29.9.06

Prontito por la salida…

Esto es algo que suelen decir en nuestro grupo de amigos refiriéndose a la muerte que inexorable nos espera al final de nuestro camino; la salida ¿el comienzo de un nuevo sendero? Sobre todo lo repiten con el ánimo de llamarnos la atención para disfrutar de la vida, sobre todo cuando alguien de nuestra edad o más joven ha muerto.
Cuando era muy chica una de mis tías se arrojó en un brazo del río, supe por primera vez de la muerte a través del llanto de mi madre que cayó de rodilladas en la vereda, asocié a mi tía una canción que decía “si Adelita se fuera con otro…” sentí que como a todos sus novios había elegido mal, otra vez (eso decían). Esa vez ella había buscado como novio a un río negro y lleno de remolinos que la ahogó.
Casi dos años después, vi a mi abuelo paterno apagarse de a poquito y no me sorprendió el día que nos dejó, lo lloré hasta quedarme sin lágrimas, fue un 18 de febrero; muchos años después, en otro 18 de febrero, nació Rocío como un capullo rosadito, una de esas compensaciones que da la vida.
A mis siete años, dos compañeros de colegio murieron aplastados por una barranca; ya adolescente más de un par de amigos o conocidos murieron de forma inesperada en accidentes, dos de ellos en el río. Así la muerte, ese algo desconocido, con el que mi fui familiarizando, era la de los otros. Después le siguieron otras muertes, la de parientes, conocidos, compañeros… la distancia afectiva sólo me llevó a preguntarme por mi propia muerte. Llegó el tiempo en que afectos cercanos partieron y no los lloré a los gritos, alimenté primero la bronca de que se fueran, luego amasé nostalgia y me prometí recordarlos, tenerlos vivos en mi corazón y empecinadamente los traigo a mi vida por algo que me dijeron, por el amor que me dieron, por sus enseñanzas… Así hago algunas comidas que aprendí de mis madres, limpio u ordeno mi casa como lo hacían ellas, tejo o cuido las plantas pensando en ellas; recuerdo a mi abuelo griego y cómo, sin quererlo, me transmitió ciertos gustos por las comidas. Eso lo supe cuando, cuarenta años después de su muerte, me senté en un restaurante griego y al ver lo que tenía cada plato vi a mi abuelo cocinando, las veces en que me sentaba a su lado mientras asaba un chivito adobado con mucho ajo, o cuando me regocijaba con una sopa a la reina, o mi encantamiento frente a los “niños” envueltos en hojas de parra y tantas otras cosas que se servían en los almuerzos o cenas compartidas. Nunca me había preguntado por lo que me gustaba comer, ni sabía si cada comida era originaria de la Argentina o de dónde, simplemente comía. Tomé una servilleta y anoté los nombres en griego, se me llenaron los ojos de lágrimas. Volví apretadamente a pensar que mi abuelo se había ido… sin volver a su país, su isla, su pueblo. La historia de su madre me conmovió, iba hasta al río a lavar la ropa y luego subía a un lugar desde donde miraba llegar los barcos. Tenía la esperanza de que sus hijos volvieran. Me lo contó un primo que visitó hasta la isla de Rodas
Hace unos años leí los ensayos de Montaigne, presté atención a las veces que él dice que no se nos enseña nada sobre la muerte. Él escribía en un tiempo en que estar enfermo equivalía a muerte segura, él estaba enfermo. Sin embargo, gracias a su situación económica podía cuidarse, escribir y sobrevivir. El año pasado una de mis Marías tenía que hacer un trabajo y volví a releer los ensayos, me enganché con el mismo tema.
Entonces me pongo a pensar en que he recorrido un camino. ¿Largo? ¿Corto? Depende de quién lo mida. Sé que caminé de alguna forma en cuatro patas, me erguí sobre dos, estudié, me enamoré, me casé, fuimos dos, tres, cinco, seis… Pauli, Maru, Celes, Rochi. Cuatro Marías nos acompañan, una de ellas nos dio un nieto que nos tiene embobados ¿y somos más o hemos vuelto a ser dos? Nuestro nido por momentos se llena de gente, en otros estamos los dos solos, como hoy en que hablamos sobre nuestras nanas, sobre cómo nos tenemos que tomar lo que queda de nuestras vidas. Me di cuenta de las tareas pendientes y de las urgencias. Sonrío, tuvimos cuatro hijas, planté un árbol (el pobre cuando alcanzó más de cinco metros lo derribaron para hacer un edificio) el libro está pendiente… pero por sobre todo no preparé a mis seres queridos para mi ausencia. Así le digo a Víctor que me siento egoísta, que por un lado me siento mal porque no puedo cuidar a Nicolás, pero que hoy me puse a pensar que después de todo es buenísimo que me pasen cosas a mí y no al resto de la familia, no lo resistiría. “No quiero imaginarme ese dolor” le digo con lágrimas en los ojos. Él me cuenta que se puso a pensar si era mejor irse él primero o cinco minuto después de mi muerte. Le conté que nuestras hijas se sentían mal por lo que nos pasaba o nos podía pasar. Para Víctor es probable que nuestras hijas se sintieran mal porque temen que si se muere uno, el otro lo sigue. Los dos teníamos presente la insistencia de Paula de llevar el respirador para Víctor al sanatorio, la preocupación de Celeste por lo que me pasaba, la aparición de todas más el bebé en el sanatorio, un estado de ánimo "nerviosito" en general… Entonces resolvimos que tenemos que enseñarles que del mismo modo que se fueron nuestros padres también nos iremos nosotros; que nosotros seguimos viviendo después de sus muertes, que fuimos capaces de tener nuestras vidas y que la hemos saboreado a nuestro modo y que la continuidad de nuestros padres estuvo en nosotros, nosotros esperamos estar en ellas.
Entonces nos abrazamos y nos besamos como dos novios, recordé que le pedí a Paula que grabara la canción de Celia Cruz donde dice “la vida es corta”, digo para mañana. Le conté que no me gustaba la cantante por el elogio que había hecho al innombrable, pero que ahora que se había muerto me parecía alegre su canción. Omití decirle: no he brillado por mi buen humor ni por mi alegría de vivir, pero me gustaría que recordaran que aún en los peores momentos siempre festejé la vida. Me gustaría que aprendieran a pensar que no somos irrompibles, que somos mortales y que verlas felices es el mejor regalo que nos pueden hacer.
Cada día debemos disfrutarlo como si fuera único, tal vez, eso, mañana sea el remedio que nos cure de la nostalgia.
Mamá

