nos robaron el 25 de Mayo”. ¿Es cierto? En la actualidad, con los medios de comunicación que transmiten desde el lugar de los hechos ¿Nos roban o nos dejamos robar? ¿Cuántos van a ir a la plaza? ¿Cien mil? ¿Un millón? ¿Ellos nos representan? ¿Cuántos somos 40 millones? ¿Se repetirá el porcentaje?
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Por otra parte, siempre percibo “ruido comunicacional” alrededor del uso de los términos país, nación y Estado.
Recientes investigaciones sobre la construcción de Argentina como nación advierten -desde lo lingüístico- que esta construcción, en sus comienzos, no remite a un pasado histórico ni a un pasado étnico sino a algo que se constituye por voluntad de los asociados
Si ahondamos en nuestras lecturas, la nación Argentina aparece en su origen claramente asociada a Estado, congreso, constitución y forma de gobierno. La pregunta es ¿cuál es nuestra identidad como nación? ¿La logramos? ¿Somos esos blanquitos nostálgicos por nuestro vínculo con lo europeo? (Escuché a cierta profesora de historia y otras personas hacer hincapié en que los argentinos nos diferenciábamos del resto de Latinoamérica por nuestro componente europeo ¡sic! Ni qué contar de lo dicho por la Ocampo ¿El interior de nuestro país no existe?)

Ahora bien ¿quiénes llevaron a cabo ese debate sobre la construcción de una nación? ¿Por qué se perfiló la desunión y el rechazo a los porteños? ¿Por qué las luchas internas? ¿Por qué esa irreconciliable relación entre el interior y Buenos Aires? ¿Esa concentración de un cuarto del total de la población en la capital y el resto despoblado de gente y de fuentes de trabajo, etc. etc.?

Quizás debamos revisar ese debate que se dio entre unos pocos (la parte sana y principal), por el que nos fuimos perfilando, descubrir y ahondar en nuestro pasado como nación para, quizás, pensar que las cuestiones “lingüísticas” y de participación no son menores.
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Ya lo dice el proverbio que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra… los argentinos vivimos tropezándonos. ¿Tendrá razón Unamuno con el anagrama que nos hizo?

(Texto a partir de la lectura Plaza vacía. Gente como uno de Félix Luna)

23.5.06

Ser padres II

Sin autorización de la persona que me escribió el mail (en respuesta al post de "ser padres") retrasmito parte del mismo:
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"Leí el comentario de Noelia y me gustaría decirle que para quienes decidimos ser padres los hijos son lo más maravilloso. La adolescencia es una etapa, los 14 por suerte duran un año, es un momento muy breve que hay que transitar al lado de ellos pero difícil y es breve si lo comparamos con la infinidad de momentos de alegría, ternura, felicidad, orgullo, etc. que nos dan. o no? Por otra parte, a los chicos no los trae la cigüeña ni vienen en los repollos, y NINGUNA persona nace mala. "el único medio de hacer buenos a los niños es hacerlos felices" dijo Oscar Wilde. La adolescencia es un momento de mucha vulnerabilidad, y los chicos están más expuestos porque es una etapa de definiciones, de búsqueda, de afirmaciones. Hasta ese momento la familia era el espejo donde el/la chico/a se miraba para construírse a sí mismo, ahora es el afuera (los compañeros, amigos líderes musicales, deportistas, colegio, etc) el espejo más importante para definirse como personas. Sucede que el afuera hoy está un poco complicado y que los padres hemos perdido en algunos aspectos cierto terreno. Y hay cosas que realmente espantan. Me espanta como expresan un enojo muy fuerte contenido a través de emociones muy violentas agrediendo primero su propio cuerpo ( alcoholismo, anorexia, bulimia, tatuajes, pearcings, razor art, sexo sin protección, drogas) y después al cuerpo del otro (golpizas en patota, accidentes de tránsito) ¿por qué los chicos están tan enojados? el enojo, ¿cuándo empezó? en el jardín hay muchos chicos con verdaderos enojos, y hay algunos que tienen la posibilidad de expresarlo, poder decir qué es lo que les pasa es muy importante. Me acuerdo que hace un par de años, yo estaba en sala de 2 y Fede mordió muy feo a Manuel. Me llevé a Fede al pasillo (porque me parece horrible sancionar en público) y le pregunté a Fede por qué estaba tan enojado ¿y sabés qué me dijo con sólo 2 añitos? "porque quiero estar con mi mamá", su mamá lo dejaba de 7 a 12 en un jardín privado y de 13 a 18:30 estaba en el maternal donde trabajo. Hoy Fede está en sala de 4 y tiene serios problemas de conducta, su mamá sigue haciendo el doble turno, que tal vez realmente lo necesita, y él sigue haciendo doble escolaridad (desde que nació lo hace) imaginate ese pibe en 10 años, como a otros miles de Fedes. Ese año mi proyecto anual tenía que ver con el lenguaje, adquisición y desarrollo, a partir de ahí, creo, fue que prioricé lo que verdaderamente necesitaban los chicos y mis proyectos apuntan a la contención, a la "envoltura" ,a la casa. Ya que no puedo estar en casa que mi sala sea lo más parecida a ella, total para tener el culo clavado en una silla tienen toda la vida!!! y por supuesto obligándolos a los padres a participar de ellos. (UF! qué pesada me puse)"
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Sobre el comentario de Noe...
No sé si los padres siempre se hacen cargo de su responsabilidad, no sé si toda la responsabilidad es de los padres. Celes me dice "tenélo en brazos (a Nicolás), eso no es malcriarlo, eso es el sostén que necesita un prematuro".
Y me da bronca porque cuando ella nació la técnica de mamá canguro no existía, a mí prácticamente no me dejaban tocarla y lo acepté pensando que era lo mejor. A veces los errores que cometemos los padres son involuntarios, son por ignorancia. Por otro lado, también está la cuestión de lo que demandamos de nuestros padres. Hay quienes nunca van a estar conforme con sus padres, siempre van a inventar causas para sus conductas. Siempre pensé que hasta los 20 era razonable tirarle la pelota de ciertos males a los padres, después (si uno era medianamente inteligente y no había causas graves) sentí que los hijos teníamos que empezar a despegarnos de esa cuestión. Sentí que era una obligación buscar otro camino, cuando fui madre pensé que no todo lo que me había pasado estaba mal, que debía rescatar lo bueno de mi relación con mis padres. Del balance empecé a ver mis cuentas por pagar y no las cuentas por cobrar. Eso me ayudó bastante, no sé si me convirtió en una buena mamá, traté de serlo de la mejor forma. Siempre digo que las fotos que me sacan, más que mi persona, son un reflejo de mi alma. Cuando veo las fotos con mis hijas chiquitas y por largo tiempo siempre se me ve feliz... Después, un par de tortazos dejaron marcas en mi expresión (y como no me gusto en las fotos) empecé a no querer ser fotografiada. Todo hasta que llegó Nico y aprovecharon.
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22.5.06

Ser padres...

Soy docente desde hace mucho tiempo (creo que ya llevo más de treinta años dando clases), además, tengo cuatro hijas ya creciditas, no sé si he sido una buena mamá, lo cierto es que comparto mucho de lo que está escrito por una joven mamá en parte de la carta que reproduzco a continuación. Está mamá que, quizás, no la está pasando bien haciendo frente al doble rol de papá y mamá, de lidiar con las cuentas, con las responsabilidades... etc. prefiere el papel de "bruja" al de la indiferencia. Admiro su tenacidad y me parece que solo el amor por su hija la mueve a no bajar los brazos. Quizás, esta experiencia compartida, estos saberes cotidianos sean el mensaje en la botella lanzada al mar que alguien estaba esperando.
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(lo que sigue es una respuesta a mi pregunta ¿por qué consultaste a...?)

