11.5.06

De modas, nimiedades y lo que está por detrás

Cuando era una jovencita vivía en un pueblo. La moda en la ropa se deslizaba somnolienta de verano en verano. La ropa duraba más tiempo. No había un cambio obligado para estar a la moda, aunque la gente sí se fijaba en lo que te ponías. Mi madre siempre estaba vestida correctamente, bien peinada y con rouge en los labios.
Recuerdo que en una película vi a una actriz que lucía zapatos y carteras del mismo color que el vestido. Pensé si alguna vez yo podría llegar a una cosa así.
Cuando tenía que ir a un cumpleaños o ir a un baile, en los comienzos de mi adolescencia, acudía al ropero de una parienta de mi mamá, iba a ver que me prestaba o me regala esa mujer. (Debo aclarar que conservo esta costumbre, cuando tengo una fiesta acudo a lo de mi hermana política Viviana, que con su santa paciencia siempre tiene algo para prestarme, sobre todo si tengo que ir vestida “elegante”).
Llegó el tiempo en que prefería no ir, no ponerme nada más que lo que podía comprarme o andar vestida siempre igual para horror de mi mamá. Prefería gastarme el sueldo en libros que tratando de adquirir unos “trapos” carísimos y que no me aportaban nada.
Además, yo era una muchachita muy “flaca”. Con casi un metro setenta, pesaba unos 53 kilos. Para ese tiempo y lugar una mujer, que se preciara de tal, debía exhibir ciertas redondeces!!! O sea: no estaba en el paradigma de mujer “apetecible”. Como todos decían que estaba muy flaca, mi madre se preocupaba de que comiera un poco más de lo normal, llegué a rondar los 59 kilos.
He aquí que apareció la famosa Twiggy, pero en mi pueblo apenas si estaban enterados. El ideal respondía más al de las actrices italianas de los ’50. No me sentía identificada, a mí me gustaban las frutas, las verduras, la carne magra y eso no me hacía engordar.
Llegué a Buenos Aires cuando algunos “gatos” parecían naufragar en una “balsa” hecha canción, después del “mayo francés”, “de la imaginación al poder”. Vivía en un pensionado de monjas. Extrañar a mi familia, comer comida que no me gustaba, tratar con gente desconocida y no muy amable hizo que pronto volviera a 53 kilos. Durante el reinado de lo que muchos llamaron “antimujer” o de la “niño-mujer” yo estaba muy cerca de esos parámetros. Cuando ingresaba al comedor del pensionado veía a todo el mundo haciendo dieta y celebraban mi peso con expresiones como: “llegó la flacura mayor” “¡Qué suerte tenés!”. “Vos con las mini no tenés problemas”. “Mirá que guacha. Come frutillas con crema y no engorda.”
En esos días un tipo me paró en la calle y me preguntó si quería ser modelo. Lo miré horrorizada y salí corriendo. ¡Qué se habría creído! Yo era una intelectual. Había venido a estudiar. Seguro que andaba buscando otra cosa.
De repente pasé a estar a la moda, casi una modelo, eso sí, con mi pollerita a mitad de la rodilla, largo Chanel, tipo Jakie. No me gustaba mostrar demasiado las piernas. Como me decían tantas cosas por las polleras largas, un día tomé una tijera y las acorté a todas, 10 cm. sobre mis rodillas. Estuve a la moda y dejaron de fastidiarme.
Para esa época me compré un par de zapatos que amaba, quizás los mejores que tuve en mi vida, eran como botitas cortas y con taco semigrueso, color borravino (bordo oscurito, diría). Una conocida me dijo que no me combinaban con nada. No me importaba no tener cartera al tono. Esos zapatos eran como guantes en mis pies. Entonces para acomplejarme la bendita pelirroja me dijo “Hasta la muchacha que trabaja en mi casa viste mejor que vos” (sic) ¿Y por qué la muchacha no podía tener mejor gusto para vestirse que una renegada como yo? Creo que si tenía intenciones de vestirme bien empecé a desistir.
Hace poco una de mis hijas me comparó con otras mujeres en el cumple de Rocío, me dijo “no sos cool como...” yo lucía un pantalón de lona anchote, una remera al tono y unas alpargatas negras. Me sentía muy cómoda. En general, me critican porque me pongo ropa oscura (no se dan cuenta que se nota menos cuando se ensucia y que tener varios pantalones iguales me evita eso de combinar algo con otro algo). La rectora del colegio me preguntó ayer “¿A dónde vas a ir?”, ¡a trabajar! Contesté. Todo fue porque me había comprado zapatos con punta de gnomo, le expliqué que me había comprado esos porque me habían salido $ 35.- Me dijo “sos incorregible”.
En la oficina me explicaron que lo “in” ahora es que los zapatos no combinen con la cartera ¡Ups! Nuevamente estoy a la modaaaaaa. Mis zapatos son marrones y la cartera negra. Je! Je!
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Lo cierto es que desde que leo sobre marketing, las modas y otras yerbas, cualquier consumo me pone de la nuca. Continuamente todo parece decir "comprá, comprá, comprá". Ahora bien, esta sociedad esquizofrénica por un lado dice que compremos y a la mayoría de la gente se la priva de los recursos para comprar. ¿Cuántos desocupados hay en la Argentina?
La ministra de economía firma acuerdos para mantener precios ¿qué precios? Si mal no recuerdo se hizo un acuerdo sobre la ropa. ¿No será hora de pensar en esta cosa llamada moda?
Para quienes hacen marketing los argentinos somos gastadores, fácilmente influenciables. Después del 2001, parece que nos habíamos convertido en consumidores conscientes, pero... como bien dicen los experto:" el consumidor argenitno pronto va a volver a gastar como en los mejores tiempos". Dicen que a mayor demanda mayor precio, a menor demanda los precios tienden a bajar. Cierto es que los precios no bajan porque para que exista libre competencia el mercado debe ser transparente. Usar ropa por la apariencia me recuerda a Sarmiento (mediados de siglo XIX)criticando a los habitantes de la ciudad de Córdoba (u otras) porque no usaban levita, algo así como que “el hábito hace al monje”.
Tener ropa fastidiando en el placard no es mi fuerte. No me considero un ciempiés como para tener más zapatos de los que puedo usar. Así que cuando compro “algo”, “algo” tiene que salir de mi placard, siempre trato de que alguien pueda aprovecharlo.
A pesar de tratar de ser racional y consciente como consumidora SÉ QUE SIEMPRE, EN ALGÚN RECODO
DEL CAMINO, SIGO EL PERRO JUEGUITO DE LOS MARKETINEROS Y ALIMENTO A ALGUNA EMPRESA MULTINACIONAL.

3 Comments:

Blogger El Marpla said...

leiste No Logo?

13 mayo, 2006 21:42  
Blogger Amy said...

Hola! te contesté en tu blog. Que me parece muy bueno. Espero que si alguien entra a éste vaya al tuyo porque lo merece. Tengo que pedir que lo ponga entre mis recomendados, por supuesto necesito la colaboración de mis hijas. Soy un dinosaurio con un procesador de palabras.
Cariños

14 mayo, 2006 09:22  
Blogger MIB said...

querés ser mi mamá?? jajaja

yo renegaba de la moda.. siempre lo hice... hasta que creo que este año empecé a ver que acá no es tan caro tener algo de ropa para cmbinar..
pero lo cierto es que no tengo mucha ropa.. y zapatos?? son mi karma.. alpargatas para todo!

besos!

16 mayo, 2006 10:45  

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