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Sé que en algún momento lo van a leer y para no andar llorisqueando en comunidad, es mejor que mañana nos reunamos para comer las cosas ricas que cociné (¡espero que estén ricas!), cantar, reír y bailar. Espero que sea un buen día, el mejor, todos juntos cantando el feliz cumple a papi.

28.9.06

Un hermoso día …

Lunes -12 horas – Llegué a casa de Celeste para cuidar a Nicolás, me preocupaba no estar a horario, pero todo parecía conjugarse para salir bien. Celes estaba preocupada por la materia que iba a cursar. Le dije que si perdía la materia no se hiciera problemas, siempre hay algo peor.
Abracé a Nico y le di un beso a manera de saludo. Le di la mamadera, lo tuve a upa, lo cambié, se durmió. En esa media hora aproveché para limpiar y ordenar algo, una ayuda para mi Celes. Mientras tanto recordaba las veces que mi segunda mamá venía a colaborar conmigo o cuando mi mamá venía a visitarme y durante una semana trataba de dar vuelta la casa para que yo tuviera menos trabajo. Siempre decía: “mamá está subiendo al colectivo y sigue planchando.”
Nico se despertó, salimos a dar un paseo. Volvimos. El pequeñín dormía. Me sentí tranquila. Cuando se despertó puse una mantita en el suelo donde lo acosté, jugamos. Nico estaba hiperactivo, revoleaba los libritos, un sonajero, apoyaba los talones en el suelo y se desplazaba con mantita y todo. Hizo un montón de variantes de sonidos, morisquetas, sonrisas, gestos… Cuando lo sentaba en mis piernas se apoyaba en los talones, hacia fuerza y se paraba, después pretendía caminar, pasar por arriba de mis piernas… Para ese entonces había vuelto Ezequiel, el papá, y le decía que no me gustaba dejarlo que se parara con solo cuatro meses. Me sentía bien, cuidar a mi nieto me hacía muy feliz.
Regresé a casa. Me sentía un poco cansada. No podía fijar la atención. Me puse a perder el tiempo, miré una película intrascendente, no me sentía con ánimo como para corregir las pruebas. Vino Víctor, le serví algo de comer. Me disponía a cenar cuando llamó Rocío. Estábamos hablando de preparativos, de lo que nos quedaba del día y le dije “te voy a cortar, me siento un poquito mal”. Fue en ese instante que el mareo anunciado se convirtió en vértigo, sentía que el piso, el techo, las paredes los muebles se movían. Me acosté en el piso, le pedí a Víctor que apagara el televisor, cerré los ojos, fue peor, todo seguía moviéndose en mi cabeza y no lo calmaba que abriera o cerrara los ojos.
“Llamá la emergencia”. Claudiqué, pensando en lo que se iba a venir. Internación, control, nueva tanda de estudios. Este nuevo episodio me traería consecuencias no queridas. Ya no tendría más lunes a solas con Nico… después pensé en Víctor, en mis hijas, en que no quería preocuparlos, en los preparativos de un cumpleaños, en todo lo que quedaba atrás. El rostro feliz de mi nieto, las sonrisas, los sonidos que simularon una larga conversación, su contacto alucinante con los libros, el querer pasar sobre mis piernas… todo pasó más de una vez por mis pensamientos confusos.
Han pasado dos días. Hoy le dije a una de las médicas: “No entiendo, porqué ahora, mi familia está bien, estoy bien con mis hijas, hace más de 30 años que tengo un buen matrimonio, no tenemos problemas económicos, no me los hago tampoco, tengo un nieto que es un sol … ¿Por qué ahora?”.
Recordé que siempre se puede estar peor, entonces me inclino por aceptar lo que no puedo cambiar y disfrutar las “miguitas que me tocan en este jardín”.

Nico… ya no soy una abuela confiable para estar a solas con vos, pero me las voy a ingeniar para no perder tus sonrisas, tu andar por la vida. Hace menos de un año yo no sabía lo que era amarte como hasta hoy. Debo celebrar que por lo menos tuve unas horas de felicidad a solas, quizás uno de los días más divertidos de mi vida.

24.9.06

En consideración a mis diferencias…

Entre lo público y lo privado.

“Debemos respetar la forma de pensar”. “Necesitamos del consenso”. “El derecho de las minorías”. Está muy bien, pero algo me “huele mal en Dinamarca y aquí cerca”.

