18.5.12

¿Las palabras tienen magia?


Estaba buscando cierta información y me topé con el nombre del autor de un experimento sobre el lenguaje. Es algo que leí cuando nació mi primera hija allá por 1974... Me trajo muchos recuerdos. Será por eso de la magia de la palabra, de cómo nos hace sentir, pensar, recordar y, tal vez, razonar. Y de esto pasé a asociar con lo que Orwell escribió sobre la neolengua en 1984; y un artículo sobre la cantidad de palabras que constituyen el vocabulario de un adolescente...

Hace unos pocos días escribía sobre YPF, algo así como un botón de los vaivenes (o los van y vienen) de la política argentina, eso que no podemos ignorar porque es como si el pasado nos repitiera como latiguillo que el pasado se hizo presente, el presente se hace futuro y las cosas no mejoran; vamos de Guatemala a Guatepeor (y que los guatemaltecos no se ofendan, porque ya escribí sobre ese tema -no tengo animosidad contra el país Guatemala- simplemente el juego de palabras me vienen a cada rato cuando miro a mi alrededor). 

Decía que en esto de las palabras y de las redes en que me meto, a veces, me hacen olvidar aquello que me aqueja. Hay veces que no podemos dejar de ver o hacernos los distraídos frente a  las medidas económicas, políticas, jurídicas y las etcétera que, tarde o temprano, nos van a caer encima y nos van a zangolotear como si fuéramos hojitas en una tempestad. Pero hay días en que todo se transforma en nada cuando la familia es la que directamente se ve afectada. Hace unos cuatro años a mi nieto mayor le pusieron unas vacunas y de inmediato empezaron los problemas, ahora se repite con la hermanita y me quedan las dudas entre lo genético, la predisposición y el efecto de las vacunas.

Sé que la presidenta anda por África, que el dólar nos va a volver a traer dolores de cabeza a más de uno, que el freno a la importación afecta tanto lo indispensable como a lo superfluo, que las exportaciones bajaron y la economía se frenó, que hay una sospecha de corrupción en la forma de contratar el dragado del Río de la  Plata, que los de clarinete están a sus anchas tratando de tirar al tacho este gobierno para que venga otro con el que puedan acordar, negociar o coimar "más mejor", sé del aumento de los precios, de lo que gana una persona como salario básico y más abajo también, sé lo que cuesta dar de comer a cuatro personas... pero todos los sé se borran frente a mis nietos y sólo me queda esperar, enredarme en palabras como para olvidarme de lo que me duele para que no siga la preocupación inútil tomando mi cuerpo centímetro a centímetro.