29.8.07

Misceláneas de una tardecita por las calles de Bs.As.


Salí un poco retrasada de mi trabajo, en el camino compré algo y subí al 76 y una jovencita puso sus zapatillas sucias, sobre todo la parte de abajo, en las manijas laterales de donde uno suele sostenerse. Me revolvió el estómago. No tenía ganas de pelear, pero me parece que dentro de la cabezota de esa "niña" debe haber algo sin conectar. Bs.As. se caracteriza por tener veredas sucias de mierda de perro y otras cosas por el estilo. Recordé a esa periodista desesperada porque su hijo había contraído una enfermedad propia del contacto con perros, ellos no tenían perros en su casa…

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Llegué a mi casa, preparé a las disparadas la cena, salí a las corridas para la casa de mi nieto. Mi hija se tenía que ir al trabajo y yo quedarme con el pequeño. En el camino uno de esos vecinos, a los que les importa tres pepinos el horario en el cual tiene que sacar la basura o caminar hasta el gran tacho y arrojarla, dejó una bolsa de basura en el borde de la vereda. Una mujer paseaba su perro, el perro meó la bolsa. Recordé las protestas de los recolectores de basura por ciertas faltas de delicadezas de los vecinos.

La mujer como si nada, siguió su camino.

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Cuando iba llegando a la parada del 15 vi que pasaban dos colectivos de esa línea. Ya en la parada un tercero me dejó de a pie. Sé, por larga experiencia, que después de tres colectivos juntos de una misma línea tenía que esperar. Como iba a llegar tarde tomé un taxi. Al cruzar la avenida Independencia de a pie y por la senda peatonal, como corresponde, un auto se me vino encima al dar vuelta a la velocidad en venía por otra avenida…

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Las callecitas de Bs. As. tienen ese no sé qué ¿Vio? Ese no sé que me hace pensar en ¿qué es ser humano?

Yo manipulo, vos manipulás, ellos manipulan…

En el anterior post escribí sobre cierto periodismo. Como decía cierto filósofo “no me pidan que sea objetivo porque soy un sujeto” (un conocido mío protestaría y diría que no puede perderse el reconocimiento de… bua! No jodamos, podemos ser más o menos subjetivos, tal vez disfracemos esta cuestión. Nada más).

Bien, en mi subjetividad interpreto lo que otros dicen. En LANACION.com, leí lo siguiente:

Esta vez no fue tanta la paciencia oriental. La respuesta china a las restricciones argentinas a la importación de algunos de sus productos (calzado, juguetes, textiles y electrónicos, principalmente) no se hizo esperar: en los últimos días el gigante asiático comenzó a controlar con mayor celo fitosanitario los embarques de soja y sus derivados, principal producto argentino que cruza medio mundo para llegar a China.

Al menos tres barcos cargados en conjunto con 150.000 toneladas de la oleaginosa, vendidas por Cargill, Louis Dreyfuss y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), fueron revisados con una puntillosidad que sorprendió a los exportadores. Desde 2004 no se registraban episodios similares. Esta vez, luego de los análisis fitosanitarios adicionales (ante la supuesta presencia de una maleza tóxica en el cargamento), las cargas continuaron su recorrido sin otros contratiempos.

En Continental llamaron a gente Dreyfus y dijeron que había habido un control el mes pasado, pero no habían tenido otro inconveniente. Ya estaba todo solucionado.

Un defensor de la gente del campo (no quiero poner el nombre porque no estoy segura) dijo que esta cuestión era por la protección a cierta industria argentina que es ineficiente, que es de mala calidad, que era un error poner en peligro las exportaciones a nuestro mayor comprador, etc. etc.

¡OTRA VEZ SOPA! Diría Mafalda manifestando su disgusto por la comida.

Los argentinos no aprendemos más, en la división internacional del trabajo seguimos con el menor valor agregado posible y, además, cuando se le exige su “colaboración” a cierto sector del campo ponen el grito en el cielo.

Recordaba lo que decía Scalabrini Ortiz sobre ser esclavo de Inglaterra enviando materia prima que luego nos vendía industrializada mucho más cara, o la cuestión del deterioro de los términos de intercambio “cada vez necesitamos más toneladas de trigo u otro cereal para comprar un tractor o cualquier producto manufacturado” (no hablemos del “know how” o de los servicios que nos cobran las empresas extranjeras). En los ’90 importábamos galletitas y budines de Alemania, duraznos al natural de Grecia, choclo en lata de Tailandia, zapatos de cualquier lado, juguetes de otros tantos lugares, hilados y ropa… Tanto venía de afuera que cierto formador de opinión dijo “los argentinos somos libres de importar vinagre francés” (¿¿¿¿vinagre???? ¡Qué manera de seguir tirando manteca al techo! Como a comienzos del siglo XX. Eso sí, en el 2001 más de uno se hacía el sorprendido “porque en este país todo está pata para arriba” – ah! ¿Y vos no tuviste que ver salame, cuando comprabas todo importado y las empresas cerraban? me daban, me dan ganas de decir.)