Michael Apple, uno de esos intelectuales yanquis que hacen ciertas las diferencias, planteó en El conocimiento oficial la necesidad de comprender la crisis de valores por el descreimiento debido a la manipulación de la confianza de las personas. Por otro lado, señala que los movimientos basados en las diferencias regionales, raciales, sexuales y religiosas resquebrajaron el sentido del bien común.
La pérdida (o culpa de la caída) de movimientos masivos fue asignada a los ‘60 y’70 por la forma de pensar que trajeron. Una idea fuerza, actualmente: es el de una sociedad basada en el individuo, en la oportunidad del mercado y en drástica reducción de la intervención y la asistencia del Estado.
Apple señala a la derecha hegemonizando el discurso de grupos diferentes según la raza, género, clase social, religión, sexo.
Aconseja a desconfiar de los “espacios” democráticos para tratar la diferencia. En resumen: Aquí viene bien puedo recuperar un residuo congnitivo -que no sé de donde viene, pero que funciona en estos casos, el “divide y reinarás” y que los hermanos sean unidos...
Así es que me gustaría en medio de la situación actual reunirme con algunos pocos y patear el tablero, si se trata de izquierda o de derechas no lo sé, que las minorías se pongan de acuerdo para convivir razonablemente en esta ciudad.
Como minoría me pregunto ¿Por qué cuernos existe gente que no respeta transitar por los carriles normales de las autopistas y se adelanta por la banquina? ¿No habría que sancionarlos y en lugar de cobrarles multas detenerlos para que pierdan todo el tiempo que quisieron ganar?
El domingo pasado, nuestro auto se quedó parado en la autopista del Sol, después de la curva del peaje, mi esposo lo estacionó en la banquina como corresponde. Pusimos un triángulo indicador, pero parecía que no lo veían. Así que como el auto tiene el tanque de gas atrás sentí miedo –más por el que chocara que por nosotros que habíamos abandonado el auto- me desplacé unos cien metros en sentido contrario de donde íbamos y empecé a hacer señas con un pulóver (el espacio donde me paré era incómodo, entre el guarda rail y el alambrado habría unos 20 cms, quedarme en la banquina era peligroso, dentro del auto peor…) Como si fuera poco, más de un tarado me tomaba el pelo, no hubiera sido necesario si cada quien iba por donde debía .

Hoy fui al parque del Centenario. Después de años de que el parque estuviera sucio, destrozado y sin pasto en los canteros, lo abrieron reparado. El parque está cercado y a la entrada de cada puerta hay un cartel donde dice lo que está prohibido. Aún cuando sepan leer, ignoran el que no deben entrar con perros, andar en bicicleta y ponerse a jugar en el pasto. Hay sólo tres guardias de seguridad, cuando le llaman la atención a los que no cumplen con la reglamentación suelen tener duros enfrentamientos. Un hombre le dio una tarjeta a uno de los guardias (que no hace más que su trabajo), que decía algo así como secretario privado de un tal Varela. Le pidió el nombre al guardia (en actitud más que visible de amenaza) porque según parece no tenía derecho a prohibirle a nadie que pise el pasto. No estaba cerca, porque me hubiera gustado que a mí también me diera la tarjeta para poder escracharlo con todas las letras. En menos de media hora vi un que pareja ingresó con un perro, un grandulón anduvo en bicicleta, un grupo de pibes le tirab piedras a los peces y un permisivo sostenía que había que acostumbrarse a que no todos pensaran en un parque ordenado como nos gusta a nosotros, hay gente que no le importa el parque limpio y con pasto. Y digo yo: Si no les gusta el parque con pasto, sin cagada de perros, etc. etc. ¿por qué van? Después de todo hay una minoría que también tiene derechos y NO NOS GUSTA UN PARQUE SUCIO, ROTO Y SIN PLANTAS.

Tampoco me gusta que cuando voy en el colectivo la gente, se empuje, se insulte, hable a los gritos y cuente sus relaciones amorosas sexuales y las etc. en mi oreja, sobre todo cuando vuelvo cansada después de trabajar todo el día. Existe un espacio privado y otro público. Si no aprendemos a respetar el espacio del otro ¿qué nos puede pasar? El martes pasado venía en el colectivo a eso de las 21 horas, un par de jovencitas hablaba a los gritos en mi oreja, a mi lado venían otras mujeres. La que estaba a mi lado le comentó a la que estaba enfrente: “esto es un manicomio, tengo ganas de bajarme”. No tenía ganas de polemizar con nadie, me dolía cada centímetro de mi cuerpo, sé que los demás no tenían la culpa de mi estado, pero hubiera sido más placentero si alguien hubiera tenido presente algo así como ética, o sea “un poco, solo un poco de cuidado o respeto por el otro”.

Me considero un animal en extinción, sé que soy diferente, una achanchada señora a la que le gustaría que como minoría la respetaran. Me gustaría una ciudad más limpia, donde ciertas personas saquen su basura en horario y de la forma que corresponde. Sé que hay personas que revuelven y pueden dejar basura tirada, eso me duele y me avergüenza, no es a ellos que reclamo Más de una vez veo cómo tiran basura por la ventanilla de un auto y no se trata de indigentes, hay otros que van por la calle y tiran papeles, latas o cosas más voluminosas. He tenido con ellos más de una discusión. Me gustaría que quienes manejan lo hagan respetando las leyes de tránsito, que quienes transitan por la ciudad respeten lo público, que haya menos contaminación visual y ambiental, etc. etc. Sí, soy diferente, si los demás piden que se los respete yo también creo tener ese derecho.
Sé que hay cosas más importantes que arreglar, pero sería bueno que lo que se gasta en estas pavadas se pudiera destinar a hospitales, escuelas y otros servicios públicos si cuidáramos nuestro espacio público.

