2.9.09

Quiero recordarte en el país de la infancia

Y no sé qué escribir ¿lo hago sobre esto o aquello? No sé si decir o escribir sobre estas cosas, está bien o está mal. Por ahí es catarsis, salvación, evasión o vaya uno a saber qué.

Y ya no estás entre nosotros...
Y me pregunto ¿quién era la que estaba entre nosotros?
Y no sé...
Tal vez eras la que conocí recién nacida en el cochecito un cinco de enero (hace más de cincuenta años).
O tal vez eras la que quiso comer champú en envase plástico, pensando que era un caramelo.
O la que se escondió debajo de la mesa, mientras buscábamos por todos lados a una nena de cachetes rosados y con rulos.
(En la desesperación salí corriendo a buscarte con la bicicleta, me pegué un porrazo que me dejó una marca que hoy observo en el espejo. Cuando volví a casa estabas allí muy fresca, debajo de la mesa comiendo una tableta de chocolate.)

No, no. Tal vez eras la que pintó un sapo imitando a mamá que estaba pintando la mesa y las sillas.
(-¿Cómo hiciste para que el sapo se quedara quieto?
-Le puse un pincel sobre la cabeza, para que se quedara quieto y con este otro lo pinté.)

Quizás eras la que hizo dibujos con una fuerte crítica hacia los adultos
(¿Adónde habrán ido a parar esos dibujos? ¿Cuántos años tenías? Parecían caricaturas de Patoruzú).
O tal vez eras la que me sorprendió reconociendo a alguien que estaba muy lejos y lo habías visto una sola vez.
Por ahí sos la que se comía la crema de las tortas ¿te acordás? Hubo una vez que me puse a gritar como loca a las siete de la mañana, tenía que llevar una torta para vender en el colegio y la habías dejado peladita... (papá me llevó en un jeep verde -medio destartalado, sin puertas- recorrimos los once kilómetros a los saltos)
Tal vez fuiste todas y una en la niñez, a pesar de todo, una hermosa etapa en la que cargué con vos de aquí para allá. Aunque teníamos poca diferencia de edad, tomé el lugar de la mayor (medio mamita), vos eras "la más chica" de los cuatro.

Me detengo en esa etapa hecha de sonidos, de imágenes, de olores, de tacto y del gusto por la comida de mamá (etapa de sentidos, no contaminada por la razón), en la que fuimos tan unidas, tan distintas y, porque no, tan felices los cuatro.

En la adolescencia te quedaste allí y me fui. Te invité para que vinieras conmigo, así te ayudaba a estudiar, y dijiste “Ni loca vivo en ese pensionado de monjas”. Nos vimos de a ratos.
La memoria se construyó desde entonces como un abrigo lleno de agujeros.
Y ya no estás.
Y te vi allí tan fría, tan pequeña otra vez, y ya no sos.

Y traigo a mi memoria el recuerdo del recuerdo y de todas las imágenes prefiero recordarte ese día con nuestra bisabuela; vos con tus rulos, con cachetes rosados estabas parada en un sillón en el jardín de nuestra casa.

3 Comments:

Blogger néstor said...

Es un bello recuerdo y un bello texto. Tiene una sencillez que abruma.

un abrazo.

04 septiembre, 2009 20:56  
Anonymous Mónca said...

en estos momentos sobran las palabras, y al lado de las tuyas caulquier cosa que escriba sería como una falta de respeto a tu memoria. Un abrazo muy fuerte.

09 septiembre, 2009 17:52  
Blogger Amy said...

Gracias Mónica por tu abrazo. Lo que escribí no es más que un recordatorio para mi hermana menor. Tal vez, sea una forma de compartir mis sentimientos con otros y llegue el mensaje a otras personas que también la quisieron. Lo escribí dos días después. Por supuesto llorando a moco tendido mientras se me mezclaba el dolor, la bronca, otros sentimientos por una nueva pérdida en mi familia originaria.

10 septiembre, 2009 16:38  

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