En mi rudimentario archivo mental visualicé cierta protesta de los chinos en los ’70 porque en varios embarques de trigo había ratas, mugre y otras cuestiones. Recordé a un francés indignado en mi pueblo porque se había hecho el esfuerzo de exportar miel y le habían agregado agua… Recordé muchas guachadas hechas por los exportadores, eso había equivalido a la pérdida de mercados, a controles mayores sobre los elementos utilizados en la producción (agroquímicos prohibidos en los países centrales, por ejemplo).

Así, jugando de víctimas los unos y los otros nos olvidamos de que sería más interesante si cooperáramos, si pensamos en la posibilidad de crecer juntos, en el valor de la honestidad porque perjudicamos a todo el país. Es inmoral que en nuestro país muera gente de hambre o haya chicos desnutridos. Pero ¡claro! Estoy cerca de los 60 y pienso con el idealismo de una adolescente del siglo pasado (digo, porque ahora los chicos piensan de otra forma). Además ¿qué hago realmente para cambiar la situación? Puaj! No me salvo.

Y esta mañana me sorprendió en la radio el conductor que dijo “Restituyeron a la madre biológica los mellicitos. La verdad, en este caso no me atrevo a dar la más mínima opinión.” Reconoció la complejidad del problema. Lo comparé con su colega eufórica del programa anterior, un poco más y pedía la cabeza de la madre “desnaturalizada”. Esa misma “formadora de opinión” que pedía que en Tucumán se cultivaran flores para vender, del mismo modo que lo hace Colombia. Recordé el problema de contaminación y el problema de suelos en África a raíz del cultivo de flores… Pero bueno, soy alguien del montón viendo el mundo desde un limitado punto de vista, con algo de adolescente, con algo de cansancio.

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Sigo tirando botellas al mar, con la esperanza de Sherezade. A propósito del escribir algo cada noche, leí en un blog esto:

Sherezade. Una metáfora de la literatura: un cuento cada noche a cambio de no morir.

La derrota de la muerte siempre es parcial, al final ella siempre llega. Mediante la literatura le arrancamos apenas un día más, pero que merece ser contado. Que esta sea nuestra noche, la de nuestras palabras, que nos mantendrán vivas y vivos.


27.8.07

La radio como despertador

Debería revisar esta costumbre de que sea la voz de ciertos “periodistas” los que me despiertan por la mañana. Tengo el vicio de querer saber algo de lo que pasa en el mundo antes de levantarme. Si me quedo en casa, sigo escuchando la radio, ya no soy la fiel escucha de uno u otro programa, suelo rondar de aquí para allá. Sucede que soy uno de esos ejemplares que mira poco la tele.

El televisor se ha convertido en un aparato para ver películas que no llego a ver en el cine o, en otros momentos, volver a ver una que me haya gustado mucho y me da ganas de analizar o destripar en los pequeños detalles, esos que se me escapan de la conciencia en la simultaneidad de significantes en la pantalla.

Hoy a la mañana, una periodista que nunca me terminó ni me termina de gustar empezó con la cantinela de atacar a un juez porque había devuelto unos mellicitos a su madre biológica. La cuestión era porqué esa madre había dejado la crianza (o guarda) de los niños en mano de una mujer durante seis años, etc. etc. Los teléfonos se avivaron y la gente llamaba dando su opinión; por otro lado, la cuestión del impuestazo. Me gustaría saber si junto con ese aumento se va a modificar lo del impuesto a la riqueza… pero en fin, Todo un zoológico de la clase media descargó durante mucho tiempo su bronca o su crítica sobre el juez, la madre abandónica, Telerman, Macri, macrismo y las etc. . Un joven, acertadamente, explicó que la restitución de los hijos a la madre biológica resultaba de la aplicación de lo que dice la ley, en ese caso lo que debía hacerse era revisar la ley. Una mujer replicó: “a los jueces les falta criterio”. En toda esta cuestión, me ponía a pensar cuánto sabíamos de la madre biológica, de la madre adoptiva, de los niños. Salió al aire una notera con un reportaje a la madre que cuidó a los niños. Todo eran palos para la “mala” madre que ahora que “los tenía criados reclamaba a los niños”. (Supongo que esto es radio interactiva o participativa, cuestión de marketing para que creamos que tenemos voz y voto en lo que se dice, posibilidad de un “cable a tierra” de nuestras propias imbecilidades.) Por supuesto, se podía reconocer en las declaraciones “incitación” de la periodista conductora del programa.

Y me puse a pensar en la función del periodismo, en las definiciones del periodismo.

El DRAE define como periodista a

1. Persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo.

2. com. Persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión.

Mientras que algunos teóricos sostienen que “un periodista es alguien que participa en la formación del contenido del producto del medio masivo, sea en la colección, evaluación, detección, procesamiento o diseminación de las noticias, comentarios o entretenimiento”

Existen varios principios que guían la labor del periodista, el principal de los cuales es el respeto por la verdad y el rigor en la búsqueda de la información. En general, se considera buen periodista al que consigue información relevante, breve y exacta en el menor tiempo posible.