23.9.06

Hace 18 años

En un día como hoy, hace 18 años, mi madre se marchó de entre los vivos. Me quedó el recuerdo de un sueño premonitorio, la persistencia del “así decía mamá”, “mamá me dijo”, “mamá hacía…”, “mamá me enseñó”…
Mi hija Paula me dijo: Estoy preocupada. Tengo miedo de que no me alcance el tiempo. Me salió más trabajo.
Le contesté: Mirá sobre la marcha. Mi mamá te diría “tenés que organizarte”. Me salió del alma.

Escuché al cantante de Callejeros decir “Mi padre dice que está muerto aquél que nadie recuerda.” Es una frase que yo suelo usar a propósito de un texto de Lorca. La tradición manda que esté más vivo que nunca aquél que se ha marchado para siempre y entró en la inmortalidad. Mi madre sigue en mí en muchos detalles, aún cuando ya casi no recuerdo su voz, cuando tengo dudas me pregunto que diría ella, sé que es probable que no voy a hacer lo que ella hubiera hecho, pero siempre tengo en cuenta alguno de sus tirones de oreja.
Mi madre fue una mujer como tantas otras, tuvo una infancia terrible, una adolescencia cruel y un matrimonio poco satisfactorio. Se unió a mi padre, otra alma a la deriva Cocinaba muy bien, me enseñó el lujo de una casa con olor a limpio y ordenada, a pelearle a la vida las posibilidades aunque me pusieran barreras. Tenía ojos verdes, casi todo el tiempo, a veces variaban con la intensidad de la luz, la piel blanca, el pelo negro una cara bonita y una agradable figura. Decían que era hermosa, para mí por supuesto lo era… el día que se marchó pensé en todas las veces que desperdiciamos la vida. Siempre me quedó la duda si le dije lo mucho que la amaba, digo, como para darle unas miguitas de ternura de tanta que le hizo falta.

22.9.06

Del tío Sam y otros tíos que hablan

Chávez mencionó un libro de Chomsky. UUUUAAAHHH! El libro pasó a estar entre los primeros 10 más vendidos del mundo. ¡Caray! ¡Qué buen marketing! ¿A Chomsky le interesará ese marketing?
Cierto es que el hombre se presta pa’ la polémica. ¿Qué hombre? Chomsky, por supuesto. Convengamos que Chávez se robó el show, pero si bien salió en todos lados los hipócritas minimizan sus dichos como "en una democracia todos tienen derecho a expresarse" (¿el que no tiene capital monetario o simbólico también Mrs? ¡¡¡Andá!!!). No obstante a mí Chávez no termina de convencerme, pero dijo algo que me hizo recordar a Mafalda, la historieta de Quino. La ONU como organismo inservible, para reunirse, saludarse (lugar donde se hacen sociales, que le dicen), pero inoperante.
Volvamos a Chomsky, hay quienes lo aman, algunos dice que tiene acólitos (seguidores o satélites) otros lo defenestran por zurdo, de tibia izquierda, marxista, hijo de ruso, deshonra para la patria (entre otras cosas porque estuvo en contra de la guerra de Vietnam, la invasión a Irak, el terrorismo estadounidense, etc. etc), se le acusa por manejo manipulatorio de información, puesto que menciona hechos y los analiza sacándolos de contexto histórico significativo (¡sic!) lo cual llevaría a una interpretación errónea producto de “la mente enferma de don Noam”.
Perdón por mi terrible ignorancia, pero ¿se puede decir todo? ¿Se puede ser objetivo? ¿No fue alguien acusado de derecha que dijo “no me pidas que sea objetivo porque soy un sujeto? (¡Ay! ¡Perdón! ¿era de derecha? ¿O se lo acusó de tal?)
La comparación del sistema político de EEUU con el nazismo ¿no lo había hecho antes Adorno y alguien más? O sea que Chomsky no es original. ¡Sip! pero Adorno era de la escuela de Frankfurt y...¡eran marxistas! ¿está mal darle un poquito la razón a Marx ahora que no jode a nadie?

El fulano que opina que Chomsky es de “mente enferma” escribió lo siguiente:

[Chomsky en] Las intenciones del tío Sam, utiliza las acciones de Estados Unidos en la Guerra Fría como banco de datos para su retrato del Gran Satán en asuntos mundiales. Como señalan los simpatizantes de Chomsky, en el texto hay muchos hechos o, más exactamente, parece haberlos. No cuesta mucho trabajo darse cuenta de que cada uno de ellos aparece sacado de cualquier contexto histórico significativo. Y luego son tan cínicamente distorsionados que el resultado es tan objetivo y científico como las Profecías de Nostradamus.

¿Cómo se llama el que escribió esto? ¿Interesa? Supongo que podemos colocar esta opinión como ejemplo de quien no tienen más remedio que acusar de aquello que también él hace. (¿Estaré haciendo lo mismo? Ah! Sor Juana, vos y tus hombres necios que acusais de lo mismo que sos...)
Yo me quedo con algo que escribió Daniel Link
"Chomsky tal vez sea un genio y tal vez no. En todo caso, es un ciudadano responsable y preocupado por el estado del mundo, a la vez que un experto en teoría lingüística. Y es, además, un ciudadano coherente que desarrolla su punto de vista, y su posición filosófica, tanto en el campo en el que es el “patrón” (la lingüística) como en el campo de las intervenciones públicas, donde es apenas un peón. La gramática universal y el antiestatismo militante como dos formas del racionalismo. Dos caras de la misma moneda que lo llevan tanto a proponer modelos explicativos cada vez más sofisticados sobre el funcionamiento del lenguaje como a criticar sistemáticamente la política exterior (“genocida”) de los Estados Unidos y los devastadores efectos del “aparato de propaganda” en la opinión pública.
Cualquier ciudadano puede pensar lo que piensa Noam Chomsky. Pero no cualquier ciudadano puede decir públicamente lo que Chomsky dice. No importa si es o no un genio. Lo que es importante es que use la posición de poder que le ha dado su lugar en la historia de la lingüística para defender (con una persistencia machacona en los últimos cuarenta años) la causa de los pobres.