La sicomotricista a la que consulté trabaja en mi jardín, de más estaría decir que compartimos la misma escuela y que sostenemos que el abordaje tiene que ser integral ya que la persona es una sola cosa, sin separar mente, cuerpo, ambiente. Hacemos hincapié en el cuerpo porque es el que lleva a la mente de paseo por el medio, interactúa con el mismo y manifiesta la interacción a través de emociones. (Soy horrible explicando sintéticamente). Las otras dos profesionales que consulté me sugerían que dejara a “X” vivenciar su propia experiencia para que supiera discriminar entre lo que está bien y lo que está mal, y que la posición que debía tomar es la de "amiga".
1) no soy la amiga, soy la madre
2) en la adolescencia hay como una propensión a actuar por imitación.
Si uno se tira del puente, todos se tiran, ergo, cuál es el límite a la hora de vivenciar? Fijáte con lo de Cromañón. Responsable Ibarra, responsable Chabán, responsable Callejeros, la responsabilidad llega hasta el que tiró la bengala, me pregunto ¿y a los padres? ¿No les cabe nada? De todos los que estaban allí... ¿A ninguno lo educaron, le enseñaron la mínima noción de responsabilidad, de solidaridad, de sentido común, para que sacaran al desubicado que estaba con la bengala? ¿Por qué funcionaba una especie de guardería en el lugar? ¿Por que había niños en el lugar? ¿Por que había tantas madres adolescentes? Durante las primeras horas de la mañana, después del incendio, una madre buscaba deseperadamente a su hijo de 13 años en la calle, lo encuentra en un taller, y dice ¡Ibarra, hijo de puta! ¿Sabés qué? desde mi opinión, para mi Cromañón fue un suicidio colectivo, un grito desesperado de chicos con expectativas muy pobres. Los padres hemos estado muy presionados buscando ó manteniendo un laburo, como en mi caso, que para sobrevivir necesito estar fuera de casa 12 horas. Tuve la suerte de estar con mi hija durante sus primeros 5 años de vida que son la base sobre los cuales se desarrolla la personalidad, la identidad, el sí mísmo (self). Pero la gran mayoría no ha podido hacerlo por los motivos que te mencionaba, no es lo mismo estar fuera de casa 8 horas que 12. Los padres sentimos culpa por ese abandono fortuito y la mayoría trata de compensarlo dejando a los pibes/as hacer lo que quieran, porque lo que menos les interesa en ese momento "es que el nene esté mal ", porque poner un límite es más estresante que dejarlo hacer lo que quiere, en fin...los chicos/as han crecido como pudieron viendo de vez en cuando a los padres y los que ganaron ese espacio cedido fueron el alcohol y la droga. Para terminar, son tiempos muy difíciles como para dejar a una piba de 13 hasta las 7 de la mañana dando vueltas por ahí para" que aprenda a discriminar entre lo bueno y lo malo". Soy la madre, la que pone los límites, limitar es contener, cuidar, proteger, para otros limitar es prohibir, coartar, restringir. Y bueno, vos conocés muy bien las consecuencias, Caso Malvino, Bragnanolo, Masacre de Patagones, etc, etc. Me quedo con el papel de bruja.

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Cuando mis hijas iban a la escuela primaria, Celeste –la que ahora es mamá- me increpó y me dijo que era la única mamá que no iba a defender a sus hijas al colegio y permitía que las maestras las retaran. En realidad, ella era a la que retaban. Mi respuesta fue “no defiendo lo indefendible, si te portás mal está bien que te reten”. Por esas y muchas otras cosas tuve serias diferencias, malos entendidos y otras cuestiones con ella. Ahora Celes estudia psicología, está en la corriente en que revalora la puesta de límites como una muestra de cuidado y cariño hacia los hijos. Supongo que el papá de la permisividad debe revolverse en la tumba si ve el descontrol y la comodidad con que muchos padres se manejan con sus hijos. En mi experiencia docente, cada vez que un alumno tenía problemas de comportamiento y se citaba a los padres me confirmaban que eran producto de su situación familiar, algunas lamentables y muy tristes. Tengo un par de cientos de anécdotas de alumnos y padres a lo largo de 30 años, eso hizo que cuando mis hijas hacían o hacen algo fuera de ciertas normas me preguntara y me preguntó ¿en qué falle?

21.5.06

Treinta años no son nada...

Treinta años no son nada, hay experiencias que quedan guardadas para siempre y se actualizan más allá de nuestra voluntad.

Hace más de 30 años, iba caminando con Paula, nuestra hija mayor y Víctor. Recién comenzaba un embarazo. Miré una pareja que iban con un nene de la mano y cada uno llevaba un bebé en una sillita de tela colgada del hombro. Lo miré a Víctor y le dije “Así vamos a ir nosotros dentro de un año”. Para él venía en camino el varoncito. Después de siete meses tuve yo razón, nacieron mellizas. María Eugenia y María Celeste. Dos bebas pequeñitas que sobrevivieron gracias a la medicina moderna. Eugenia pesó 2.340 y Celeste: 1,240 Kg. No habría sido nada fuera de lo común si Celes no hubiera tenido complicaciones poco después. Todos los días iba a verla a Neonatología. Me plantaba frente a la incubadora, le hablaba, la miraba. No me dejaban tocarla. Frente a la incubadora de Celes había una beba que tenía hidrocefalia, le habían colocado la válvula para aliviar la acumulación de líquido céfalo raquídeo, tres intentos = tres rechazos. Veía en aquella beba y su mamá y era para mí una imagen del dolor de madre. La mujer pegaba la frente a la incubadora y apenas lloraba. Se pasaba horas allí. La bebé perdía reflejos lentamente, casi no podía llorar. Miraba a esa mamá en perspectiva detrás de mi Celes y comencé a imaginar qué me pasaría a mí en esa situación. Fue de a poco en que percibí la cabeza de mi hija distinta. Un día Víctor me dijo “Tiene la capochota como sandía”. Me enojé, le grité que con eso no se bromeaba. Mis gritos eran el fiel reflejo de mi estructura mental desarticulada, yo sospechaba que a mi hija le pasaba “algo”. Días después, cuando Celes ya tenía 30 días, una de las neonatólogas me esperó y comenzó diciéndome “Mamita, tengo que hablar con usted”. Ha decir verdad no tenía ganas de hablar con ella, empecé a temblar. Me saqué la bata, las botas, el gorro, el barbijo… temblaba (aún hoy tiemblo) y me dispuse a escuchar “Estamos observando a la bebé. Su cabecita está creciendo fuera de los parámetros normales. En la última semana…” No sé cuáles eran los parámetros, no sé cuánto creció de un día para otro. No escuchaba a la doctora, me vi en el lugar de la otra madre. Mi Celes pesaba 1.700 ¿Qué iba a pasar? No recuerdo si pensé algo más, cuando la doctora terminó de hablar, no sé cómo me di cuenta que había terminado porque yo no le prestaba atención, salí corriendo del sanatorio, y crucé las calles atropelladamente, no sé si miré los semáforos, no sé si me puteaban los automovilistas, solo sé que llegué al departamento y me faltaba el aire, no podía hablar. Miré a Víctor y le dije “tiene hidrocefalia” y solté mi llanto que me duro prácticamente 15 días. Eran días en que abandoné a mis otras hijas, me sentaba en la escalera que daba al pasillo de neonatología y esperaba alguna señal, cuando me dejaban pasar entraba y miraba a mi hija, la pequeña muñequita había cambiado su cara. Tenía expresión de dolor en el rostro, la paz y tranquilidad de los primeros días se había esfumado. Hablamos con el neurólogo, nos explicó los riesgos de la operación, nos indicó que iba a pasar, cómo iba ser la operación, los estudios previos… Una de las doctoras me preguntó si tenía fe, me informó que de cada 10 casos había uno que se solucionaba solo, que todavía no sabían cómo pasaba eso. Comencé a ir a la iglesia de Betania, cerquita de casa. Me sentaba y decía: “Si hay dios, que sea su voluntad. No puedo pedir lo que no creo, sólo esperar”. Llegó el día de uno de los estudios previos, le iban a inyectar un “líquido con una dosis insignificante de radioactividad”. Me explicaron todo, para mí era imposible recordar lo que me decían porque no podía retener las palabras, no entendía nada. El llanto se transformó en una mirada perdida, en un claro sentimiento de impotencia. El día del estudio me quedé en la escalera, las horas eran interminables. Zulema, mi mamá del alma, la mamá de Víctor, se ocupaba de mis otras hijas y fue en medio de esa nebulosa que apareció Víctor y esperamos juntos el resultado después de un día de vigilia. Ingresó el médico al pasillo, con nuestra bebé en brazos y nos dijo “No vimos nada. El conducto se destapó.” Y fue ese día en que por primera vez tuve a Celes en mis brazos. Y tenía miedo de tenerla porque yo era solo temblor. Nuestra hija creció. Poco tiempo después, estábamos en la vereda cuando una mujer nos preguntó ¿Las tres son tuyas? Ante mi sí, la mujer insistió en su pesquisa ¿Tenés gente que te ayude? Le contesté que no, ella continuó ¿Cómo hacés para no volverte loca? Se te ve feliz y descansada. Le comenté que casi habíamos perdido a la más chiquita, así que todo el trabajo que me dieran estaba más que bien. Celes siguió dándonos dolores de cabeza. Víctor dijo ayer: “esta Celes que siempre nos hizo llorar”. Deberíamos estar acostumbrados a todos estos sobresaltos, sobresaltos que no llegan más allá de ello. Ahora ella es madre y nosotros abuelos. Mi Maru, nuestra Maru también ha tenido y tiene problemas… muchas veces Víctor y yo nos miramos preguntándonos lo que no tiene respuesta. Nos parece mentira, nuestras mellizas el 20/05/06 cumplieron 30 años.

