23.12.13

Despedida del año

Entre objetos y afectos
Hace poco en una de las redes circulaba una foto de dos ancianos que habían cumplido como sesenta años de casados, en el epígrafe se leía que eso había sido posible porque habían aprendido a vivir en un tiempo en que las cosas se arreglaban.
Sonreí, no sé si la foto era un armado para una frase o si los personajes eran reales. Y me quedé pensando en el porqué esa foto y esa frase me provocaron tal sentimiento que no la olvido. Conjeturo que debe ser porque no me gusta sentirme un bicho raro, cuando encuentro alguien (aunque sea un perfecto desconocida/o) me siento acompañada y me doy cuenta de que no soy una anomalía en la naturaleza.
Así es que entablo con los objetos materiales cierta relación afectiva a partir de las circunstancias que llegaron a mis manos. Una pollera duerme en placar porque  me la compró mi segunda mamá, unos aros rotos, porque eran de mi madre, un libro destartalado, porque fue un regalo de mis padres al poco tiempo de nacer, en mi mesa de luz está una Biblia (que no leo) que amaba mi madre  y una parte de una honda que usaba mi papá… También están los objetos que compramos en circunstancias especiales y, a veces, me digo “debería regalarlos”. Hay otros objetos acumulados para hacer esto o aquello, están los papeles y libros amontonados por el trabajo (y que ni bien me digan que me jubilé llevaré a recicladores urbanos, regalaré a personas o bibliotecas que los acepten y, tal vez, venda alguno).
No soy partidaria del “comprar, tirar, comprar” ni de gastar porque sí (algunos pueden considerarme miserable, pero en mi cabezota repiquetea la voz del profe de marketing: el porteño es gastador por naturaleza). Además estoy aprendiendo que la única forma de NO CONTAMINAR es reduciendo el consumo, el consumo debe ser consciente TANTO PARA LO QUE NOS COBRAN COMO PARA LO QUE NO (así, aunque no me cobren más o menos por el consumo de agua la trato de cuidar lo más que puedo porque el tener agua potable en mi casa cuesta energía y otro elementos que tarde o temprano contaminan). Cuando veo los residuos que quedan en casa (tanto los húmedos como los secos no me siento cómoda), separo y trato de contribuir con los recicladores urbanos. Por otro, lado pienso en el bendito consumo de km. cero y comprar algo que viene de lejos me da urticaria (y no es metáfora).

Así, en la familia tenemos un auto que nos acompañó casi un cuarto de siglo, posiblemente siga andando aunque ya está por cumplir 30 años desde que salió de fábrica ¿y…? Pues bien, hace un tiempo empezó con achaques, que esto, que aquello, que dejarnos en el camino un par de veces… y lo remplazamos. El nuevo luce impecable, lleno de botones, amplio es el sucesor de nuestro Falcon. Dicen que es el Falcon de ahora. Me siento en él y le huelo a plástico, me resulta antipático (y a pesar de las pocas veces que despotriqué sinceramente contra el Falcon, pues otras fueron teatralizadas para que mi compañero se decidiera a comprarse un auto que le hiciera renegar menos) añoro el Falcon  en que me abanicaba para calmar el calor o me tapaba con una manta para atenuar el frío, en que renegaba con el cinturón de seguridad, etc., etc. Y no sabía cuánto tenía incorporado el Falcon,  hoy vino el abu a buscar a dos nietos con su mamá y me preguntaba…  ¿Dónde está el FALCON? Estuve a punto de decir ¿Dónde está el auto? Cuando vi al intruso estacionado a unos pocos metros y me cayó la ficha, me pregunté por lo descartable, por el usar y tirar que se traslada a otros ámbitos pues creo, sinceramente, que el cerebro es uno y las conexiones entre neuronas se mezclan y contagian.

Y de este año que se nos va nos queda que Sofía sigue adelante después del gran susto de julio, que los demás están bien, Yael camina junto a su prima Mariana por toda nuestra casa, Emma fue abanderada en el jardín y NICO RECIBIO EL PREMIO AL ESFUERZO EN EL COLEGIO. Y lloré mientras volvía a casa cuando me llamaron para contarme y no podía parar...
Feliz año para todas/os y que tengamos paz, que los ríos subterráneos de violencia (atizados por intereses contrapuestos) se calmen y no desborden en nuestro querido país.