Dentro de todas las delimitaciones o definiciones de lo qué es un periodista, creo que la función como creador de opinión es la que más sobresale. Aún aquellos que se metamorfosean como veraces, ecuánimes, pulcros en su labor y otras tantas cualidades “honrosas” estos señores/as “son humanos, tan humanos que ningún defecto les es ajeno.” Son grandes manipuladores de lo que se informa o esconden, herederos en el arte de los sofistas, son cómplices de los sistemas y no tienen la humildad de reconocer que la verdad que difunden es sólo una arista de verdad que se “vende” en el medio del que participan.

No sé si ser madre es algo instintivo, E. Badinter lo pone en duda, y para mí ser madre no es algo que vienen con nosotros es algo que aprendemos. Por otro lado, recuerdo un trabajo práctico de sicología de mi hija Celes sobre una madre con problemas intelectuales severos y la relación con los hijos que no podía criar. El sufrimiento cuando se los quitaban.

Cierto periodista escribió Cartas a un joven periodista donde citaba a Camus en lo siguiente:

el hom­bre re­bel­de es aquel que sa­be de­cir no, pe­ro en el mo­men­to mis­mo de ex­pre­sar su ne­ga­ción se pre­gun­ta so­bre la cer­te­za y la du­da que la en­vuel­ven. Ser cu­rio­so es cues­tio­nar­se la vi­da, in­te­rro­gar sin pau­sa, sin pie­dad, sin te­mo­res.

Supongo que los periodistas deberían poner esto en práctica a diario, aunque no nos vendría mal a todos los humanos hacerlo. En mi crítica a los periodistas ¿dejé de lado a los "buenos" periodistas? He aquí una pregunta que, como los cuentos de Sherezade, me llevará a cuestionarme sobre mi curiosidad, mi vida, mis temores y la piedad.

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24.8.07

Educando al soberano…

Hace unos años fui a Tucumán, eso fue después que dejó de gobernar cierto militar indeseable, aunque los no militares no fueron mucho mejor, allí vi una de las tantas malas costumbres argentinas.

Dejando de lado esta digresión trataré de ser directa. Si algo me molesta en los lugares públicos es la suciedad (residuos, basura, excrementos, etc. etc.) que los humanos dejan, dejamos o dejaran. Hace unos días apoyé a una mujer que enfrentó a un hombre con su perro en una plaza para chicos. Había un gran cartel con la cara de un perro tachada y debajo el mensaje de “prohibido ingresar con animales”. El “joven” le dijo a la mujer que tuviera también cuidado en su casa porque allí “seguro, tenés miles de bacterias”. Y no pude con mi genio y le dije que se hiciera cargo de la caca de su perro. No era cuestión de dejarla sola.

Bien, así como me molesta la “mugre” en esta que podría decir es “mi ciudad” (aunque nací a mil km), me desagrada que reine la mugre por donde camino, me siento, me duermo, etc.

Dije fui a Tucumán, allí las bolsas de plástico, los envases, los tetra, las latas y las etc. rebasaban rutas, riachos, arroyos, plazas y otros lugares; el colmo fue cuando llegamos a Simoca. Recorrí toda la feria con cáscaras de mandarina en la mano porque no encontré un miserable tacho donde arrojarlas ¿por qué? Porque la gente tiene por costumbre tirar todo por donde camina. Le comenté eso a una socióloga santiagueña, residente en la capital tucumana. Me sorprendió con “si esto te parece sucio ¿qué vas a pensar si vas a Santiago? Para ella Tucumán era un lugar aceptablemente limpio.

Hace un mes Víctor H. Morales (por la mañana en Continental) entrevistó a un australiano residente en Tucumán. El hombre se enamoró de una tucumana, se quedó viviendo en el lugar, se peleó con la lugareña y siguió en la ciudad porque terminó por enamorarse del lugar. Eso sí, le molesta la mugre. Cierto día unas niñas bailaban descalzas sobre la basura, él sintió vergüenza e indignación por la dejadez y junto con amigos (tucumanos) se pusieron a limpiar la zona. El problema era que a los lugareños la ciudad les parecía limpia y que el gobierno de la ciudad no mandaba ni siquiera una camioneta para recolectar las veintitantas bolsas grandes de basura juntada por el grupo de voluntarios. El australiano enamorado de nuestro “jardín de la república” dijo que en Australia en los ’70 habían iniciado una campaña de limpiar los lugares públicos y se había hecho desde las escuelas.

HOY, volviendo de mi trabajo vi como un par de jóvenes leían unos volantes y se sonreían, el comentario fue ¡qué bien! Al llegar a la escuela de la calle Gurruchaga – Villa Crespo (nada de Palermo Queen)- “una bandada de blancas palomitas” se arremolinó a mi alrededor y me informaron el motivo del porqué estaban en la vereda y no en clase.

- Señora ¿Usted está de acuerdo con una ciudad más limpia?

- Por supuesto, contesté

- Nosotros estamos haciendo una campaña- me preguntaron si tenía mascotas, dónde ensucian, qué hago con la basura reciclable, qué me parecen los cartoneros. Una vez que aprobé el examen me entregaron pequeños volantes mientras su maestra sacaba fotos.

