24.10.09

Línea de frontera cap. III

Ivana se propuso escribir algo así como una novela, la novela más común de todas, la novela familiar. Tomó un cuaderno de tapas duras coloradas y un lápiz. Le preguntaron porque no escribía en la PC y contestó: “Bradbury dijo que no era necesario tener una maquinita para escribir, con papel y lápiz es suficiente,” quiero esa práctica propia de una anciana.
Escribió “me siento triste” y dudó, no quería afirmar si lo suyo era simplemente tristeza, melancolía, depresión o duelo; aunque la diferencia era sutil, las palabras no representaban lo mismo. Borró y escribió: “En estos días, rodeada de gente avezada en muchas disciplinas, ya no sé qué palabra utilizar. Siempre surge algún experto dispuesto a corregirme sin que se lo pida. Definir mi estado debería corresponderle a un profesional de la sicología. Después de todo ¿la sicología es una ciencia? (¿se debe escribir sicología o psicología?). Es inútil, cuando uno se roza con algo llamado filosofía no puede dejar de hacer y hacerse preguntas y al final no se saben bien las respuestas.”
Ella buscó en Internet y encontró una respuesta, sintió que dijo bien, la psicología se roza con la filosofía puesto que la psicología se pregunta por el hombre.
Ivana trataba de definir si ella era tan diferente del resto de la gente. Bueno tenía claro que no era como ese vecino de unos amigos. Recordó la anécdota y la recomendación de un coordinador de taller literario: “Anoten en una libretita anécdotas, frases sueltas que se les ocurren en cualquier momento, es muy útil para insertarlas en algún texto.” El coordinador dio algunos ejemplos de escritores que así lo hacían. Decidió dejar una parte del cuaderno para esas anotaciones. Escribió: Hay gente bienuda, esa que se cree gente bien y se separa del resto viviendo en countries, que parece buena porque no mata a la madre, porque ya se sabe: a veces matan a las esposas, tal vez sea una moda. ¿Qué se puede pensar de alguien al que se le advierte de los riesgos de no poner cerco alrededor de la pileta y no le importa? ¿Cómo va a decir que no le preocupa el cerco de su pileta porque tiene un seguro que le cubre cualquier accidente? Debe ser porque en esa gente está ausente un orden colectivo y se creen con el privilegio de responder indirectamente o directamente “me importa un pepino que algún chico se escape de la casa y se caiga aquí”. Para es H. de P. el reglamento del country debe ser papel higiénico, “dado que los lotes no tienen divisiones se debe cercar los espacios peligrosos para los niños”, y como si fuera poco está quien interpretando la ley puede alegar que la culpa es todita de los padres, porque no cuidaron lo suficiente a su hijito/a que el peque corrió solito/a hasta la casa vecina y se arrojó a la pileta (menos mal que pileta es pileta y no debo aclarar los dos géneros como se estila en estos días).
Ivana pensó que se estaba yendo por las ramas y que así no iba escribir ni un capítulo de su novela, tal vez era la excusa porque se le confundían las palabras, se le complicaban los signos de puntuación, se le duplicaban las palabras por no tener claro lo de la sinonimia, se le enredaban las estructuras sintácticas o porque, en realidad, ella no tenía muy claro si su familia era tan diferente a muchas otras. Tampoco ella sobresalía dentro de esa clase de gente, ella era de inteligencia media normal para abajo según los tests, tal vez como tenía algo de memoria asociativa la gente creía que era inteligente, pero no era tan así, ella se sentía como un lorito parlanchín. Ella bien se guardaba de disimular sus conflictos con las teorías de la representación, con eso de que las palabras no son las cosas, aunque las designen y que patatín y patatán. Su problema más serio era colocar los signos de puntuación, realmente la agotaban. Fue por esto de la puntuación que confirmó que tenía un coeficiente de inteligencia bastante pobre, leyó un libro donde el personaje era una pintora con retraso mental. Lo bueno era que sus cuadros se vendían bien, mientras que Ivana era un desastre para ganar algo de dinero.
Buscó en su biblioteca y anotó al final del cuaderno: “Cada persona tiene su propia novela, en el estricto sentido literario del término. Y en cada novela –lo supo Freud– somos hijos de otro padre. Pero, para algunas personas, la novela cristaliza en un mito que no admite cambios ni tolera cuestionamientos”.
Trazó una línea divisoria y escribió algo que dijo un escritor ruso (pero del que no recordaba nombre) “sólo las familias desgraciadas tienen historia”.
La familia de ella tenía lo suyo y le pasaba lo que a muchos: se enamoraban, tenían hijos, se peleaban, se odiaban y se amigaban, se volvían a pelear y transitaban por el mundo con una pesada mochila y se morían sin más remedio a la hora señalada.
Ivana no podía completar aquello que se había impuesto en un momento de su viaje por la vida, el cuaderno de bitácora parecía carcajear burlonamente ¿a qué no te atrevés a decir “al pan, pan y al vino, vino”? ¿Cómo vas a adornar lo que no tiene con que adornarse? ¿Es tan importante poner los signos de puntuación?
¿Y si todo se borra, las equivocaciones, las manchas, las salpicaduras? El lápiz mágico trata de reponer el fondo blanco de la hoja y se confunden formas y contenidos.
No había duda, esto de escribir era para ella Un largo viaje de una noche hacia un pacífico día.

21.10.09

FELIZ CUMPLE PAULI

A Paula

Un día de verano me dijeron
Vas a ser mamá
Y los días pasaron
hasta que una tarde de primavera
una niña salió a la luz
y me dio el título de mamá.

Y los recuerdos al galope
Se atropellan
Se ordenan, se desbaratan
Se estorban
Se pintan de colores junto a papi, los abuelos y tía Vivi
Se sonríen detrás de una zapatilla con un avioncito
Y vuelan durante 35 años
Se hamacan en una plaza de Escalada
Te convierten en hermana mayor
Se esconden detrás de una torta cubierta de golosinas
Se disfrazan de payaso o Caperucita
Se visten de blanco y broderie
Se sientan en una butaca de un cine
Se esconden detrás de un cuento
Se graban en video
Se deslizan en skies junto a Dani
Te transforman en tía

Sos nuestra Paula, artesana de la vida
la que ilumina las nuestras