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Daniel Link fue mi profe hace unos cuantos años -a pesar de su juventud, aunque no lo quise ni lo quiero, siempre mereció mi respeto en lo que dice. Cierta vez alguien me dijo “Es un tarado”. Mi respuesta fue “Puede no gustarnos, pero ni ahí que sea tarado”. Supongo que esto vale para Chomsky, muchas veces lo cito. La cita es una manía que me quedó cuando pedían que justificara lo que decía basándome en la palabra de autoridad de algún teórico. En mi caso, prefiero citar a Chomsky y no a Paul Johnson, por ejemplo. Si no vean lo que sigue:
Fragmento de una entrevista a Paul Johnson después del atentado en España (la pueden ubicar en Internet)
Periodista-Aznar fue un estrecho aliado de George Bush, a quien muchos españoles critican. Usted, en cambio, ha escrito que Bush «es mucho más inteligente de lo que su imagen o la Prensa sugieren» y que es «el presidente que América necesita».
P.Johnson-Los próximos cuatros años veremos un liderazgo muy seguro en el mundo, por cuatro motivos. Uno es que Bush es un líder muy fuerte y resuelto. Guste o no, EE.UU. es una especie de Policía mundial. Vivimos en un mundo muy peligroso y violento a causa del crimen internacional. Y es muy importante tener una Policía fuerte y democrática. Bush tiene una gran determinación. La última vez que hubo un presidente débil, Clinton, es cuando el terrorismo internacional hizo considerables avances.

14.9.06

De todo un poco... como en botica

Nueva serie en el Once
Hermanos y detectives.

Miré Vientos de agua hasta el penúltimo capítulo. El último lo cambiaron de horario y no lo tenía registrado. Me lo perdí, ni palabrotas que tiré contra el programa que estaba en su lugar, a la cuestión del raiting, a cómo programan, etc. etc. Mi hija Paula, después de mis lamentos me lo va a procurar. La cuestión es mi falta de costumbre de mirar la tele, me aburre tener que seguir una historia semana a semana, alargada hasta el infinito y no muy bien hecha. Cuando es la inversa (y no son muchos los casos) me convierto en fan. Así que ahora veo Hermanos & detectives, el segundo capítulo me pareció buena la historia y bien actuada. Me gusta el plus que tiene, las relaciones intertextuales, la inversión de las mismas, los homenajes al cine… y tantos detalles que me pierdo en la simultaneidad del género televisivo. Desde mi punto de vista: Hermanos y detectives es una serie digna de ver.
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Y si de cine se trata fui a ver Sofá cama (Rocío y Mauricio nos regalaron las entradas que tenían obsequio de un programa de radio). Sofá cama es una historia mínima, llena de detalles. Puede ser hasta una nueva alegoría del país. Es probable que a mucha gente no le guste. A mí no me disgustó. Me pareció un buen entretenimiento, la posibilidad de plantear la función del arte, de las alegorías, de la intención del autor, etc. etc. El día que fui a verla un tipo gritó “es un bodrio”. Nadie le contestó. Se levantó y se fue. Me volvió aquello que se decía en mi pueblo “sobre gustos no hay nada escrito, así había una vieja que se comía los mocos”. Es cierto, hay cada película que me sorprende por la cantidad de gente que la va a ver y cuando las veo no me dejan ni bronca. ¡En fin!
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11 de Septiembre

No me olvidé de que el 11/9 fue el día del quinto aniversario de la caída de las Torres gemelas. Sucede que lamento las vidas inocentes que se perdieron, la desesperación genuina de quienes sufrieron el ataque de no sabemos exactamente quién fue, en un juego de: todo puede ser, me produce alergia lo que escucho en muchos medios, como dando por aceptada la versión desparramada por los EEUU.