En uno de lo volantes está escrito lo siguiente:

“Sr. Ciudadano: Nosotros, los chicos de 5º grado A de la escuela AUSTRALIA, tenemos el agrado de proponerles que nos ayuden para tener una ciudad limpia.

¿Quiere colaborar?

Si quiere siga estos pasos…

  • No dejar que sus mascotas hagan sus excrementos en la vía pública.
  • Tirar los papeles en el tacho
  • Seguir proponiendo ideas, porque nuestra ciudad se merece estar limpia.

Mailén.”

Otro:

“Sr. Vecino: ¿le gustaría tener una ciudad limpia?

Ayudemos a cuidarla, los chicos de 5º grado A de la escuela nº 2 Australia, D. E. 9 te proponen:

  • sacar los residuos en los horarios de 19 a 21 hs.
  • Clasificar las bolsas.
  • No dejar que tu mascota ensucie la vía pública.

GRACIAS

¡¡¡ POR UNA CIUDAD LIMPIA!!!

Y digo yo: ¿será casualidad que la escuela de mi barrio llamada Australia coincida con el ejemplo del australiano?

Felicitaciones señora maestra por su paciencia, por hacer algo por una ciudad a la que tanto maltratamos.

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23.8.07

El sentido inútil

La mujer no sabía cómo ni porqué tenía esas intuiciones sobre vida y muerte de cierta gente. No quería decirlo a viva voz porque ya se sabe, algunos creerían que tenía poderes sobrenaturales, otros dirían que era una chapucera o tal vez dijeran lo peor, que era una embustera (dicho sea de paso esto último también es un adjetivo semejante al chapucera, pero que no es lo mismo, porque decir chapucero suena a cosa hecha de manera tosca y sin demasiadas artes; decir embustero lleva a pensar en el decir disfrazando la mentira con artificio). Supongo que la mujer temía que le dijeran que era supersticiosa, ignorante, primitiva o pagana. Ella tenía un complejo de inferioridad más grande que su persona.

Recordaba a menudo que cuando era muy chica fue a ver un tío, salió enseguida de la habitación y fue al patio debajo de las parras, se sentó seria y silenciosa, la hermana le preguntó: “¿qué te pasa?” y ella fue sincera, le explicó que sentía frío, que sentía que el tío se iba a morir pronto, que el color de la cara era el de la muerte cercana. La hermana la miró con ojos incrédulos y le respondió “Andá, ahora también creés tener poderes de adivinación”. Ella sintió la crítica y le perforó el oído ese “también”, era parte del reflejo de cómo se llevaban. Se fue de allí muy triste, al día siguiente el tío murió. Ella no dijo nada, la hermana tampoco. La mujer recordó que no había sido la primera vez. Había en los gestos, en lo no dicho mucha más información que en las circunstanciales palabras. Tal vez, la mujer estaba transformando todo en signos con inefables lecturas. Ella dijo bajito “tal vez todos pueden entender lo mismo que yo, la cosa es que acepten esa información”.

Cuando su madre se sintió mal la llamó por teléfono y le dijo “tenés que hacerte a la idea” y ella sabía que su madre estaba mal, hacía tres meses que de repente la miró y se dio cuenta que ella iba a morir pronto, pero no quiso aceptar lo evidente y le gritó “Te estás rindiendo sin saber lo que tenés”, ella sabía que ambas sabían. Antes del diagnóstico final ella le dijo al hermano: “tiene el color de los que no van a vivir”; el hermano se enojó y gritó “¡ya la estás condenando! Si no tenés esperanza, todo está perdido.” La mujer miró el rostro cansado de su madre y supo que no podía hacer nada, ya estaba todo dicho y fue así que soñó hasta el día en que su madre moriría. La mujer sabía y no podía decir, tal vez no quería decir porque el dolor de esa despedida era más grande que su pecho.

Pasó el tiempo y cada tanto un encuentro, un ir a despedirse de alguien la inquietaba, ella sabía que después de esa despedida no volvería a ver a esa persona. Cierta vez fue a visitar al padre de un conocido y no pudo estar más que unos minutos en la habitación del hospital, supo de inmediato que la persona ya estaba muriendo aunque hablara y dijera que pronto iría a su casa para estar tranquilo, aún cuando no se lo veía mal y los médicos dijeran que se repondría.

Después la mujer de ese hombre enfermó, todos creían que ella iba a morir, la mujer fue a verla al hospital y la miró. Se sentó a lado de la cama y cerró los ojos. Sintió muy fuerte que iba a vivir, no había signos de muerte. Y fue así.

Ese diagnosticar por la mirada, por el color de la piel, por vaya uno a saber qué fue muy duro cuando vio que su padre iba a morir. En esas vacaciones se sintió mal, llegó a enfermarse y el médico que la atendió le dijo que ella estaba muy triste. ¿Cómo podía explicarle al médico el origen de su angustia? Ella para calmarse pensó: “este año voy a viajar más seguido para estar con mi padre” y no tuvo tiempo, su padre vivió sólo un mes más.