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Luís, compañero de un curso de calidad de vida, tiene la virtud de llamarme y tirarme de las orejas. Hace unos días, después de meses sin hablarnos, me llamó, me preguntó cómo andaba. Le conté que estaba rodeada de “problemitas”. Luís me insistió y me dijo que lo llamara para compartir lo que me pasaba. Le contesté que no me gustaba cargarles la mochila de problemas a los demás. Él me respondió: “Cuando los demás me cuentan, cuando puedo comparar, cuando puedo ayudar yo siento que estoy haciendo algo por mí. A veces, siento que me quejo por nada y no disfruto todo lo que tengo.” No son precisamente bienes materiales lo que Luís posee. Sin embargo, él puede regalarme la riqueza de hacerme pensar el texto que escribí más arriba.

19.5.06

Gracias

Gracias a la vida, debería decir emulando a Violeta Parra.
Hay veces que la vida es generosa y nos premia con un bebé maravilloso.
Celes no pasó un buen embarazo, el parto terminó en cesárea, el útero se negaba a contraerse y, tuvo una hemorragia más que importante, les hizo pensar a los papás que, quizás, Nico iba a ser su único hijo. Celes se salvó de la cirugía por la que le iban a extirpar el útero.
Tuve mucho miedo y no porque sea un barril de pesimismo, simplemente porque a determinadas causas le siguen determinadas consecuencias. La cantidad de medicamentos que Celes tomó para frenar una infección durante el embarazo podían afectar al bebé, lo sabía, pero no dije nada. Rocío pensó que mi estado de aparente tranquilidad no era más que un cúmulo de alarmas sin sentido. Después me dijo: “ahora entiendo porque estabas preocupada”.
Espero que Nicolás pueda disfrutar de un tiempo de paz y que siga adelante como hasta ahora.
Gracias por todo el afecto que me han hecho llegar a través de los comentarios.

17.5.06

El bebé más hermoso

¿Es el bebé más hermoso?
No lo sé, no me interesa esa cuestión, sólo sé que es el hijo de Celes y Ezequiel. Mi hija de sangre y mi hijo político que me han hecho vivir una experiencia difícil de poner en palabras.

Un pequeño cuerpo rosadito, una cabecita redonda, cabello castaño, ojos oscuros (por ahora) la cara de mi yerno, la boca de la otra abuela; piernas largas y muy movedizo… Así es mi nieto, por él maltraté mi sueño durante muchas noches, por él sentí mucho miedo cuando en enero me dijeron que era probable que el embarazo se interrumpiera.
Pasó el tiempo, oficié de madre dedicada algunas veces a la semana, cuidando a su mamá Celeste, mi Celeste, la nerviosita y ansiosa Celes. Ayer a la noche yo estaba más que nerviosa, mi hija Ro no entendía porqué podía sentirme así. Escuché a la obstetra decir: “Mirá toco blando. Si está en posición y es la cabeza estás de menos tiempo, no está calcificado, o…” Ahí los miedos emprendieron el galope, el corazón parecía que se me salía del pecho, trajeron un aparato portátil para sacarle una radiografía y dio “está dado vuelta”. ¿Pero cómo? Si hasta el lunes estaba en posición de lanzamiento. Sí, fue el lunes, cuando no dejaba de moverse, que cambió de posición y la panza de Celeste variaba de formas continuamente. El lunes era el día en que yo iba a la casa para cuidarlos y ayudar a Celes para que pudiera estar en reposo. Mi Celes no daba más y me dijo: “vamos a caminar, a ver si se acomoda, no puedo respirar, no puedo comer, no sé qué hacer.”
A la noche me fui a dormir pensando en cómo estarían bebé y mamá. El martes al mediodía Celes me llamó. “¿Dónde estás? Nico rompió bolsa. Me voy a internar.” Para esto Celes había dicho que nos iban a avisar cuando el bebé hubiera nacido, que ellos no querían mucha gente al lado para evitar ponerse nerviosa, etc. etc. Al final éramos un montón, todos juntos en la sala de espera, nada más ni nada menos que quince.
Hoy pasé gran parte del día con Ezequiel, mi Celes y Nicolás. Tuve en brazos al pequeñín, lo arropé con la mantita, lo coloqué contra mi corazón para que supiera lo mucho que lo quiero.
Nicolás Agustín, tiene dos nombres cargados de significado. Antes los nombres se ponían por el significado, ahora por moda o cómo suenan. Espero que Nicolás = el vencedor de los pueblos y Agustín = el consagrado por los augurios, majestuoso bebé, muy querido por los que lo rodean, sea un feliz, bellísimo y hermoso hombre.

