8.6.08

Crímenes perfectos

(o la eliminación de millones de personas sin que se condene a los instigadores)

Hace unos años admiraba a un escritor hasta que leí una noticia, en ella decía que se había aplazado su nombramiento como caballero. La demora se debió a su costumbre de tener relaciones sexuales con chicos. Supongo que lo peor fue la justificación de su costumbre en la declaración que hizo: "En cuanto llegan a la edad de la pubertad. OK, no hace daño. Creo que lo que más lastima a los chicos -dijo- es el llorisqueo histérico de sus padres después. Si los chicos no se molestan, está bien".

Y sí, aquí se huele el poder del dinero. En el lugar en que vivía el escritor, la prostitución infantil movía y mueve mucho dinero. Y es a partir de uno de los cuentos de este escritor que algo da vueltas y vueltas en mi cabezota.

Leí hace muchos años uno de sus libros, que no sé dónde fue a parar, un relato donde decía que los rusos iban a conquistar nuestras mentes a través de emisiones televisivas desde satélites. Iban a llegar a todo el mundo y nos iban a convencer de las bondades del sistema socialista.

Es decir, el escritor – que al parecer era un científico también- creía en la posibilidad de influenciar a las personas mediante las narraciones a través de un medio masivo de comunicación como la televisión.

Hoy nos bombardean con emisiones televisivas de todo el mundo (y no son precisamente desde Rusia). Me pregunto cuán inocentes son esas narraciones, cuán champú para el cerebro pueden ser y cómo pueden convencernos de tal o cual forma de pensar.

Y con la lectura del libraco de Naomi Klein, que ordena y amplia mis especulaciones, me siento un poco más que inquieta. En realidad, no es solo La doctrina del Shock de Naomi, son otros libros que se suman. Por ejemplo: Las venas abiertas de América Latina de E. Galeano, el Informe del Club de Roma Los límites del crecimiento, Informe Lugano de Susan George, Hitler ganó la guerra de W Graciano, varios libros de Chomsky y otros que tocan el tema tangencialmente de “cómo se despliega el poder”.

¿Por qué mi inquietud? He notado y hasta noto en mí cierta imposibilidad de colocarme en el lugar del otro, en la ausencia de sentir el dolor de los demás cada vez a más temprana edad. ¿Idealismo? ¿Altruismo? ¿No eran propios de la adolescencia?

Escucho a algunos de mis alumnos decir “¿Por qué tengo que pagar impuestos para pagarle comida a otro que no trabaja?” “¿Por qué debe pagar más quien más tiene? ¡Es injusta la llamada redistribución de riqueza!” “¿Por qué tengo que compartir con haraganes que ni siquiera se preocupan por estudiar?” “Y si quieren, que se la paguen como hace mi papá.” “Vi una horrible familia pobre, estaban todos sucios. ¡Horribles! Al lado, un hermoso perro blanco, limpito. Un horror” (sic).

Y también mantuve el siguiente diálogo:

Alumna: En la peluquería, una nutricionista comentó que no entendía cómo iban chicos desnutridos al hospital de esta zona. Le dan de comer al medio día, le dan leche y a la madre le dan un plan jefa de familia y una caja con fideos, azúcar, polenta y esas cosas.

Profesora: D. ¿Cuántos chicos tienen esas familias que decís? ¿Cuánto le dan por un plan jefa de familia? ¿150 pesos? ¿Cuánto te dio el cálculo de una canasta familiar en condiciones dignas para un grupo de cuatro personas, papá, mamá y dos hijos? ¿SEIS MIL?

Alumna: Incluí mucho más que comida.

Profesora: La comida te daba diez veces lo que le dan por el plan jefa de familia… Esa nutricionista debería estudiar algo de las técnicas de antropología para estudios de campo. Debe despojarse de sus prejuicios y ver qué pasa por la cabeza de esa gente y tal vez entienda.

Alumna: Creo que usted está un poco confundida.