Y fue así que la mujer vio a uno de sus vecinos muy mal, vio el color de su piel, la forma en que caminaba y supo que tenía cáncer. La mujer se quedó tiesa ¿por qué carajos tenía esas visiones? Se repuso rápido, pero no antes que el vecino la viera y la saludara. ¿El hombre se habría dado cuenta de la forma en que ella lo miró? Ella le contó al marido “el vecino de la planta baja está mal, tiene todos los signos de tener cáncer”-¿Cómo sabés? ¿Quién te lo dijo? -No me lo dijo nadie, tiene todos los signos. Y fue así que dos meses después volvió a ver al vecino y ella que no tenía buenas migas con él, lo saludó con una sonrisa, feliz de haberse equivocado, se lo veía saludable. El vecino se acercó y le contó que lo habían operado un tumor en el pulmón (Glup! era cáncer no más). Ella disimuló su impresión y le dijo que se lo veía bien, que su buen ánimo lo iba a ayudar. La mujer se dijo ¡Ay! ¡Carajo! ¿De qué me sirve ver esto si no puedo hacer nada?

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21.8.07

Fin de semana largo


Fuimos a Miramar con mi hermana del alma y su esposo. Hacía mucho frío. Cambiamos de aires, comimos cosas ricas (Uhmmm! Alma de gorda), jugamos al Trivial, a las palabras cruzadas, leí, tejí y oh! Maravilla! Vimos por el ventanal del departamento unos inmensos animales que no supimos distinguir si eran orcas o ballenas porque nos olvidamos el largavista y ellas se encontraban a unos 500 metros dando volteretas, mostrando las aletas y la cola, pero reservando el vientre como para mantener el interés y hacer más difícil diferenciarlas. De allí surgió mi propuesta “¿Y si arreglamos todo para ir un fin de semana a ver a las ballenas en Madryn?” Bueno, tal vez este año sin mayores vueltas lleguemos hasta Península de Valdés.

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El fin de semana estuvo lindo, pero a mí no me terminan de cerrar estos feriados en homenaje a un prócer que se mueven de día. Me parecen una burla comercial. Si está bueno el miniturismo ¿por qué no poner un franco oficial y nacional cada tantos meses? Digo, así nos tomamos un minirespiro, un minidescanso que prolonga el fin de semana y a los que viven del turismo se les el beneficio del trabajo.

El abrazo

En la cocina estaban reunidas las personas grandes de la familia comiendo una picadita, era el comienzo del almuerzo para festejar el día del niño. El “niño” había ido a saludar a su bisabuela, cuando entró, a upa de una de sus abuelas, todos lo saludaban le daban besos regalos, lo distraían. Él miró al fondo y vio a su abuelo, pidió bajarse y caminó hacia el fondo de la cocina. Una de las “tías” se puso en el camino mostrándole las bondades de un regalo, el pequeñín la apartó con la mano y siguió caminando (ya ha empezado a tener objetivos claros, no lo distraen así no más). El abuelo estaba en cuclillas esperando, el niño llegó hasta él abu, lo abrazó y le dio unas palmaditas (semejantes a las que el abu le da cuando lo hace dormir). Una de las tías cerró la escena diciendo “Al abu vamos a tener que comprarle pañales”. El abu tenía los ojos brillosos y yo también.

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12.8.07

mientras hay esperanza

Decir Pérez en Argentina nos lleva a pensar que no son tantos como los Garcías o Gonzalez en la guía telefónica, pero son unos cuantos.

Decir Patricia también nos lleva a pensar que es un nombre tan popular como María, pero menos, si juntamos Patricia con Pérez, en la guía de la C. A. Bs. As., nos encontramos con un par de docenas. No sé cuántas hay en La Plata, pero esto no es lo esencial porque lo que quiero es referirme a una Patricia Pérez en especial de esa ciudad.

La escuché hoy por la mañana, en Continental tras la lectura de esta noticia:

La argentina Patricia Pérez ha sido propuesta candidata a Premio Nobel de la Paz 2007 por su lucha contra el SIDA en los últimos 20 años



Por primera vez en la historia del Nobel y también desde la aparición de la epidemia del SIDA, una mujer que vive con el VIH es nominada candidata a obtener el Nobel de la Paz. Patricia Pérez, nacida en Buenos Aires en el barrio de San Telmo, que vive en La Plata desde 2001, es una reconocida dirigente mundial de la organización que ayudó a fundar en 1992, la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH SIDA (ICW- sigla en inglés) es una de las 5 sobrevivientes de las 30 fundadoras. Patricia desde la fundación de ICW, integra la Junta Directiva Mundial, y fundó ICW Latina de la cual es en la actualidad Secretaria Regional para América Latina y el Caribe También ha trabajado en países de África y Asia, formando grupos de mujeres de ICW Mundial. Más de 30 países de estos tres continentes saben de la tarea de Patricia, que le ha valido esta extraordinaria nominación al Nobel de la Paz.