Nació Nicolás


Hay veces en que sobran las palabras o faltan para decir lo que uno siente.
Nació Nicolás, mi primer nieto. ¿Qué más puedo decir? Que me pasé cortando clavos durante unas cuantas horas. Resulta que el muchacho se había acomodado para salir, pero entre ayer y hoy decidió darse vuelta de nuevo y quedó de cola. ¿Resultado? Celes, su mamá, fue a cesárea. Mi miedo era que se enredara en el cordón umbilical. El pequeño nació antes de la fecha prefijada: 9 de junio. Pesó 2,750. Se mueve un montón. Cuando lo vimos a través del vidrio, éramos una patota de quince diciendo “¡qué bonito!”, “es como el papá” “¡Cómo se mueve!” etc. El niño pataleaba un poquito, la enfermera lo dejó en la cunita con lámpara para que le diera calor. Lo envolvió con una mantita, pero en menos de cinco minutos el niño estaba todo destapado, movía manos y brazos para todos lados. La enfermera volvió y lo envolvió de otra forma, quedó como un bebé antiguo con una faja. Nico se siguió moviendo y se puso a llorar… Entre las franjas de la cortina mirábamos embelezados los movimientos del pequeño. Como mamá pensaba en Celes cuando decía que Nico no paraba de moverse y no la dejaba respirar o dormir.
En ese momento me aflojé y me puse a llorar. Todo estaba bien. Pude besar a mi hija y al papá. Entre todos nos saludábamos como tíos, abuelos, tíos abuelos…Atrás quedaron los sustos y los llantos.
(Siento que estuve mucho más nerviosa que las tres veces que estuve de parto, y una con mellizas.)

15.5.06

EVANGELINA ¿¿¿¿QUÉ HICISTE????

¿Hace falta que aclare el apellido? Periquita tiene razón ¡lo que pueden ciertas partes del cuerpo femenino y al descubierto!

Lo que no es cierto es que esa muchacha tiene la cola caída. Digo porque ya salieron las envidiosas a decir que tiene celulitis y la colita caída.
De entrada pensé que había que tener ovarios para salir casi en bolas ante tanta gente “encumbrada” y tanta medida de seguridad, pero resulta que si ella participa del carnaval ya está acostumbrada a cierta presión de miradas y otras posibilidades.
¿Somos un corso a contramano? al menos esta vez la argentina llamó la atención pacíficamente y salió en CNN Je!Je! (¿Debí escribir carne argentina? Digo, porque alguien dijo eso ¿o es que estoy chamuscada como dice mi hija Paula?)

La FAmilia Unita

Hace unos años, en la tele había un programa - los domingos al medio día- en que una familia se reunía alrededor de la mesa a comer pasta. Como los integrantes de la familia terminaban discutiendo por cualquier cosa, el padre italiano terminaba golpeando la mesa y diciendo algo así como: “y no quiero escuchar ni el volido de una mosca”
Durante la semana Ro me llamó para decirme “ma’ ¿nos juntamos el domingo?” y le dijimos a Celes y a Maru (Paula no porque se fue a Marpla). Por la mañana mi amiga Tonia viene para que la ayude a escribir un trabajo, cuando no había pasado dos horas sonó el timbre de la calle y miré. Creí que se trataba de algún Testigo de Jehová que venía a evangelizarme, a contarme la buena nueva. ¡No! Era mi hermano. Había llegado recién del Sur. Hacía como dos meses que no nos veíamos. Como siempre bien predispuesto se puso a ayudar con el asado. Dejé el trabajo escrito, invité a Tonia a almorzar y me puse a prepar las ensaladas. Ariel y Maru estaban en casa, Dani llego a horario, Eze y Celes llegaron después de medio día, Mauricio y Ro fueron los últimos en llegar. Entre hijas, novios, maridos, amiga y hermano éramos once y medio a la mesa (Celes está esperando un bebé, mi primer nieto). Me sentía como en la mesa con los Campanelli, todos hablando pero alegres.
Para molestar a Pau le mandé un mensajito diciendo que sólo nos faltaba ella. Celes acotó que Pauli nos iba a contestar que estaba comiendo “pulpo a la gallega mirando el mar”. Ni lerda ni perezosa Pauli nos llamó por teléfono y nos contó que se iba al puerto a comer mariscos.
Mi amiga Tonia quería hacer un brindis por el bebé porque estábamos juntos, yo tenía ganas de brindar por la vida. Estábamos unidos, estábamos bien. Quería disfrutarlo. Cuando terminamos de comer el asado puse fruta en la mesa y pregunté si alguien quería comer panqueques (crepes). Hubo acuerdo y así fue que en menos que canta un gallo 30 panqueques saltaron de las dos panquequeras y los untamos con dulce leche (un poco duro porque era de repostería –cosa que me fue criticada) o con dulce de frutas caserito. Ocupada en cocinar hay detalles que se me escapan. Mi hija Celes que subió a la terraza y se puso a charlar con el tío, después de comer me dijo: “noté al tío muy caído”.

Reparé en mi hermano, lo que yo creí que era cansancio del viaje: era tristeza. Se quedó a la tarde con nosotros, miró el partido por la tele, siguió con una película. No sabía si preguntarle si se iba quedar en casa o se iba a ir a la casa de la hija. Finalmente le ofrecí que se quedara y nos pusimos a charlar. Sentí su angustia, tristeza o desencanto. Era como otra versión de mi hermano, no era el que normalmente habla llevando el mundo en sus manos. No puedo menos que escucharlo, solo una simple caricia para el alma. A veces, me duele que le carguen las piedras que corresponden a otros o que se haga hincapié en sus defectos y no en sus virtudes. Presiento que hay mucho más detrás de sus palabras y ahora solo me queda desearle lo mejor ante la imposibilidad de hacer que el reloj marche para atrás y rearme su camino.

