28.10.08

Hay días, semanas…

(Como en un cuento de Kafka)

Mi hija más pequeña se tiene que mudar, esto me tiene de la nuca, es decir: me produce dolor de cabeza, dolor que se extiende por todo mi cuerpo.
Si a eso le agregamos que llamó otra de mis hijas y me dijo: “me van a operar cuando me quede totalmente sorda, porque hay un 95% de posibilidad de salir bien, pero si caigo en el 5%, me quedo sorda para siempre.”
Una de mis dos hermanas sigue con sus problemas de salud y los de su nieta.
Mi otra hermana: tiene el marido enfermo y siento deseos de compartir de alguna forma la carga y las llamo por teléfono (aunque más me gustaría poder viajar y verlas).
La crisis mandó al diablo mis ahorros para comprar un depto para nuestra hija menor. Siento que todo lo que junté como hormiga vinieron los saltamontes y se lo devoraron.
El trabajo tiene altibajos, hay días en que todo se desarrolla de manera más o menos tranquila, pero en otros las molestias refuerzan otros males. Trato de consolarme en las bondades de tener trabajo en un momento de crisis, pero no me alcanza.

Así, el viernes por la tarde, después de una semana de corridas, de dormir poco; medio dormida hice una lista de cosas por hacer y fui retirar dinero de un Banco (que según me aseguró uno de los empleados del mismo, es de 1ª línea mundial (1)). ¿Cajero automático del banco de 1ª línea por mi barrio? Nunca puedo sacar dinero de allí porque está desconectado, porque están reponiendo el dinero, porque qué se yo. Me fui a otro banco, había mucha gente; fui a otro y olvidé la tarjeta lista para retirar dinero. Dos horas después me di cuenta, tenía ganas de sacudirme, golpearme, insultarme… Bueno, ya estaba hecha la burrada (que me perdonen los burros). Salí corriendo para saber cómo era el mecanismo del cajero, todo daba para que me hubieran sacado dinero. Volví corriendo a mi casa con la indicación, de una clienta que estaba allí, del trámite que tenía que hacer. Tuve suerte, no me sacaron dinero ni me usaron la tarjeta para comprar. Para esto perdí tiempo comunicándome por teléfono para que la bloquearan. Cuando quería saber algo me mandaban al cajero automático por la clave y ¡justamente! No tenía la tarjeta para ir al cajero. Después de las tres horas perdidas (más o menos) me dediqué a las tareas para el bautismo de Emma. Me puse a cocer el vestido de Emma y no encontraba la tela de la falda. Empecé a pensar si no la habría perdido en algún negocio, cuando anduve buscando cintas e hilos. Esta situación me inquietó y la pregunta: ¿será la edad? empezó a acosarme como la caída constante de una gota de agua. Al día siguiente, mi marido me preguntó si le había mandado un mensaje ¡Horror! ¿También estaba usando el celular y no me acordaba? ¿Era algo más que el común olvido? ¿El estrés? ¡Caramba! Las cosas se ponen pesadas, ya no se trata de ir al fondo de mi casa y preguntarme ¿qué vine a buscar? ¿Y si me sucede cuando estoy dando clases?
El alivio llegó cuando supe que el mensaje no era mío, la tela apareció mezclada con la ropa para planchar (recién el domingo por la noche); lentamente fui recuperando mi ritmo normal. Suspiré un poco más tranquila, pero me di cuenta que no me preocupan algunos signos superficiales de vejez como canas, arrugas, rollitos en la cintura…, pero me aterran los olvidos, las torpezas, los cambios de conducta…
Cierto es que el medio no nos ayuda y hasta el más pintado puede sufrir trastornos. El maltrato en el trabajo, en los medios de transporte, en el banco (que no solo se apropia de nuestros maltrechos ingresos sino de nuestro tiempo) Por ejemplo, fui a pedir nueva tarjeta: llegué y
1º La joven de atención al cliente no estaba en su lugar,
2º Pregunté al personal de seguridad, me mandó a una ventanilla donde había gente esperando.
3º Fui al cajero humano para retirar dinero del sueldo y me pidieron número de cuenta porque no tenía la tarjeta,
4º Volví a seguridad
5º Fui a una joven que me corroboró datos y saldo.
6º Fui nuevamente al cajero humano (previa espera de unos minutos), que entró a comparar firma registrada con la hecha en el comprobante de retiro y le dije que mirara también en el documento…porque no le convencía.
7º Se “colgó” el sistema informático. Esperé unos cuantos minutos y finalmente me hice del dinero que canjeé por u$s
8º Fui al teléfono interno a solicitar la nueva tarjeta, previo trámite de una clave telefónica provisoria, porque la niña de atención a cliente seguía perdida…
Una hora después salí del banco, había cumplido con los trámites… y sentí que no tengo más ganas de andar de aquí para allá, y menos con un banco al que me obligan a ir a cobrar un magro sueldo, me MOLESTAN LOS CONTESTADORES MECÁNICOS o como se llamen, si la opción no está contemplada te cortan; si esperas la atención de un humano, la máquina parece un disco rayado “aguarde un momento, nuestros operadores están todos ocupados”. ¡Puf!
Las cosas ¿antes eran mejores o es que yo era joven?
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(1) Hace unos días me dijeron, en uno de los dos lugares donde trabajo, que había personal del banco para actualizar datos, fui hasta la oficina que me indicaron y
1º) no estaba en la lista de personal permanente (lógico, si soy provisoria), por lo tanto, perdí tiempo esperando 2º, lo peor, es que me quieran empaquetar con técnicas de marketing ofreciéndome combos de productos del banco y que el empleado diga que si yo tengo cuentas en otros bancos, conviene que deje las tarjetas de bancos de segunda línea y las tramite con un banco de 1ª línea mundialmente, como el que me estaba ofreciendo. Bastante mufada por la espera y porque ahora no hay banco “seguro” que valga se lo dije y me fui.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Querida Amalia: A todos nos pasan esas cosas, no se desespere. Cada uno de nosotros tenemos esos "infiernos privados" en los cuales sufrimos tormentos que nos parecen terribles...pero siempre salimos a flote. Con el amor de la familia, con la ferrea voluntad de no hacerle las cosas tan fáciles a la mala onda: dándole para adelante, bah. Yo lidio con bancos todo el día y son terribles. Mi ex-jefe decía: "Y...No quieren laburar, son bancarios"
Saludos y cariños a la familia

28 octubre, 2008 22:27  
Blogger Amy said...

Lo de los bancarios, vaya y pase. Lo de los bancos, que se quedan con nuestros ahorros, y lo de la depreciación del dólar me hacen doler el bolsillo... y refuerzan mi malestar en esta cultura disparatada de cráneos financieros que juegan a la timba... En fin! sé que con hacerme malasangre no hago nada, lo peor es que me meto en el callejón sin salida de mis debilidades seniles.

29 octubre, 2008 12:54  

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