29.8.12

El color del cielo...



De la galería de fotos de mi pueblo Choele Choele.

 Cierta vez hice un dibujo y pinté el cielo de un pueblito y me dijeron que el color era "extravagante". "Mejor seguí escribiendo" (entre nos, a la persona que hizo el comentario tampoco le gustaba cómo escribía). O sea, YO no debía escribir ni pintar.
Es posible que esa persona que sabía dibujar, pintar y escribir tuviera conocimientos para decirlo, pero hay escalas.  Aprendí también de esa persona que no había que decir que era malo o bueno, simplemente había que decir me gusta o no me gusta.

En un post anterior dije algo sobre la escritura de C. Tellado y F. Bonelli y tal vez no fui clara al decirlo, no juzgo su escritura. A decir verdad, me gustaría tener la facilidad de ellas para escribir. (Sería bueno para vender algunos ejemplares del libro que no publicaré). No me considero fanática de sus libros (no me compré ninguno, me los han prestado) reconozco que son amenos, tampoco estoy en condiciones decir algo sobre bueno o malo.

Recuerdo haber leído que Eduardo Gutiérrez, escritor de folletines a fines del siglo XIX sobre gauchos malos de mi país, le dijo otro escritor de la época algo así como que "no son para que usted los lea" (se dice que estaba avergonzado). He aquí que Jorge Luis Borges parece que fue gran lector de sus folletines, hay un cuento en que le rinde un homenaje velado. Su Moreira fue apreciado en múltiples ocasiones; tanto cuando se representó en un circo como en el teatro o cuando lo llevaron al cine.
Recuerdo tardes de mi niñez en que escuchaba los RADIOTEATROS sobre los gauchos "malos" de Gutiérrez. En cierta oportunidad fui al viejo edificio de la biblioteca nacional de la ciudad y me encontré con un viejísimo ejemplar (de las primeras ediciones) del Juan Moreira al que le faltaba un pedazo de la punta de las hojas, se la habían comido las ratas (o los ratones). Lo acaricié pensando en la supervivencia del papel, en las personas que lo habrían leído. Aunque solo tenía que hacer un trabajo escolar sobre el Moreira, leí otros folletines que habían vuelto a publicarse en ediciones posteriores en forma de libros.

Y empecé esto con el cielo de mi pueblo, para decir que, muchas veces, uno deja vagar la imaginación y se enreda en palabras, pues una masa amorfa navega en una dimensión y hay proceso para volcarlo en moldes, para decir a un otro "con palabras de este mundo" sobre las nostalgias del color cielo de un lugar, cuyo nombre tiene que ver con ruidos extraños y fantasmas, y en el no saber cómo expresarlo; en el medio se te cruza que otros antes escribieron sobre lo que sentían o pensaba, que lo hicieron como querían o como podían. Entonces pensás en la Alegoría de la Caverna y te das cuenta que ni siquiera vez los objetos delante de la luz del sol, simplemente seguís mirando el reflejo de la luna en un charco. Respirás profundo y decis: No importa, este cielo lo dice todo. menos mal que alguien sacó una foto.