11.5.06

De modas, nimiedades y lo que está por detrás

Cuando era una jovencita vivía en un pueblo. La moda en la ropa se deslizaba somnolienta de verano en verano. La ropa duraba más tiempo. No había un cambio obligado para estar a la moda, aunque la gente sí se fijaba en lo que te ponías. Mi madre siempre estaba vestida correctamente, bien peinada y con rouge en los labios.
Recuerdo que en una película vi a una actriz que lucía zapatos y carteras del mismo color que el vestido. Pensé si alguna vez yo podría llegar a una cosa así.
Cuando tenía que ir a un cumpleaños o ir a un baile, en los comienzos de mi adolescencia, acudía al ropero de una parienta de mi mamá, iba a ver que me prestaba o me regala esa mujer. (Debo aclarar que conservo esta costumbre, cuando tengo una fiesta acudo a lo de mi hermana política Viviana, que con su santa paciencia siempre tiene algo para prestarme, sobre todo si tengo que ir vestida “elegante”).
Llegó el tiempo en que prefería no ir, no ponerme nada más que lo que podía comprarme o andar vestida siempre igual para horror de mi mamá. Prefería gastarme el sueldo en libros que tratando de adquirir unos “trapos” carísimos y que no me aportaban nada.
Además, yo era una muchachita muy “flaca”. Con casi un metro setenta, pesaba unos 53 kilos. Para ese tiempo y lugar una mujer, que se preciara de tal, debía exhibir ciertas redondeces!!! O sea: no estaba en el paradigma de mujer “apetecible”. Como todos decían que estaba muy flaca, mi madre se preocupaba de que comiera un poco más de lo normal, llegué a rondar los 59 kilos.
He aquí que apareció la famosa Twiggy, pero en mi pueblo apenas si estaban enterados. El ideal respondía más al de las actrices italianas de los ’50. No me sentía identificada, a mí me gustaban las frutas, las verduras, la carne magra y eso no me hacía engordar.
Llegué a Buenos Aires cuando algunos “gatos” parecían naufragar en una “balsa” hecha canción, después del “mayo francés”, “de la imaginación al poder”. Vivía en un pensionado de monjas. Extrañar a mi familia, comer comida que no me gustaba, tratar con gente desconocida y no muy amable hizo que pronto volviera a 53 kilos. Durante el reinado de lo que muchos llamaron “antimujer” o de la “niño-mujer” yo estaba muy cerca de esos parámetros. Cuando ingresaba al comedor del pensionado veía a todo el mundo haciendo dieta y celebraban mi peso con expresiones como: “llegó la flacura mayor” “¡Qué suerte tenés!”. “Vos con las mini no tenés problemas”. “Mirá que guacha. Come frutillas con crema y no engorda.”
En esos días un tipo me paró en la calle y me preguntó si quería ser modelo. Lo miré horrorizada y salí corriendo. ¡Qué se habría creído! Yo era una intelectual. Había venido a estudiar. Seguro que andaba buscando otra cosa.
De repente pasé a estar a la moda, casi una modelo, eso sí, con mi pollerita a mitad de la rodilla, largo Chanel, tipo Jakie. No me gustaba mostrar demasiado las piernas. Como me decían tantas cosas por las polleras largas, un día tomé una tijera y las acorté a todas, 10 cm. sobre mis rodillas. Estuve a la moda y dejaron de fastidiarme.
Para esa época me compré un par de zapatos que amaba, quizás los mejores que tuve en mi vida, eran como botitas cortas y con taco semigrueso, color borravino (bordo oscurito, diría). Una conocida me dijo que no me combinaban con nada. No me importaba no tener cartera al tono. Esos zapatos eran como guantes en mis pies. Entonces para acomplejarme la bendita pelirroja me dijo “Hasta la muchacha que trabaja en mi casa viste mejor que vos” (sic) ¿Y por qué la muchacha no podía tener mejor gusto para vestirse que una renegada como yo? Creo que si tenía intenciones de vestirme bien empecé a desistir.
Hace poco una de mis hijas me comparó con otras mujeres en el cumple de Rocío, me dijo “no sos cool como...” yo lucía un pantalón de lona anchote, una remera al tono y unas alpargatas negras. Me sentía muy cómoda. En general, me critican porque me pongo ropa oscura (no se dan cuenta que se nota menos cuando se ensucia y que tener varios pantalones iguales me evita eso de combinar algo con otro algo). La rectora del colegio me preguntó ayer “¿A dónde vas a ir?”, ¡a trabajar! Contesté. Todo fue porque me había comprado zapatos con punta de gnomo, le expliqué que me había comprado esos porque me habían salido $ 35.- Me dijo “sos incorregible”.
En la oficina me explicaron que lo “in” ahora es que los zapatos no combinen con la cartera ¡Ups! Nuevamente estoy a la modaaaaaa. Mis zapatos son marrones y la cartera negra. Je! Je!
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Lo cierto es que desde que leo sobre marketing, las modas y otras yerbas, cualquier consumo me pone de la nuca. Continuamente todo parece decir "comprá, comprá, comprá". Ahora bien, esta sociedad esquizofrénica por un lado dice que compremos y a la mayoría de la gente se la priva de los recursos para comprar. ¿Cuántos desocupados hay en la Argentina?
La ministra de economía firma acuerdos para mantener precios ¿qué precios? Si mal no recuerdo se hizo un acuerdo sobre la ropa. ¿No será hora de pensar en esta cosa llamada moda?
Para quienes hacen marketing los argentinos somos gastadores, fácilmente influenciables. Después del 2001, parece que nos habíamos convertido en consumidores conscientes, pero... como bien dicen los experto:" el consumidor argenitno pronto va a volver a gastar como en los mejores tiempos". Dicen que a mayor demanda mayor precio, a menor demanda los precios tienden a bajar. Cierto es que los precios no bajan porque para que exista libre competencia el mercado debe ser transparente. Usar ropa por la apariencia me recuerda a Sarmiento (mediados de siglo XIX)criticando a los habitantes de la ciudad de Córdoba (u otras) porque no usaban levita, algo así como que “el hábito hace al monje”.
Tener ropa fastidiando en el placard no es mi fuerte. No me considero un ciempiés como para tener más zapatos de los que puedo usar. Así que cuando compro “algo”, “algo” tiene que salir de mi placard, siempre trato de que alguien pueda aprovecharlo.
A pesar de tratar de ser racional y consciente como consumidora SÉ QUE SIEMPRE, EN ALGÚN RECODO
DEL CAMINO, SIGO EL PERRO JUEGUITO DE LOS MARKETINEROS Y ALIMENTO A ALGUNA EMPRESA MULTINACIONAL.

9.5.06

Madres en democracia

Madres en democracia
(Otras "locas" que siguen los pasos de las Madres de Plaza de Mayo, quizás mujeres que ocupan el lugar que no saben ocupar los que faltan a sus deberes como funcionarios públicos.)

Como sigue existiendo impunidad, sigue existiendo la lucha por la justicia. Las madres de chicos asesinados estrechan lazos, forman asociaciones y eligen combatir cada dolor individual con una lucha colectiva. Madres en el dolor.
Así nació la asociación Familiares y Víctimas en Lucha Contra la Impunidad en Democracia (FAVELCID).
En FAVELCID hay madres, como Vivian Perrone. Ella llegó a la asociación a partir de lo que llaman asesinatos de tránsito. Su hijo Kevin Sedano fue atropellado a los 14 años. EL ASESINO, quien huyó rápidamente a arreglar su auto antes de las pericias, es uno más de los que corren, matan, dejan a la víctima abandonada, como tienen los medios suficientes, consiguen protección o tapan las evidencias. Esto también se llama impunidad. Hace pocos días hubo un caso similar, se consideró que el asesinato de una joven y dejar gravemente herida a otra fue no culposo. El conductor hizo maniobras hacía adelante y hacía atrás (más de una vez) para que cayera la joven que se había subido (involuntariamente) al auto, como consecuencia de haber sido atropellada (no sé si sobre el capó o atravesando algún vidrio). El individuo en cuestión fue liberado por esta cuestión del dos por uno, porque fue encarcelado antes de la sentencia. Que alguien me explique, no entiendo de qué se trata cuando hablamos de justicia.

Escuché hoy a Vivian por radio. Resulta que es una de esas madres que te mueven a solidarizarte y a enojarte con jueces, abogados y otras hierbas mal vivientes (que me perdonen las hierbas por comparar con ellas tales especimenes del género “humano”)
Resulta que después de cuatro años, se lleva a juicio al asesino de Kevin. Unos 20 días atrás la mamá recibió más de una llamada en que le decían algo así como: “¿dónde está Kevin?” “¿qué le pasó a Kevin?” “A vos te va a pasar lo que le pasó a Kevin”. En mi país, donde después se habla de derechos humanos y otras yerbas, no se pudieron ni pueden localizar todavía estas llamadas. La mamá hizo la denuncia. Como la cuestión es tan lenta, a la mujer ayer la atacaron. Ella estaba sacando cosas del auto, frente a su casa, y le dieron un golpe en el pecho (puntapié o trompada). Vivian se defendió como pudo. Esta mujer busca justicia, por lo menos dejar en claro cómo fue la muerte de Kevin.
Vivian contó por radio que Kevin cruzaba la avenida Libertador, iba con dos chicos de su edad que se quedaron paralizados frente a lo que acontecía. Un adulto que estaba por allí tomó el número de chapa del vehículo, uno de los chicos lo abrazaba y el otro se quedó inmóvil. Al conductor del auto tardaron 72 horas en apresarlo. Suficiente tiempo para modificar pruebas y no mostrar si estaba o no alcoholizado. Además, ¿eso no es abandono de persona? (¿Será que soy yo la que esta alcoholizada en medio del fermento de tanta injusticia?) Después el conductor acusó a Kevin de cruzar para un lado y para otro la avenida. Dijo que Kevin se llevó por delante el auto, que murió drogado. La mamá de Kevin pidió pericias, determinaron en la dirección que lo habían atropellado (el conductor mintió); por otro lado, Kevin murió drogado por los medicamentos que lo mantuvieron en coma inducido. Todo eso tuvo que probar la madre. (Está en los diarios)
El conductor del auto ha pasado sus vacaciones en Punta del Este, viajado para esquiar… su vida es normal y probablemente le den una sentencia parecida al que atropelló a Fany… ¿cuántas muertes más tenemos que esperar? No soy experta conductora de auto. Si hay algo que tengo en cuenta es la posibilidad de dañar a alguien con el auto, espero ser lo suficientemente responsable como para no atropellar a nadie. Un joven que se alcoholiza (los he vista los domingos por la mañana) que regresa en auto después de una noche de descontrol ¿es consciente de lo que hace? ¿el alcohol exime de responsabilidad o agrava los hechos?
En dos oportunidades me salvé de que me atropellaran, una fue estando en la parada de un colectivo y en la V-E-R-E-D-A, otra fue porque me anticipé a cruzar Maipú a la altura de Olivos. La primera vez me quedé temblando, después de ver cómo un auto me rozaba y en la 2ª después de ver cómo un auto se llevaba por delante un colectivo con el semáforo en rojo. ¿Alguien tiene derecho a disponer de nuestras vidas con un arma de cuatro ruedas y un volante?
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No conozco a Vivian. No conocí a Kevin. No conocí a Fany. Sí, tuve dos alumnos que perdieron la vida, asesinados por un irresponsable y otra alumna que quedó cuadripléjica en el mismo accidente.
Si lo desea, haga circular esta botella arrojada al mar de la sinrazón. Mejor aún, investigue. Lea y trate de ayudar de alguna forma para que el caso de Kevin se resuelva.