Profesora: Si comen tan bien en el comedor escolar ¿Por qué están desnutridos? ¿Te pusiste a pensar qué comen? ¿Te pusiste a pensar en el grado de escolarización de los padres? ¿En qué les pasa por la cabeza? ¿En si fueron advertidos sobre los métodos de anticoncepción, etc. etc.?

Y de este nutrirme de testimonios diarios de indiferencia, en las que me puedo encontrar incluida, envuelta, estupidizada, etc. etc. hoy volvió a mí el hecho de un par de chicos que mataron a una pequeña de tres años. Los chicos tenían conciencia de lo que estaban haciendo según informes siquiátricos. Una de mis hijas tiene que hacer un informe para la facultad sobre ese tema. En términos técnicos me contaba sobre la dificultad, cada vez más temprana, de no registrar al otro. Si bien es cierto que en los chicos se da esta ausencia -dentro de ciertos límites- de manera normal, parece ser que el no entender el sufrimiento del otro es alarmante.

Entonces me pongo a pensar en las influencias de los medios masivos de televisión, en la importancia que se le da al tener objetos, al comprar, al escaparse de la “realidad” (hasta un caramelito o el perfume de un jabón te pueden hacer volar). No hablemos del tomar alcohol para el encuentro con los amigos, para ser repiola (el 75 % de los adolescentes en BA toma alcohol hasta descontrolarse, según un estudio realizado por la UBA), etc. etc. Los que estudian son discriminados, juzgados torpes, callados, feos, tontos… ¡UGH!

Las personas son consideradas recursos humanos ¿por analogía con los recursos materiales, se convierten en descartables?

¿Hay mucha gente en este mundo y poco para repartir? ¿O es que está mal repartido?

“Somos muchos” –me dijo cierta vez alguien privilegiado por su “inteligencia, clase social y estudios”, alguien que reprocha a los sociólogos el que no se dé más dinero a la especulación científica y se piense más en planes sociales de alimentación, educación, vivienda, etc.

A esta altura tengo claro que para los Chicago Boys (economistas y no economistas seguidores de Friedman) hay que aplicar tratamiento de shock neoliberal. Para los friedmaníacos el estado de bienestar debe morir, no más intervención del Estado en la economía. Que haya desempleo, que las empresas ganen lo que quieran sin importar a costa de qué, que se muera gente por enfermedades, por hambre, por violencia… eso es lo que debe ser. El neoliberalismo no aplicará la solución nazi de eliminación en los campos de exterminio, la selección de víctimas queda en manos de las propias víctimas (…) por incompetencia, falta de idoneidad, pobreza, ignorancia, pereza, delincuencia (…) es decir, por ser perdedores. (De Informe Lugano)

Niños/as y mujeres se verán obligadas/os a prostituirse para poder subsistir… ¿Y si se enferman? ¡Bueno! ¿No quedó claro? Se enferman, se mueren. El Estado no da asistencia médica, en el capitalismo las prepagas de salud venden su servicio a quien puede pagarlo.

Los niños abandonados, en la calle, maltratados, abusados ¿en qué se convertirán? ¿Cómo sobrevivirán en un mundo donde su vida no tiene ningún valor?

¿Qué va a ser de la vida de los chicos (7 y 9 años) que mataron a una nena de tres años hace menos de un mes? ¿Se podrán recuperar?

1 Comments:

Blogger carola said...

Me parece que entre la idiferencia por el otro de la alumna y la indifrencia por el otro de los chiquitos hay un ABISMO. No creo que la alumna y los chiquitos hayan nacido en igualdad de condiciones ni con las mismas oportunidades. Puede ser que la indiferencia de la alumna tenga que ver con los medios masivos de comunicación, instrumentos de las políticas educativas. Pero la indiferencia de los chiquitos me parece que tiene que ver con el reflejo que tienen de sí mismos. Que registro del otro hay, que la otredad existe si antes fui mirado (pensado, sostenido alimentado por el otro) y sujetivado. un abrazo, Carola tu sobrina

09 junio, 2008 09:05  

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