3.12.11

Un día diferente

Alguna vez…

Una joven me dijo una vez “lo que escribís es tétrico”, creo que tenía y tiene razón. Tal vez, la escritura es catarsis de aquello que me hace sentir mal; tal vez, urdir en un telar imaginario el entierro de dolores que se clavan en mente y cuerpo.

Entonces quiero contar algo lindo. Hace más de un año nació mi nieta Sofía. Pequeña, con la piel transparente, la veíamos casi roja, con sonda para alimentarla, con oxígeno para respirar… y fueron pasando los días y Sofía comenzó a crecer, a recuperar parte del ciclo que no había completado, la hicieron abandonar antes de tiempo el vientre materno. Prematura, como su mami la vi crecer y a resentir los temores que sentí por su mamá, seguí disimulando lágrimas y temores. Su mamá estuvo medicada casi un año y ella creció tanto y tan bien que ya se largó a caminar. Decimos que tiene alma de “gordita”, para que diera pasos sola le dieron un chupetín y aferrada a la golosina iba de un lado a otro.

Y recordé los primeros pasos de mis cuatro hijas y agradezco la posibilidad de haber visto su primera caminata.

Como dice una canción de Facundo Cabral:

Esta es la canción que canto cada mañana al despertar,
Para agradecerle al Cielo,
La gentileza de un nuevo día,
Es decir de una nueva oportunidad.
Porque siempre se puede empezar de nuevo,
En una eternidad siempre se puede empezar de nuevo,
Y esto es tan cierto como que el paraíso no está perdido sino olvidado.
 
Este es un nuevo día,
Para empezar de nuevo,
Para buscar al ángel,
Que me crece los sueños.
Para cantar,
Para reir,
Para volver
A ser feliz