8.5.06

Cuestión de Familia II

Hay cosas que se heredan. Quizás sea eso de la novela familiar o del inconsciente colectivo… Vaya uno a saber. A lo mejor es contagio. Sir William dejó por escrito que la familia escribe bien a raíz de la carta de Carola y, quizás, porque conoce como escriben en los blogs mis hijas Paula y Rocío más mi sobrina Noelia.
No sé si hay una cuestión de genes para la escritura en la familia, pero lo cierto es que mi padre tenía imaginación para contar historias. Una vez me dijo que todos hablaban de la existencia de un universo fuera de este mundo, pero qué pasaba si ese universo se repetía hacía adentro. Recuerdo que la historia me daba miedo y el remate final fue “es probable que nosotros seamos algo así como los glóbulos blancos de un organismo más grande. Es por eso que un día nos llega el fin.” Mi padre escribía bien (aunque lo hacía muy poco), mi madre inventaba cuentos para sus nietos. Carola debería re-escribir él que ella actualiza a menudo ante los nenes de jardín, el de la coneja Tiburcia. Además, escribe cuentos infantiles que vaya a saber donde los guarda. Mi hermana María (mamá de Carola) forma parte de un grupo de escritores de Río Colorado. Paula escribe bien, siempre pensé que podía ser una gran escritora, pero eligió otros rumbos. Celeste (otra de mis hijas) escribía los discursos en el colegio (también pensé que se iba a dedicar a la escritura), cuando ella terminó quinto año le dieron la responsabilidad, de escribir para los actos, a Rocío. Víctor (mi novio) escribe muy bien, pero es como su hija Paula. Le da fiaca.
Decía, es probable que nos contagiemos en esto de representar en palabras lo que nos acontece (o aconteció) y pongamos en ello un poco de ganas.
Una coordinadora de taller decía “todos podemos escribir, está en nosotros querer hacerlo”.
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Botonito…Botonito que no es botón ni buchón.

Debo aclarar que mi botonito, no es una bandera como dice Paula, era la tapa del único ejemplar que hice para una revista (porque me la pidieron) para presentar el tema de las vanguardias literarias. Transformé un dibujo vanguardista de comienzos del siglo XX. Lo coloqué sobre América del Sur tratando de que tuviera la forma de un cerebro y, de esta forma, hacer visible lo que pienso sobre el “disparate” que nos aqueja y por el cual, tal vez, nos “devoran los de ajuera”.

7.5.06

Tengo botonito

Tengo "botonito" (no sé si se dice así) Lo colocó Rocío, porque yo para estos trabajos soy un dinosaurio. Fue la tapa de una revista para un trabajo práctico que hice sobre las vanguardias del siglo XX (cuando estaba estudiando). No se distingue la parte de texto que reproduzco aquí:

Línea Sur

Porque "Los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte (de Altazor, Vicente Huidobro)
Porque "El sur también existe" (J. M. Serrat)
Porque Sur fue una revista de vanguardia.
Porque habitamos el sur...
Porque existe en la Argentina un lugar llamado línea sur, árida Patagonia donde todavía se respira.
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Gracias Ro

Cuestión de Familia

Ancestros

Mi padre

No volaba alto.
No tenía jaula de oro.
Decía:
“Al que junta dinero le daría dinero para que coma”
“Desconfiá del que no gusta de los animales, las plantas y la música”.
“No tienen porqué existir las cerraduras, las puertas son para el viento, el frío y la lluvia”.
Debieron inspirarse en él cuando hicieron un aviso filmado en la Patagonia
A él le gustaban las mujeres, pero ninguna remplazó a la que tuvo.
Era uno de los mejores de su clase; no lo dejaron ir a estudiar porque a mi abuelo no le pareció importante, supongo le cortaron las alas.
Gustaba de caminar con un bolsito donde cargaba cosas que a nadie le interesaba. Todos los días tenía una cita en la tumba de mi madre.
Sintió el golpe de la ingratitud, de la burla y el ridículo.
Cierta vez le confundieron para poner su nombre en una calle, lo eligieron por él y no por su padre. “Fui a votar por él”, me dijo con orgullo la vecina y me confirmó el malentendido.
No estuve el día que le dieron el pergamino y en que mi hermano lloroso me decía “tenías que haber venido”.
Mamá me dijo una vez: “Tu padre es así. Mirá, después de todo lo que le hizo “H”, él me dijo con los ojos llenos de lágrimas que si había Dios él pedía para que “H” no sufriera.” H se moría y mi padre pidió por él. ¿Habría H pedido por mi padre?
Más de una vez abrió sus manos y tendió el abrazo.
Cascarrabia como ninguno, empecinado, nos peleábamos por ciertas rigidez en l forma de pensar de ambos, pero sé que a le bastaba estar con los que caminan por la tierra sin hundirse en el barro.
Un día dijo que ya no tenía más nada que hacer en este mundo y partió para reunirse con quien fuera la mujer de su vida.

( Texto de archivo. Re-escrito para línea 07/05/2006)
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La abuela de mi padre

Mi abuelo un día salió caminó hacia el mar y se marchó lejos. En la isla de Rodas, en el pueblo de Arcángelo quedó su familia. Me contó mi primo que fue hasta allí y le contaron “La madre de tu abuelo iba todos los días a lavar al arroyo y se quedaba mirando esperando un barco, ella esperaba noticias o verlos” Las noticias desde un pueblo con nombre fantasma nunca le llegaron. Ella se murió esperando el regreso de Juan y Antonio, dos de sus hijos, ellos habían partido buscando trabajo para aliviar la miseria de tiempos vecinos a la guerra. Jamás volvieron.

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Nueva generación

Mi sobrina Carola
(Lo que sigue es un mail de mi sobrina Carola que no deja comentarios en el blog, pero me manda mails. Antes que escribir sobre ella, mejor dejemos que ella "sea hablada por su propio lenguje". No le pedí autorización para transcribir esto. Espero que no se enoje.)