Inmediatamente me viene a la memoria la situación actual de Irak, la excusa del gobierno de EEUU para atacar a uno de los más grandes proveedores de petróleo en Medio Oriente. En mi cabeza tengo presente un libro: Hitler ganó la guerra, escrito por Walter Graziano. Título que resulta un “gancho” que puede repeler o atrapar. El libro se ocupa poco Hitler y el nazismo. El meollo es una profunda investigación sobre la elite oligárquica que controla el poder en los Estados Unidos desde sus orígenes como Estado. No es un tratado de historia. El libro trata de rastrear los orígenes del poder de Estados Unidos en el mundo (algo de esto también lo pueden leer en varios textos de Noam Chomsky). Bush y su familia se convierten en el eje de la investigación de Graziano. Bush padre y su vinculación con la CIA, los negocios petroleros de la familia Bush, la vinculación con los Bin Laden, las muertes de dos Bin Laden en accidentes aéreos en EEUU, los Bush y la política.
Graziano nos da nombre y apellido de personas, lugares y fechas precisos, direcciones en Internet, números, estadísticas… Graziano es economista, su estilo es técnico. Se propone escribir la Historia sin dejar pasar el tiempo que consideran necesario. Al comenzar hace referencia al cruce de opiniones con una egresada de la carrera de Historia. Me impactó que diga el tiempo de reservas de petróleo que tenemos, no más allá de 20 años. ¡Glup! Ya tenemos problemas con el gas-oil, Graziano nos advierte lo que nos va a pasar, lo que vamos a tener que pagar por lo que los argentinos supimos privatizar en el jolgorio de los ’90. A pesar del estilo muy técnico, del comienzo, a medida que se avanza en la lectura nos encontramos más cómodos y obtenemos datos bastante interesantes sobre el 11 de septiembre y no es Chávez el que lo dice. Digo esto porque escuché ayer a un “loro repetidor” (para decirlo finamente) en la tele diciendo que Chávez no sabe lo que dice al respecto. No me simpatiza Chávez, pero dejémonos de embromar y, más allá de la paranoia de la que se me puede acusar, empecemos a pensar en lo que nos puede pasar cuando el tema sea el agua. Y sobre esto hasta la Iglesia se expidió en un documento relacionado con la venta de tierras, y después hay cada salame diciendo sobre las bondades del respeto a la propiedad privada y la actitud ejemplar del gobierno de “no innovar”. A propósito ¿Quién vio la película “Sed, invasión gota a gota”? En estos días se reunieron en el Malba para tratar este tema. ¿Recuerdan el poema de B. Brecht cuando las personas reaccionan y ya es demasiado tarde?

11.9.06

Un burgués lúcido

En una clase de literatura argentina dijo David Viñas de Sarmiento: “Fue un burgués lúcido”.
Es curioso que alguien que estuvo en la revolución cubana, que se lo puede ver como un anarquista en potencia me haya hecho revalorizar a Sarmiento. A mí sinceramente no me gustaba, después de haber escuchado a Viñas durante varias clases hablando bien y mal del "gran maestro", por los signos positivos o negativos que enumeraron, aprendí a respetarlo, más allá de que lo pueda cuestionar.
Martí no coincidió con él, pero me llama la atención que otros pensadores de izquierda lo mencionaron con respeto.
Muchas personas critican todo lo que hizo y no sé si era tan o tan… La historia oficial la escribieron para crear una identidad de cartón y sólo eran hombres. Es cierto que Sarmiento ignoró al indio y despreció al gaucho, pero cuando leemos el Facundo nos damos cuenta que hace diferencias, no todos los gauchos le resultan igual. Evocó la sombra terrible de Facundo para atacar a Rosas, inventó un estilo en el ensayo, su libro se maneja como historia, sociología, literatura… esto no lo digo yo, lo reconocen los especialistas en literatura de toda América Latina. No sé si alguien se acordaría tanto de Facundo si Sarmiento no lo hubiera construido como lo hizo. Cuando leemos la descripción del general Paz, (como contrafigura del caudillo riojano) manco, derribado del caballo y vencido en batalla, da lástima. Uno adivina cierta alteridad puesta en el “antihéroe”, Sarmiento resulta tan bárbaro como lo que fustiga, se vio privado de una educación académica, pero logró mucho más que otros con todo a su disposición. Discutió con Bello sobre el uso de la lengua castellana y su preparación era la de un autodidacta. Alguien me dijo una vez “Sarmiento era un bruto, no sabía escribir, lo hacía con errores”. Supongo que quien me lo decía era más ignorante que Sarmiento, no sabía de sus intenciones y en los niveles en que se movió y discutió sobre el lenguaje.
Sarmiento el loco, el hijo del diablo… Las anécdotas que se cuentan sobre él suelen ser cómicas, supongo que otras se escamotean porque tener un hijo fuera del matrimonio no era ejemplar en nuestros héroes de cartón.
Se le acusa de racista… era común en la época, no se salvó de ello ni José Ingenieros.
En una clase señalaron a Mansilla como defensor de los indios, Mansilla indianista. Era la figura diferente, la posibilidad de que se pudiera pensar distinto. Entonces dije que no se podía decir eso a partir de un libro escrito por él. El profesor me dijo que en esa clase se discutía “negro sobre blanco” (texto escrito) y no pareceres. A la clase siguiente le llevé fotocopias de la versión taquigráfica de las intervenciones de Mansilla en el Congreso “pidiendo que se actuara con los indios del mismo modo que los estadounidenses” o sea “que se los exterminara”. Entonces me surgen las dudas de Sarmiento y el proyecto de Chivilcoy, con el gaucho integrado no muerto o eliminado. Y así andando por la vida… ese hombre que rendía cuentas al gobierno chileno de un par de guantes o un ramo de uvas que se había comprado, resultaba honesto en el manejo del dinero, pero que no dudaba del ataque o la mentira para atacar a sus enemigos políticos. Le reprocharon la falta de verdad en el Facundo, él sabía lo que estaba diciendo, pero concibió el libro como arma para atacar al enemigo político. No sé si tuvo algún manejo extraño con los bienes públicos cuando fue gobernador o presidente como lo hacen ahora o mucho menos, sé que se jactaba de ser pobre; si lo daban vuelta no se le iba a caer una moneda, pero no iba a pasar lo mismo con sus ideas…
El 11 de septiembre es día del maestro en toda América Latina en homenaje a él, incluso algún estado de USA se adhirió a tal recordación.
A partir de Sarmiento… sería interesante que los argentinos nos ocupáramos de las cosas de las que tenemos olvidadas o maltratadas; sería beneficioso que repensáramos el papel de la educación, dentro y fuera de las escuelas, en estos tiempos en que se piensa en una nueva ley de educación.
No soy maestra, sin embargo me molesta la pérdida de autoridad que esta profesión está teniendo. Hoy en su día agradezco a mis maestras/os lo que me dieron y les deseo a toda/os Feliz día!!!

