15.8.08

Treinta y cinco años...

Allá por un verano del '72 nos pusimos de novio. Que sí, que no, que qué sé yo... Un año y medio después nos casamos, un año después tuvimos la primera hija, luego vinieron las mellizas y al poco tiempo la cuarta hija.
Ayer, mientras esperábamos las noticias de la cesárea de nuestra hija, éramos un montón. El personal de seguridad nos miraba con desconfianza, molestos por ser un grupo numeroso y algo ruidoso, que se movía tras un niño que no paraba de correr esperando a su prima Emma y enojado porque no había podido saludar a su tía Tota.
Los minutos caían, parecían eternos. No abrí la boca para no intranquilizar al resto. En mi cabeza repiqueteaba el "solo son unos minutos, menos de media hora..." y los minutos pasaban y pasaban.
Las imágenes se sucedían unas tras otras, hace treinta y cinco años me estaba preparando para el civil, luego la iglesia, luego tal cosa... de repente estaba en la sala de partos mirando a mi primera hija, luego a las melli, aquellas noticias alarmantes sobre Celes, finalmente Ro -la muñeca que cerraría el jardín de las Marías. Estaban las imágenes de los cumpleaños, del colegio cuando, las tres más grandes, me dejaron plantada en medio del patio con un: "hasta luego, mami", y se fueron de la mano de la maestra jardinera mientras otras niñas pataleaban para que la madre no se fuera. Y seguí pensando, mirando correr a Nico, tratando de jugar con Nico, tratando de distraerme y no pensar.

La otra abu se levantó y mostró estar inquieta. ¡Menos mal! No soy la única, pensé.

El Abu Pupú, confesó que le pasó lo mismo -eso sí, varias horas después.

Y por la tarde tuvimos a Nico con nosotros (este niño está cada día más gracioso y hermoso). Durmió la siesta, entredormido se despertó y dijo: Emma, tía Tota.
Después de las cinco de la tarde a las corridas me fui hasta Vicente López, participé sin interés en una reunión del trabajo para volver a las corridas (subí las escaleras del subte sin pensar, corrí tres cuadras en menos de cinco minutos, hoy me duele todo) para llegar antes de las 20 al lugar donde estaba mi hermosa nieta.
En la puerta los de vigilancia me preguntaron donde iba, en segundos me dije "aquí la cosa es hablar rápido, segura y no dar tiempo para ningún contra ataque". No le di tiempo a que me demoraran y me fui al 2º piso faltando dos minutos para que terminara el horario de visita. Tuve mi recompensa, pude aupar a la pequeña, mientras las lágrimas me encharcaban la cara.

De allí nos fuimos a cenar, a festejar el doble acontecimiento "un año más juntos y en de ahora en adelante el día va a ser el cumple de nuestra EMMA".

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Hoy he visto de nuevo a Emma, la vi tomar la teta, ponerse las manitos en la boca, llorisquear un poquitín, desparramarse en la falda del papi y mirarme como miran todos los bebés. Tiene ojos de color claro, tal vez le toque en suerte ser una morocha de ojos claros. Tal vez no, ella ya es una de las criaturas más bellas del mundo a los ojos de los papis, los abus, los tíos y la multitud de amigos que se acercaron a desearle lo mejor.

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