4.12.13

Y el 2013 se va...

Cuando llegamos a diciembre, en esa costumbre que tenemos algunos humanos de pensar en el tiempo que se nos fue, hacemos el arqueo de los días y terminamos con un balance. Supongo que esto debe ser por cierto lenguaje que aprendí cuando empecé a estudiar contabilidad cuando tenía 13 años (¡Que horror! ya pasaron 51 años).
Decía que llegada está época me pongo a barruntar sobre qué pasó, que no pasó, qué pude hacer y no hice, cuál es mi activo y a cuánto asciende mi pasivo... Recuerdo cuando les hacía escribir a los alumnos la fórmula de balance aplicada a la vida personal y cuando me preguntaban cómo hacerlo les explicaba: yo escribiría:
Activo
el amor de mis padres, mi marido y mis hijas
Amigos incondicionales como....
Pasivo:
Deudas no comerciales: con mis padres por todo lo que me dieron: amor, consejos y el estar ahí cuando los necesito.
Patrimonio neto
Acciones suscriptas impagas: por lo que no hice y me había comprometido a hacer.

Algunos escribían cosas brillantes, me sentí feliz de que  superaran mis indicaciones al detallar los componentes de activo y pasivo con aquello que se refería a sus vidas.

Y heme aquí repasando el año, en el juego del debe y el haber siento que debería de haber y no hay en muchas cuentas de mis registros, en otras sobra lo negativo y por eso siento que no quisiera volver a pasar esas experiencias. Y llegado a este punto una imagen perdida a fines de octubre de 1998 se desliza en un balance de ejercicios comparados con otras personas. Allí está la imagen de Lili, cae de rodillas en la vereda y su madre la abraza. Es la imagen de un dolor que no se puede narrar. Pocas horas antes se había enterado que sus dos únicos hijos -Mariano y Julia- han muerto en un accidente. La madre la sigue abrazando y me mira con los ojos enrojecidos por el llanto. En otro momento me dijo: si tan sólo nos hubiera quedado uno.
Seguí viendo a Lili durante un tiempo. En uno de esos encuentros me aconsejó: Nunca digas ¿qué más nos puede pasar? Te aseguro que siempre hay algo peor. Lo dije antes del accidente de los chicos. 
La situación económica de ellos era bastante crítica, habían tenido que cerrar el negocio y habían quedado con deudas. Mariano se levanta temprano y antes de ir al colegio repartía diarios. Iba toda la mañana al colegio y luego se iba a una veterinaria a bañar perros. Julia había terminado de estudiar hotelería y había ganado una pasantía en un hotel de Bariloche para el verano del '99.

A partir de esa experiencia ajena siempre repito: Basta de pálidas! Siempre todo puede ser peor. Tal vez porque algún verso de César Vallejo me recuerde que el peor día puede no haber llegado aún.

Disfrutemos del presente, Sofía pudo salir de la gripe A, cuando todos creímos que se nos iba... Ella y su hermano pelean contra  la EMA grave (que no es su prima  EMMA) y, a veces, ante cualquier comportamiento nos asalta el temor ¿será síntoma de...? y la palabra epilepsia se convierte en lo innombrable porque tenemos que empezar a dar explicaciones del porqué el miedo. Allí aparece la imagen de los papis, de mi hermosa Cel llorando y, seguro, temiendo que el primer diagnóstico tenga algo que ver y no sea EMA, sino peor.
Y los días pasan, en el libro diario se registran lágrimas y un rayito de sol pensando en que si Sofi pudo salir adelante, tal vez no todo está tal mal. Y sí, también hay otras cosillas no tan buenas. Pero no tan graves.

2013 te vas  dentro de unos 26 días, danos paz y otras noticias que nos fortalezcan como cuando vemos felices a Nico, Emma, Sofía, Yael y Mariana.