4.9.06

Una vez más es septiembre

Una vez más deambulo por la casa inexistente, la luz blanca se filtra cargada de neblina, se animizan los fantasmas. La negrura de una pantalla contrasta con el tímido cursor que espera que mi mano pulse las teclas.
Acaricio las cortinas que flotan desde el techo hasta el piso, recorro las paredes, deslizo mis dedos sobre el mármol de la inútil chimenea, es hora de comenzar, digo.
La memoria tantea la forma de construir un camino,
significado primordial de ese volver al corazón
de aquello que lucha por prevalecer.
No se puede contar lo que ignoramos
tampoco aquello que nos deja sin palabras.
Tal vez, si fuera por allá, tomando cualquier atajo,
partiendo de determinado sitio,
tomar otra idea de tiempo
quizás rompa las costras del significado
y salga en esos sitios
de las puertas que no abrimos

Tal vez la muerte nos lleve a un espacio nuevo
o el lenguaje de los muertos nos devuelva el de los vivos.

Anochece. Llueve como en el sueño, como en el sueño, como aquella vez que se pierde y se acerca en el tiempo, como en en un país vecino o como en el lejano. Gota a gota la lluvia apacigua el dolor o lo expande y va hilvanando la vida.

Nunca llegaré a saber por qué el pasado se me confunde. Ni bien digo presente siento que es pasado y dije es o pensé es, ¿O debería pensar fue? Presente y pasado están quizás en el futuro y el futuro ya fue contenido en el pasado. Debe ser por esta conjunción de tiempos que creía estar allá, vivir enterándome o no de la realidad. Todo puede ser parte de un engaño. ¿Nos han engañado o se han engañado los que nos dejaron la receta sobre el conocimiento? Tal vez el engaño es más eficaz cuando lo fabricamos para nosotros mismos. El conocimiento por la experiencia es limitado, la realidad de todos los días se transforma, nos arroja a personajes con matices, a circunstancias con ecos falsos y vivimos adaptando lo irrepetible.

"Nos desengañamos de lo que, engañando, ya no podría hacer daño".

Debe ser por esto que entramos a la historia por cualquier lugar, de frente, de costado, por atrás, por la ventana con algo de paloma y con algo de reptil.

La lluvia, la lluvia que vi, la que imaginé y la que anticipé junto a esta, todas en una detienen el tiempo. Las lluvias tienen esto o aquello, ese no sé qué. Por eso me resulta más fácil decir que no es de este lugar, es ajena como ajeno puede parecernos el dolor. Sí, la lluvia se filtró por las grietas de la cordillera e inunda el valle de un río pardo, indiferente e implacable según la voluntad de oscuros designios.

No quiero entrar al laberinto de la memoria. Es como si las flores de aquel libro me persiguieran, estoy incapacitada para distinguir los objetos, los recuerdos. Corro, corro pero el ratón es más inteligente y me gana, siempre gana. "Es sólo un ratón" dice el personaje en su inocencia. "No pruebes del árbol prohibido." La visión se trastorna de la sombra a la luz y de la luz a sombra. Tanteo sin ver, sin la sabiduría de Tirecias. ¡Dios! no hay libro que tape esta angustia. No tengo imaginación para superar este momento. Me anticipo a otros finales y la casa se derrumba porque no está mi madre.

He detenido el tiempo y podrían decirme una y mil veces que estoy loca, no importa. No, no me quiten en este momento la locura de estar suspendida en la ilusión de que esto no sucedió, ni sucede ni sucederá. Todo duele menos. Hebe tenés razón en tu poema es mejor que
"No me hagan oír nada sobre la sabiduría de los ancianos, sino más bien sobre su locura..."
Yo niego a este nudo el desenlace, pienso, pienso para retardar la acción, no quiero que se cumpla el rito, pero los ritos deben cumplirse.

Esto que dije se ha dicho. ¿Lo volverán a decir? ¿Lo estoy diciendo diferente? El río roza la pena de los sauces llorones. El río toca y sigue. Atrás, atrás quedó mi pueblo. El hombre del valle siembra esperanzas y cosechas larvas, aún así no se resigna y vienen otros a continuar su tarea.
Tenemos la historia ordenando los momentos de la experiencia, pero no alcanzo su significado. Trato de acercarme al significado para restablecer la experiencia. Verificamos la experiencia y su conocimiento limitado en la serenidad de la vejez y su deliberado atontamiento. Vemos la gente. No quiero saber nada sobre la sabidu¬ría de los ancianos, sino más bien de su locura...

Vemos la gente, la que no es la misma, que cambia, que sonríe, tal vez, o llora empecinada sin poder despegarse de un dolor que no es el mismo porque el tiempo lo destruye, es la gente que desfila la que se agrupa en las células de unos apuntes amarillos y resecos.