¿Será de familia? Cuando te leo escucho mi propia voz. La nostalgia se hereda? ¿por cuáles cosas la sentimos? yo a veces la siento por cosas que no he conocido pero que me las han contado, por ejemplo, por las tortas de la tía Pochola, yo jamás las probé, pero cuando me encuentro con Nani hablamos de eso. Cuando voy a Bahía siempre lo visito porque con él charlamos del abuelo, "el tío Juan" para Nani, y lo traemos de vuelta con recuerdos, él me cuenta cosas del abuelo que te juro que me traen su voz, su andar, su filosofía de caminante, para mí el abuelo es camino y lo recordamos entre risas, entre discos y diarios y las cosquillas insoportables que nos hacía, ¡y el ajedrez! conmigo jamás jugó, pero Paula me dice que entre ella y él había un partido revancha y mientras no se haya jugado ese partido el abuelo está vivo. NOSTALGIA: (Del gr. νoστος, regreso, y -algia).
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.
-algia.
(Del gr. -αλγíα, de la raíz de ἄλγος).
1. elem. compos. Significa 'dolor'.
(lo copié del diccionario) Cuando te leo se abre una parte de mí y huelo perfumes, escucho voces, música (y pájaros) siento texturas de pan casero con manteca y azúcar, de barro, la verja roja, la cortina amarilla de la cocina, el piso brillante, los gallos sobre el aparador ¡el olor del aparador! las compoteras y las servilletas bordadas y almidonadas, las criollitas y el te Cachamay, las Tortinas, ¡los amplificadores en los dormitorios!...la abuela Morena con su vestido azul de flores blancas regando el jardín. De alguna manera cuando te leo sos parte de mí. Carola.

4.5.06

El genocidio que no miramos

En la Resolución 96 del 11 de diciembre de 1946 se declaró al genocidio como un delito de derecho internacional, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra. Se considera como genocidio a cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, o religioso, como tal:
a) matanza de miembros del grupo;
b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;
e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Todos los días mueren niños de hambre. Sé poco de las estadísticas en mi país. Carola (mi sobrina que no deja comentarios en el blog, pero sí me manda mails) me escribió sobre el genocidio cotidiano al que nos estamos acostumbrando. Después de haber leído lo que escribí “cuando el otro es algo más que una estadística” estaba mirando adormilada la tele. Vio gente corriendo para ver quien llegaba primero al basural. Me escribió “lo primero que pensé fue: ¡Qué asco! y después me puse a pensar en ese genocidio cotidiano que tenemos tan cerca”. Lo que marca la resolución se cumple al pie de la letra mientras miramos las noticias cómodamente por la tele y le compramos todas las chucherías que nos venden las multinacionales, las nacionales y las que sé yo, influenciados hasta el hartazgo por el “marketing de guerra”, contaminando sin sentido la única casa que tenemos = planeta Tierra.
Me pregunto cómo se hace para revertir una cultura del disputarse la basura, ya en un basural, ya en la calle, ya con la codicia de quienes por ahí se dan cuenta de que manejar la basura es negocio.

En el 2000 admiraba lo bien que usaban la basura los alemanes, disponían de contenedores diferentes para separar la basura en papel, vidrio, metal y orgánicos. Parte de la calefacción era producto de la combustión de basura. Por lo menos eso era lo que me dijo una argentina que vive allí desde hace unos años. Comparé ese aprovechamiento frente a las parvas de basura de esta ciudad en que vivo, todos los días los camiones recogen cerca de un kilo de basura por persona, pensaba (pienso) en los lugares donde las depositan y en los lugares que por descuido o mala predisposición irán a parar los residuos. Leí alguno que otro artículo en la revista de la gente de la calle, Hecho en Buenos Aires.
Después vi un documental sobre el gas proveniente de basura que procesaban en San Pablo. También, en esa gran ciudad existe el oficio del cartonear, con la diferencia que las personas usaban guantes y eran más cuidadosos.
A pesar de lo cotidiano no deja de joderme el ver a miles de personas deambulando por las calles tratando de rescatar algo para vender. Los carritos para el transporte se perfeccionaron, los puntos de reunión se prefijaron, el tren blanco lleva a los cartoneros una vez al día gratis, los turistas los miran como algo “folklórico”, se hace hasta turismo sobre nuestra “marginalidad” y me siento más idiota cada día porque no se me ocurre nada para hacer. Solo parezco un mudo testigo.
Le contesté a mi sobrina, le expliqué mi imposibilidad de narrar esta realidad de la que soy consciente.
Como si esto fuera poco salió el informe sobre la contaminación del Riachuelo. Escuché por radio a una mamá que trata de salvar a su hijo, lamentablemente no registré su nombre. Su hijo puede tener serios problemas para seguir viviendo. Es mucama de una clínica, los médicos le prestaron atención, le hicieron los estudios al pequeño y se dieron cuenta de la presencia de plomo en la sangre más allá de los límites permitidos.
El suyo no es el único caso. Muchas madres están en esa situación. Ellas fueron a protestar frente a una empresa y las golpearon, mandaron a la gendarmería. ¿Algo está mal o yo estoy delirando?
Mañana el presidente de mi país va a ir por las pasteras uruguayas a solidarizarse con los entrerrianos. Bien dice el refrán: “Se ve la paja en el ojo ajeno, más no la viga en el propio”. No está mal protestar por futuras contaminaciones, pero ¿Qué harían ustedes si van a reclamar a un intendente para que hagan algo con las curtiembres y le contestan: “yo no lo contaminé”? Hay que ser mal parido realmente.
En el sur, mi sur, la gente protesta contra las minas… Y las minas siguen. Van a tener cianuro en los lagos y ríos. Los países desarrollados son muy “prolijitos”, muy “honorables” de las fronteras de su país para adentro y los demás que revienten. No dejan ninguna práctica mal sana si utilizar, coimean, se hacen prepotentes, hacen negociados, despilfarran… total hay una serie de idiotas como yo que se entretienen con pegarle a un teclado mientras el genocidio cotidiano que plantea el Informe Lugano, lenta e inexorablemente se lleva a cabo con la complicidad y la indiferencia de los de adentro.