La propuesta fue elevada a través de la Cancillería hondureña, tras la iniciativa de la coordinadora de la Coalisión de Primeras Damas de Latinoamérica y Caribe, Doña Xiomara Castro de Zelaya, Primera Dama de Honduras, quien dirigió una carta de nominación al Comité Noruego del Nobel de la Paz, debido a los trabajos compartidos con Patricia, miembro de dicha Coalisión de 1º Damas y mujeres líderes, al quedar " impactada por la tarea de Patricia en los países de la región y su trato cálido y permanente con las mujeres, niñas y adolescentes más necesitadas". Un nuevo perfil en la tarea por la Paz y en la respuesta al SIDA Con esta nominación, la estrategia de ampliar el concepto de Paz, sigue la línea trazada en 2005 con la Sra. Wangari Maathai, por su lucha por el Medio Ambiente y en 2006 con Muhammad Yunnus en el Banco de los Pobres.

Esta nominación es un merecido premio para la tarea de Patricia, quien ha sido, además, una de las 15 personalidades mundiales invitadas oportunamente por Koffi Annan para consulta previa de la Asamblea extraordinaria sobre SIDA que Naciones Unidas realizó en 2001. Además, esta nominación es una herramienta más para mejorar la respuesta mundial a la pandemia del SIDA.

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"En 1986 me enteré que tenía el virus del VIH y fue un balde de agua fría, yo tenía 24 años. Por aquellos tiempos no era lo mismo que ahora recibir un resultado positivo. En ese momento no tenías a quien preguntarle nada".

"Estaba muy angustiada y lloraba sin saber que hacer, pensaba que me moría. Entonces me dije... si me voy a morir no será esperando sentada que llegue ese momento... "

Hace 20 años no había las expectativas de vida que hay hoy, después de cierta inmovilidad, se puso a trabajar primero en función de ella, consultó con médicos sobre qué hacer, en las esperas se encontró con otros, empezó por transmitir experiencias sobre el tema.

Ella nos habla de discriminación y autodescriminación, de la esperanza por modificar la situación, de la importancia de la familia, del equilibrio entre la ayuda, la protección, la invasión y las posibilidades de salir de la depresión.

Ella pide a los laboratorios que entiendan que los medicamentos son algo más que un negocio, la gente muere por no tener acceso a un tratamiento.

Los tratamientos con retrovirales son de por vida, las personas muchas veces no saben cómo enfrentar esa situación (después me quejo por un par de medicamentos que deberé tomar de por vida y algunas consecuencias menores ¡los quejoso deberíamos aprender de Patricia Pérez!). También nos llama la atención con la necesidad de contención que tienen los enfermos de SIDA (supongo como otros enfermos, por ejemplo los de cáncer, etc. etc.)

"El sida no es una cuestión médica, sino social". Si bien se dedica mucho dinero para combatir al SIDA, no siempre este dinero se transforma en acciones favorables a los enfermos, o en tratamientos, en campañas de prevención favorables al conjunto de la sociedad. No creo que haya una enfermedad por sobre otra, sino que los Estados deben garantizar la salud de la población.

Para P.P. es muy importante la visibilidad de las mujeres y que más de ellas trabajen en favor de los derechos de las niñas, las mujeres y las adolescentes.

Hay Gobiernos en América Latina que destinan muy pocos recursos para paliar el flagelo del SIDA, otros los destinan, pero los recursos están mal utilizados. …esto me enoja mucho, hace 20 años comencé a tratar de hacer cosas y aún sigo haciéndolo.

"Yo creo que lo más importante es que mientras uno respira, hay esperanza, y mientras hay esperanza uno puede hacer las cosas", le contó Pérez a BBC Estudio Abierto, un programa en el que respondió a algunas preguntas de lectores.

6.8.07

Carnicería de Borges


Un jueves de Julio sentada en un café, choluleando sobre temas de la charla a la que asistí, alguien dijo algo sobre el concepto de familia; otro, algo sobre representación de los artistas, siguió otro sobre el escalofríante mundo de la danza (las exigencias, la bulimia, la anorexia, la pérdida del placer por bailar), y entre tantas idas y venidas le pregunté a Claudia -la profesora- si iban a dar otro curso sobre Borges y la filosofía con Alicia (otra profesora). De allí la joven que se dedica a conectar “actores, cantantes, bailarines, etc.” con los medios de comunicación me preguntó: ¿Viste Borges de Rodrigo García? Después de verlo te va a resultar difícil querer seguir leyéndolo.

¿Quién es Rodrigo García? (RG en adelante) ¡Ni idea! antes de que pudiera preguntar la charla fue derivando hacia otro rumbo y luego era tarde, no hubo oportunidad de que le pidiera el teléfono a la joven y así fue que busqué dónde se estaba dando Borges de RG.

Así fue que mi santo marido, que no le gusta para nada este tipo de teatro, reservó entradas y el sábado allí estábamos sentaditos, en una sala pequeña, con una escenografía reducida al mínimo, frente a dos hombres descalzos que nos daban la espalda y el rostro fotocopiado de Borges pendiendo de dos hilos, con su cara ciega, con ese gesto congelado en miles de reproducciones y en el piso, bajo un changuito de supermercado, un dibujo del rostro de Borges cortado en cuadrados (casi en un infantil rompecabeza). Y me crucé de brazos (quizá para defenderme del posible ataque porque me gusta Borges aunque lo entienda a medias), no había querido leer nada sobre el RG ni sobre el texto, quería que me sorprendiera.

