Entre el arte de amargarse y arruinarse la vida
Llevar una vida amargada lo puede cualquiera, pero amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende, no basta con tener un par de contratiempos como experiencia personal.
Así, nos dice Paul Watzlawick en su libro El arte de amargarse la vida.
Hace un tiempo me habían recomendado leer otro libro de Watzlawick, sobre pragmática de la comunicación. Este verano me tropecé con El arte… en mi biblioteca. El libro no es mío, lo dejó una de mis hijas, tampoco es de ella y, ya que se trataba de un autor “recomendado”, me lo llevé para leer en la semanita de vacaciones.
El estilo es “irónico” da recetas para quienes quieren amargarse y, también, para amargar a los demás como daño colateral.
Dice, entre otras cosas, algo así como que: quienes quieren amargarse ven su mundo en peligro de anegarse en una inundación de recetas para ser feliz, no se puede esperar más tiempo a que le echemos un cable de salvación. No se puede permanecer más tiempo frente a la competencia de estos mecanismos y procesos bajo el dominio de la psiquiatría y psicología.
Creo que por experiencia personal, o por algunos profesionales en amargarse la vida –con los que suele uno toparse-, podemos ver la cantidad de veces que se preocupan o nos preocupamos, nos damos manija hasta sofocarnos por algo que puede o no ocurrir. ¿Por qué no esperar tranqui? Digo. Si total, con amargarnos de antemano no solucionamos nada. Si amargándonos, no remediamos ni un pizca de la cuestión ¿para qué flagelarnos?
Me pregunto: ¿cómo pudo sobrevivir la gente que estuvo en un campo de concentración o en la guerra?, ¿cómo pudieron volver a sonreír?, ¿a tener hijos y seguir para adelante? Digo, como para citar algunos ejemplos con motivos reales.
Las personas somos así, hay veces que el dolor puede atravesarnos, hasta inmovilizarnos, pero ¿solucionamos algo? A veces, no se necesitan grandes males, hay quienes los fabrican (espero no caer dentro de ese grupo).
Otro libro que leí: Perder, de Raquel Robles. A la protagonista de la novela no le faltaba nada para sentirse mal, tardó, pero al final… (mejor no cuento el final).
Y a esta altura… hoy fui a ver El luchador (con Mickey Rourke que da vida a
Randy) cartón lleno para completar la serie de las vacaciones y este tema. El personaje, un hombre que deja todo de lado por hacer lucha libre, aún cuando el tiempo pasa, consume lo que lo consume, envejece y se queda solo… Un poco la vida de Mickey, ese, que parecía “pintón” o chico sexy en Nueve semanas y media (2ª mitad de los ’80)
Sí, hay quienes son especialistas en amargarse y arruinarse la vida.
Así, nos dice Paul Watzlawick en su libro El arte de amargarse la vida.
Hace un tiempo me habían recomendado leer otro libro de Watzlawick, sobre pragmática de la comunicación. Este verano me tropecé con El arte… en mi biblioteca. El libro no es mío, lo dejó una de mis hijas, tampoco es de ella y, ya que se trataba de un autor “recomendado”, me lo llevé para leer en la semanita de vacaciones.
El estilo es “irónico” da recetas para quienes quieren amargarse y, también, para amargar a los demás como daño colateral.
Dice, entre otras cosas, algo así como que: quienes quieren amargarse ven su mundo en peligro de anegarse en una inundación de recetas para ser feliz, no se puede esperar más tiempo a que le echemos un cable de salvación. No se puede permanecer más tiempo frente a la competencia de estos mecanismos y procesos bajo el dominio de la psiquiatría y psicología.
Creo que por experiencia personal, o por algunos profesionales en amargarse la vida –con los que suele uno toparse-, podemos ver la cantidad de veces que se preocupan o nos preocupamos, nos damos manija hasta sofocarnos por algo que puede o no ocurrir. ¿Por qué no esperar tranqui? Digo. Si total, con amargarnos de antemano no solucionamos nada. Si amargándonos, no remediamos ni un pizca de la cuestión ¿para qué flagelarnos?
Me pregunto: ¿cómo pudo sobrevivir la gente que estuvo en un campo de concentración o en la guerra?, ¿cómo pudieron volver a sonreír?, ¿a tener hijos y seguir para adelante? Digo, como para citar algunos ejemplos con motivos reales.
Las personas somos así, hay veces que el dolor puede atravesarnos, hasta inmovilizarnos, pero ¿solucionamos algo? A veces, no se necesitan grandes males, hay quienes los fabrican (espero no caer dentro de ese grupo).
Otro libro que leí: Perder, de Raquel Robles. A la protagonista de la novela no le faltaba nada para sentirse mal, tardó, pero al final… (mejor no cuento el final).
Y a esta altura… hoy fui a ver El luchador (con Mickey Rourke que da vida a
Randy) cartón lleno para completar la serie de las vacaciones y este tema. El personaje, un hombre que deja todo de lado por hacer lucha libre, aún cuando el tiempo pasa, consume lo que lo consume, envejece y se queda solo… Un poco la vida de Mickey, ese, que parecía “pintón” o chico sexy en Nueve semanas y media (2ª mitad de los ’80)
Sí, hay quienes son especialistas en amargarse y arruinarse la vida.
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