La historia oficial o no, ya no importa, con mi dolor entro en los recovecos de una gran caja. Pensar, pensar, retardar la acción para que continúe el suspenso aunque sé que un final está cerca, ese que ya fue.
Juego con mis puertas, con mis cajas chinas, con mis pasillos, me gusta pensar que estoy leyendo, que las cosas no me ocurren. NO me gusta el vértigo de la montaña rusa, quiero la estupidez de la calesita. Quiero girar, girar a lo tonto, sin ninguna utilidad, como un chico. Vivo hacia adentro y me sumerjo en el peligro de perder contacto con el afuera. Sí, sí que la historia no se narra ni se mira, ni se escucha, ni se toca. La historia se vive, se siente vivir y nos da lo irrepetible
.
Oigo gritos, palabras, ruidos. Veo gestos, verdaderos y posti¬zos. "¿Le ponemos el saquito? ¿La pollera azul? ¿La camisa blanca? ¿Vos qué opinás?". Y le ponen medias a mi madre, quiero decirles que a donde va no le calman el frío estos abrigos, pero callo.
Debí contestar qué importa, pero sólo alimenté al silencio, cualquier cosa que dijera no serviría de nada.


Tengo ganas de insultar, de gritar y no puedo. No quiero ver, ni escuchar, ni nada. Recuerdo a Gabriela, recuerdo a Gabriela y la lluvia. La gran lluvia Austral que se filtró a través de la cordillera. En este valle se siembran esperanzas y se cosecha hierba amarga. Es la historia entrando por la ventana con algo de paloma y con algo de reptil.
Pensar, pensar, demorar la acción sabiendo que el relato siempre será igual.
Es más fácil con el dolor ajeno. Es más fácil con el dolor ajeno. Era, es siempre estar yéndose, quedándose más allá de las palabras, leyendo entre líneas aunque los dientes están apretados y los ojos se nublen. Debe ser que este sitio no existe, aquí nada ha sucedido ni sucederá nunca. ¿Quién repara en estas cosas?

Para las piedras el desierto se disuelve en el viento.


Miro el reloj, cero treinta. Llega más gente.
Alguien pregunta a qué hora fue, como si eso tuviera importan¬cia, alguien contesta "a las once cuarenta y cinco".
- ¿Dónde la velan?
- En la otra cuadra.
Viene más gente, me saludan, me abrazan. Soy la que vive lejos, me dicen “la vas a sentir menos”, “la veías de vez en cuando”.
Una mano deforme se me ha metido en el pecho, me aprieta, se me hace pecho el dolor, me duele el cuerpo, me duele hasta el aire que respiro.
Quiero gritar mi bronca, decir tantas cosas. ¿Tiene que ver el amar con la distancia? Abrazo el aire, se me doblan las piernas, caigo de rodillas. “Ya no podré llamarte para decirte “pensá en mí que mañana doy un examen”, “te esperamos, vení cuando quieras”, “es el cumpleaños de una de las nenas ¿querés venir?” “no te preocupes por el pasaje”, “dale, que después nos vamos a pasear”...
- Mañana volvemos, vení no te quedes.
Alguien me arrastra, y sé que no vendrá mañana. Voy a venir sola y, después quizá no vuelva.
¿Cómo explicaré a mis hijas tu ausencia?
Recuerdo que es septiembre, como en el sueño, al comienzo de la primavera. Una inmensa grieta cruza la casa y revivo lecturas, me asaltan las imágenes de casas que derrumban cuando la madre ha partido.



Leo:
"Lo que podía haber sido y lo que ha sido
apuntan a un solo fin, que está siempre presente."

Escribo en el aire:
Las palabras se mueven, se desgajan, pegan, traducen, reprimen, atacan. Habrá quien mueva las palabras de aquí para allá. Hay quienes las subrayan y les hacen circulitos de colores para encerrarlas. Habrá quien las lea. Voces que se cortan de un golpe dirán que son de hombre, leerán entrecortando y recortando. Voces chillonas usarán las palabras para hablar de sentimientos. Voces, todas como un coro polifónico con director invisible, voces que me marcarán el contrapunto, vendrán a contar o cantar una sinfonía monocorde.

Pasado, presente y futuro desconocido es uno. Todo puede ser un ahora interminable, unos pasos por la escalera que dan miedo, unos pasadizos misteriosos, unas puertas que no abrimos, unos pasillos que son el eco que no termina, la mirada perdida de un hombre al que le recomendaron silencio y dio la espalda a la muerte del amigo.


Es el rito nacido de la lluvia, estoy sola, sin nadie más en la ceremonia.
La memoria me provee de fantasmas con ojos de vacío, los sien¬to, los toco de alguna forma mientras aparto el dolor que me come los huesos. He mirado a dos mujeres, había mucho de común entre ellas, se despedían de la vida con distinto matiz.

Me siento otra vez en el sillón observo y escucho como lo hice con Gabriela, desde fuera.
Después de la lluvia leo en todas partes:

"la tierra come el cuerpo del hombre pero nunca su recuerdo"
..........................................................
"lo que podía haber sido y lo que ha sido
apuntan a un solo fin, que está siempre presente."




Fue hace 17 años...
Siempre me estoy yendo y quedando, frente a la cama siete, dividida en dos. Veo a papá, con los ojos acuosos mirándome. Apenas si dice: "Se acabó todo". No puedo hablar, no es tiempo de pregun¬tas, pienso. ¿Fueron felices? ¿Fueron felices alguna vez papá? ¿Hice lo suficiente pa'? Quiero decir y no digo. Papá sigue despi¬diéndome con un gesto porque la voz se le apaga, se disuelve como barro aunque no hay lluvia que lo licue.

Sí, la receta es separarme de mi madre, pensar en Gabriela, su hija Tere, la nieta Estercita -hija de la más chica que vaya uno a saber dónde está. Necesité y necesito de otra cosa para saltar el presente. Busqué detalles, intrigas por donde no las había. Era necesario poner afuera la mirada.

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Fragmentos de Historia después de la lluvia - 1989