Supongo que en el texto teatral hay mucho de autobiografía, RG cuenta cómo admiraba a Borges cuando era un adolescente y parte de la primera vez que lo vio en el Tortoni junto a Octavio Paz “dos poetas insignes que nunca se mojaron por nadie y al fondo unos desconocidos jugaban al billar”. Y él joven Rodrigo que se acerca y no puede hablarles, ni decirles nada cuando pasa al lado rumbo al baño.

RG habla con resentimiento del ciego que todos celebran, saludan y, cierta forma, protegen y mantienen puesto que en la India “se morirían de hambre”. Y Borges, el ciego que “no puede contar ni siquiera de manera simple su ceguera” se transforma en lo que un artista no debería ser. Borges no da cuenta sobre lo que la realidad (tal vez porque es ciego y no la ve –dice RG)

RG –cuya primera profesión fue la de carnicero- mata a su padre simbólico en un relato disparatado, dinamitando la tumba de Borges en Ginebra y hace que los pedazos lleguen hasta BAires. Los pedazos caen sobre la entrada de la puerta 7 de la cancha de Boca. Caen sobre los choripanes que comen los hinchas del “Boca” que lo escupen al campo con un eufórico grito de GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL. Muerte simbólica ya que dicen que a Borges no le gustaba el fútbol, tal vez él dijo ignorar quien era el director técnico durante el mundial del '78 (que según parece era medio zurdito Je!) Digamos: mientras había desaparecidos nuestro país gritaba también Gooooool! Y éramos “derechos y humanos”. (RG se olvidó de esto, por eso pienso que Borges es tan argentino como cualquiera de nosotros y no es el único culpable.)

¡Gritan gol con la boca llena de Jorge Luis Borges, escupen a un hombre importante, ojo!

Me pregunto ¿Qué habría sido de RG sin Borges? ¿Cuánto de él es un remedo del mismísimo Borges al que detesta? RG que habla del decir directamente, de lo popular" ¿Cuánta gente como mi marido gustaría de su obra? Digo, porque RG critica la falta de llaneza en el discurso (el texto teatral es un puzle que hay que armar, si bien tengo en cuenta aquello de que se comunica más por lo emotivo que por lo racional) ¿La escritura debe reducirse al relato de la realidad? ¿No está para eso el periodistmo? ¿De qué realidad me habla? Borges cómplice ¿Qué lectura podríamos hacer de “Casa Tomada de Cortázar”? ¿Del almuerzo que dio la Junta militar y al que asistieron unos cuantos escritores después del golpe del ’76? (Algunos después se rasgaron las vestiduras, sólo después.)

Leí una crítica de la presentación en Madrid, dado que RG estuvo bastante tiempo por allí haciendo teatro (1989 la compañía La Carnicería Teatro) con un video (troquelado de imágenes donde aparece Borges asintiendo con la cabeza, un perro de bandeja trasera de coche, cuya cabeza se balancea al igual que la de Borges y una felación en primer plano donde una chica mueve la cabeza al mismo ritmo que Borges y el perro) que aquí no mostró (¿?).

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Personalmente, a comienzo de los ’80 odiaba a Borges. Después de haber visto a unos cuantos escritores (que deseaban emular al ciego) de escuchar sus referencias sobre escritores jóvenes, sobre los talleres literarios, etc. (inclusive en una sede de PC) fui una vez a la casa de una escritora donde estaba Borges. Escuché cómo hablaba, cómo trataba a la gente, cómo recibía y comentaba lo que le decían. En Filosofía y Letras se hablaba de él como profesor y de inmediato hice el paralelo con algunos profesores “progres”, sus aires de divos y la diferencia con las anécdotas sobre Borges. Tuvo Borges la posibilidad de una Biblioteca desde niño, tal vez, como no la tuve yo. Supongo que aunque la hubiera tenido, no habría podido escribir nunca un cuento como “Los dos reyes y los dos laberintos”, “La casa de Asterión”, “Emma Zuns”… o un poema como “Génesis”, digo, por nombrar algunos de los que a mí me gustaron. Tal vez no pueda escribir ni un solo renglón como Borges, ni saber un poco de literatura y no por ello voy a tirar bosta sobre Borges, ni descuartizarlo como en una carnicería.

CARNICERÍA
Jorge Luis Borges

Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle
sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charra y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo.

2.8.07

Nuevos vecinos

Entre obiectus, proiectus y subiectus

(lo arrojado, lo representado y ¿lo sometido?)

Un día de tantos hice el mismo recorrido en auto hacia la casa de mi hija Celes.

En un momento dado transité la misma “S” -al llegar a Rivadavia- que hacen los colectivos o los autos en que viajo, miré los edificios y me pregunté si eso que yo veía era lo mismo que verían los demás. Me separé un instante de eso que parecía conocido, rutinario y me pregunté por los detalles que se me escaparon, se me escapan y escaparan, por la intensidad de los colores (¡Cierto! No hay colores), también ciertas distorsiones oculares llevan a percibir de manera diferente las formas… entonces no podía calcular las diferencias, ni las similitudes de mi percepción. El ponerles “nombre” (una palabra) no es más que un procedimiento de un código que cada quién le da sentido.