De río, arena y luna

A orillas del río recordé que tenía unos pocos recuerdos y esa costumbre de estrechar voces para componer mi historia.
Todo comenzó cuando me reprocharon:
-No sabía que escribías estas cosas.
-Yo tampoco- dije a modo de disculpa- sólo son copias fieles de inagotables libros que me llegaron a través de las voces de los otros, de mis maestros.
La verdad es que: de mi felicidad y tristeza no quiero dar cuenta, siempre dije “morirán conmigo” y de ahí este aire libresco.
De un remoto lugar surgió un embudo por el que huían recuerdos y me empujaban al vacío. Ante lo inesperado corrí, traté en vano de registrar lo que me quedaba dando formas y armando celdas y todo, todo era arena.
Entonces simulé caminos, palabras, construcciones y artificios. ¿Qué era yo sino los libros que había leído y las voces que me habitaban? ¿Era la construcción de un Dios que detrás del gran Dios dibujaba la trama de mi camino hecho de sueños y letras? No. No hay tal Dios. ¿Cómo puedo olvidarme de ver el relámpago y de escuchar el trueno? Debía ser cierto, cuando nos vamos poniendo viejos el pasado pierde su estructura, deja de ser una secuencia para convertirse en conjunción de retazos.
Frente a la ciudad, a nivel del río, se veía la luna cubierta de niebla, puntos luminosos y resplandores brillaban a mi espalda y se prolongaban sobre el agua. En una barca arenera creí ver una lona o harapo convertido en un murciélago gigante, debía jugar a experimentar un poco de miedo infantil en esa noche tan común y tan sosa.
Esta ciudad siempre me pareció que es una y es todas, las de antes y las de ahora. Esta ciudad que se ufana de su cosmopolitismo no es Cartago invadida por los griegos. ¿Y por qué tenía que serlo? Por mi abuelo. Lo único que me queda de griego es un apellido, para colmo, italianizado cuando mi abuelo asumió su destierro.
“El abuelo nunca nos contó de dónde vino” dijo mi hermano. Imposible que se lo dijera porque era muy pequeñito.
“Nada supimos de su pueblo, de su gente, de su lengua…”
(Abuelo ¿viniste a enraizarte de olvido? Tarde muy tarde, ya no sirve preguntarte.)
Y no importa el día que sea, a orillas de este río de mansas olas, siempre veo el mar dulce de Solís y a la vez se funde con otro río. El río de mi infancia teñido de otros colores, acariciado por sauces y mimbres, meciendo nostalgia.
Del río revuelto y marrón surgió la voz de Hebe que me dijo “este es el libro, el lugar donde el tiempo no existe, donde lo eterno está vivo”.
¿Eterno? Eterna es la arena que cae y resbala del reloj que apuñala las ruinas.
Un pedazo de azulejo rodó entrecortado en el paseo a orillas del río. ¿A qué casa habría pertenecido? ¿Qué secretos encierra? Los camiones hacen montículos con escombros de la ciudad que se transforma en edificios cada vez más altos. ¿Hasta donde harán avanzar las avenidas sobre el río? El azulejo empequeñecido se hará arena entre idas y venidas, entre golpes del agua del río.
“Luna lunera, cascabelera…” Me surgió decir, ¿De niña o de grande cantaba esa canción? No sé. Miré nuevamente la Luna creciente, “los cuernos de la Luna indican abundancia” ¿A quién se le habrá ocurrido pensar tal cosa? Saltar de baldosa en baldosa para no pisar las junturas. ¿No fue ayer que jugaba a estas cosas?
¿Fue hace mucho tiempo?

De mirar la Luna comprendo a este río pardo, huraño o impaciente, que corre dentro y fuera mío. Veo en él mis años que son nada o todo en los infinitos ciclos de la arena.
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De: Escritos de taller - 1987

1.5.06

Día del Trabajo

Un miércoles a las 12.30, en la línea B de subterráneos, en la estación Pasteur había un cartel que decía “Línea B circula con demora”, pasé el molinete con fastidio pensando en la falta de monedas para el colectivo. Ya había pasado mi tarjeta, tenía que decidirme por seguir o comprar algo en el quiosco para procurar las monedas necesarias para un boleto de colectivo. En pocos segundos decidí seguir adelante y me estacioné cerca de la escalera fija. Mientras esperaba que el subte lleguara observé a una nena jugando en la escalera fija. Le sonreí y nos pusimos a hablar.
- ¡Hola! ¿Cómo te llamás?
- Marcela.
-¿Qué es lo que hacés en el subte? ¿Estás sola?
- Estoy con mi hermana, vendo estampitas o lapiceras, ya se me terminaron.
- ¿Quién te da las estampitas o lapiceras?
- Mi papá.
- ¡Ahhh! Y… tu papá o tu mamá ¿no trabajan?
- No, mi mamá cuida a mis hermanitos.
- ¿Tenés muchos hermanitos?
- Sí, somos diez.
- Marcela ¿vas al colegio?
- Sí, a segundo.
- ¿Sabés leer?
- Sí.
- ¿Podés leer esto?
(Marcela reconoció las letras del título del libro que yo estaba leyendo, pero no pudo “juntarlas” para leer, pensé en la ironía del significado etimológico de leer.)
- ¿Dónde vivís Marcela?
- En Rafael Calzada.
- Es lejos, ¿No vas a comer a medio día?
- A veces como aquí, sino en el comedor de la plaza.
- ¿Qué plaza?
- La de Calzada, hay un comedor allí.
- Marcela… ¿Vos hablás con cualquier persona? ¿Sabés que eso es peligroso? ¿Qué pasa si yo fuera una mala persona? ¿Y si te quiero hacer mal?
- Mi papá me dijo que puedo hablar con la gente. Lo que no… No tengo que ir con las personas. Mi papá me dijo “te pueden lastimar, te pueden hacer mal”.
- Sí, me parece bien que no vayas. ¿Cuántos años tenés?
- Ocho
- ¿Cuántos hermanos más grandes tenés?
- Cuatro.
- ¿Ellos trabajan?
- Las tres más grandes no porque tienen que cuidar a su bebé.
- ¡¿Sus bebés?! ¿Cuántos años tienen?
- La más grande 19, la otra 16 y la otra 15. Bueno una no. Mi sobrinito se murió. Se asfixió con el cordón.
- ¿Qué cordón?
- El del ombligo.
- ¡Ah! (Dije sorprendida por una nena de 8 años que hablaba de la muerte de su sobrinito con la mayor naturalidad)- ¿Te gusta venir a trabajar?
- ¡Sí! Yo junto como treinta pesos por día. Es mucho, se lo doy todo a mi papá.

Mientras habló conmigo, Marcela, jugaba con un lápiz labial rosa claro, pintaba sobre los cartones de los pases del subte, tenía los labios pintados del mismo color. No se mostró para nada tímida. Su sonrisa dejaba ver una blanca dentadura. La vi saludable, el hermoso pelo negro lacio (un poco sucio) le llega hasta los hombros y el flequillo le tapa toda la frente. La pequeña tiene cara redonda, las mejillas rosadas y sus ojos redondos oscuros. Mira de frente, parece una muñecota, trato de recordar a mis hijas a esa edad.
Marcela me trajo otra imagen, un viernes salí de la oficina alrededor de las 19 horas, fui a tomar el colectivo, frente a un cine una nena de unos doce años aplastaba latitas de aluminio que sacaba de unos tachos de basura, frente a ella: tres chicas de más o menos su misma edad, eran la contracara. Celular en mano, hablaban con una cuarta chica que estaban esperando. La niña cartonera las miraba con los ojos brillantes y siguió aplastando con furia una nueva tanda de latitas que le acercó un señor mayor y las guardaba en una bolsa de plástico. Ese día pensé en qué podría pasar si esa nena no tenía esas latitas para aplastar.
Miro mi propia historia, mi primer trabajo fue a los once años, durante unas vacaciones. Cumplía ocho horas de trabajo, debía barrer la vereda del negocio, limpiar los vidrios (que hasta hoy me siguen pareciendo inmensos), barrer el local con aserrín mojado en kerosén, colocar la mercadería en las estanterías y atender a la gente. Después de esas vacaciones, mi papá se quedó solo en el negocio y seguí trabajando, pero sin sueldo. ¿La diferencia? Tenía a mis padres cerquita mío, trabaja al lado de ellos, almorzaba con ellos. Y para mí y mis padres lo más importante era la escuela.
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El trabajo suele ser un derecho, a veces un obligación.
Recuerdo siempre unos extensos artículos de José Martí (publicados en el diario La Nación de Buenos Aires, y era una maravilla que así fuera en un diario como ese) sobre el drama de Chicago a fines del siglo XIX en relación al día del trabajo y los mártires de Chicago.
Si en la pérdida del Paraíso, el hombre fue condenado a ganar el pan con el sudor de su frente, esperemos que muchos puedan sentarse a la mesa a disfrutar de su pan producto de su trabajo. Quizás unos cuantos disfrutan de más que pan y no precisamente porque lo consiguieron honestamente, en casi todos casos los que acumularon riquezas es por explotar y engañar a sus semejantes.