13.6.08

GRRRRR!!!! O snif, snif

Me viene, hay días, una gana…

Así empiezan unos versos de César Vallejo y terminan con

Y quisiera yo ser bueno conmigo en todo.

¡Ay! Sí, quisiera tener lleno de pecho el corazón ¿o tal vez lleno de corazón el pecho?

Quisiera sentirme liviana, no ser oscura, ni pesimista, ni tantas cosas que no quiero ser.

Y empezó el día liviano. Me sentía cómoda sobre mis pies (si me olvido de cierto dolorcito que me dice “tenés que ir al médico para que te vean este pie vencido, tal vez por pequeño para tu altura y tu peso)

Y seguí liviana trabajando sin sentirlo, tal vez un poco me sentí con una pincelada ridícula por algo que dije el día anterior.

Y continúe liviana cuando la empleada del banco me dio todos los papeles juntos para firmar y la paré diciendo ¿cuál es el del seguro? No quiero el seguro. Todo después de haber escuchado una protesta por algo que le habían cobrado a otro cliente por un seguro. “La cuenta es sin cargo mientras usted trabaje en…” Lo sé, respondí. ¿Dónde debo cerrar la cuenta cuándo deje el colegio? (Total es por unos meses nada más, pensé y no lo dije. Total no tenía sentido dar explicaciones a una empleada, siendo que yo no abro la cuenta por interés propio ni ella me la ofrece por el suyo.)

Llegué a mi casa y como la situación había cambiado (después de dos días de angustia en espera de resultados sobre la salud de una de mis hijas) decidí arreglar con mi hermano el almuerzo para el domingo. Mensaje va, mensaje viene a mil kilómetros de distancia. No te preocupés por la comida, la cosa es juntarnos –dijo, después de que le comenté el precio del pollo, del cordero y del lomo de vaca en el supermercado y la falta de carne para el asado que el iba a hacer el domingo en mi casa.

Miré a mi derredor, la gente callada miraba los precios, dudaba si debía o no cargar con los productos de góndolas y heladeras semivacías. Recordé el libro de N.Klein y las cuestiones del shock, el paro de transportistas, los del campo, el desabastecimiento, el aumento de precios, etc. etc.

No hice cálculos, mandé al cesto el presupuesto y compré algo de lo que iba a usar el fin de semana, hasta que me topé con los duraznos de Grecia. Una vieja sensación de los noventas me hizo decir Estamos volviendo a los viejos tiempos. Un hombre me miró y le mostré y le dije: Duraznos de Grecia más baratos que los de Mendoza. El hombre miró los duraznos, me miró serio y no dijo nada. Tal vez le arruiné su tranquilidad.

Hice la cola para pagar, supuse que la cajera era nueva (y lo era). Parecía que la maldad de las cosas se confabulaban para que tuviéramos que esperar. Nadie le dijo nada, lo único que me molestó era que cuando ella llamaba a la supervisora, ésta tardaba en venir más de la cuenta. Cuando llegó mi turno me contó que hacía dos semanas que había empezado a trabajar. Que el día anterior la tinta de la máquina no marcaba los tikets de ventas y ahora el scanner no leía los de pago, que la registradora se había quedado sin papel. Me contó que había llegado a sentir un fuerte malestar en el estómago. Su forma de hablar era tranquila y amable a pesar de su situación. Le pregunté de dónde era. Me contestó: Mi padre es chino, mi madre peruana. Le sonreí para acariciar su alma.

Y seguí liviana atravesando el día, seguí a pesar del cansancio, de mi malestar en el pie, del contexto social y político, pero cuando me dijeron que mi nieto estaba enfermo e internado se derrumbó el día sobre mí. No puede evitar llorar, enojarme y maldecir.

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1 Comments:

Blogger TOTA said...

Con respecto a Nico, la verdad es que uno se siente impotente pero bueno, mis pensamientos positivos estan con él

14 junio, 2008 00:58  

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