Recordé que cierta vez alguien me dijo que teníamos que aceptar la “realidad” y, ni lerda ni perezosa, le pregunté de qué realidad estábamos hablando, me respondió: “aquello que no se discute, por ejemplo, esto es una naranja.” Lo que se estaba por comer, sin duda, era algo que en castellano llamamos “naranja” y me pregunté sobre la seguridad de la percepción de lo “real” de mi interlocutor. Si le decía algo sobre la relatividad de la percepción o del lenguaje, seguro que me iba a mandar lejos o tal vez me diría que estaba cada día más loca. Además, no venía a cuento dialogar cuando él otro piensa que ciertos temas son una pérdida de tiempo.

En el pequeño viaje seguí metida en el laberinto de lo que “proyectaba” hacia esas figuras (se me enredaban con algo que había leído). Eran figuras quietas o móviles, olorosas y texturadas que llamaban mi atención, pensaba en mí cuando era niña ¿cómo?, ¿cuándo proyecté mis intuiciones básicas de espacio y tiempo hacia fuera?, ¿cómo aprendí a distinguir los olores? ¿los sabores? ¿los nombres que a veces se me confunden? En un juego hacia fuera y hacia dentro fui “percibiendo” objetos (que no serían tales) si yo no les prestara atención.

Recordé la visita a una mujer ciega. Llegamos juntas a la casa. La persiana estaba baja, la luz apagada, era el reino de la penumbra, ella caminaba sin chocarse con los muebles. Reparó en el detalle y me dijo “Perdón, no debés ver nada. Encendé la luz”. Le dije que en realidad lo notaba porque afuera había mucha luz, pero me adaptaría (me sonreí pensando en el prisionero de La Caverna) y no me ocupé de buscar la llave de luz. Entre sombras vi que la anfitriona iba hasta el baño y buscaba un lápiz de labio, estuve a punto de decirle que no iba a ver para pintarse y me di cuenta a tiempo de mi estupidez.

Salimos, nos fuimos a tomar un café. Me contó su historia. No era ciega de nacimiento, había perdido la vista lentamente, pero eso no le había impedido estudiar psicología y en ese momento hacer locución para radio.

Pensé en René, la joven que acompañé una vez -cuando el colectivero se pasó de parada y ella no sabía volver hasta el club- para practicar bala. En el trayecto me contó que iba a participar en las próximas olimpiadas para discapacitados.

Y no es raro que me haya acordado de dos personas ciegas al volver y revolver sobre mis deseos de recuperar un poco el asombro en la percepción de lo “real” (con todo lo que puede significar “asombro” hasta llegar al estupor o la estupidez), puesto que quien ve con los ojos no necesariamente ve más.

Supongo que muchas personas andan seguras por la vida con que esto es “ESTO” o “AQUELLO” y “no me vengas con pavadas de que algo es y no es”.

Así alguien dice “dinero” y podemos percibir o acordar que se trata de “un medio de pago de aceptación general que puede adoptar la forma de monedas metálicas o billetes de papel, etc., etc.” Para otros puede ser un elemento que le calme los nervios, les cumpla los deseos, le sirva para tener poder o para cierto estatus social. Los signos significan (¡Basta! Eso lo dijo Jung, no es necesario aclararlo, en el afán de aclarar uno puede oscurecer.)

Sucede que lo que me ocurrió el día del pequeño viaje hacia fuera y hacia dentro es común en mí. Preguntarme sobre lo que está frente a mí, sobre mis condicionamientos para ver que me ocultan otras posibilidades de ver (mis pro-iectum) y las formas en que me ven (cuando los otros me transforman en sujeto y proyectan sus categorías en mí).

Así, mi nueva vecina dijo “¡Ah! Se conocen muchísimo” al enterarse que los anteriores vecinos y nosotros habíamos vivido 15 años en el mismo edificio.

Y con la misma estupidez que me caracteriza, en lo referido a la precisión del lenguaje (no digan nada, en otras cosas también tengo la misma cualidad) le arrojé un “no”. Un poco más y me pongo a explicarle que en mi diccionario personal (bastante adaptado al DRAE) los encuentros casuales con una persona (aunque sean diarios y en el trabajo) no implica “conocerla” y ni qué contar de mi confesión “soy poco sociable” que asustó a mis nuevos vecinos. Supongo que debí aclarar que entiendo como sociable a una persona “naturalmente inclinado al trato y relación con las personas o que gusta de ello”, porque yo dije “poco sociable” y no “insociable” que sería: “huraño o intratable, o que no tiene condiciones para el trato social”. Hasta donde yo sé saludo, respondo a las preguntas cortésmente, sonrío de vez en cuando, pero no insulto, ni les grito, ni me como crudo a ningún vecino. Bueno, bueno. Todo es cuestión de percepción de la realidad. ¿Con qué ojos me habrán visto ellos? ¿No?