1.4.08

Tratando de entender…

Trato de entender esta crisis que vivimos, más el tiempo presente se me confunde. Alguien dice ¿Cómo pueden pretender querer poner un impuesto a las ganancias extraordinarias? Si los del campo se quieren quedar con mayores beneficios que el año anterior ¿Cuál es el pecado? Más otro dice: Las retenciones tienen que aumentarse al 50 % o más para los grandes productores. El error no es cobrarla, sino no decir para qué se van a usar esos fondos. Y por allí alguien dice “ni muerto me sacan”, más un productor grande dramatiza “hermano si la ganamos, está bueno. Si no, no te preocupes, te alquilo el campo”.

En la historia de nuestra Argentina la escasez de la carne de vaca, la rivalidad entre un bando y otro es uno de los primeros temas en la literatura “nacional”. En El Matadero es posible encontrar el germen de literatura con olor a política, tan cara a nuestros manejos.

Me siento tentada de parafrasear a Echeverría y escribir manoteando la técnica borgeana del “Piere Menard…” ¿Y por qué no?

“A pesar de que la mía es historia no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles de América, que deben ser nuestros prototipos. Tengo muchas razones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso. Diré solamente que los sucesos de mi narración pasaban por los años de Cristo de 183… [debería decir que como la historia se repite siempre dos veces, una como tragedia y otra como farsa, los argentinos somos unos perfectos farsantes, y que no se sienta quisquilloso el que lea. Debería primero hacer un examen, respirar profundo y asumir su persona –que no es ni más ni menos la máscara que le encubre en el teatro de la vida. Persona que intenta crear razones, afirmarse en discurso y ser solo y apestosamente un individualista a ultranza, que para colmo de males se cree objetivo].

Sigo leyendo Estábamos en cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia (…) ordena vigilia y abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa y, como dice el proverbio, busca a la carne. [Convengamos que ya pasó cuaresma y la Semana Santa, lo religioso no es más que apariencia para el mini turismo. Aunque algunos pueden ir a misa, hacer como que son fieles a la doctrina cristiana del “amor al “prójimo”, “el poner la otra mejilla”, “el repartir la otra manta” y las etc. Uno los ve arrodillarse, rezar y da como para creer que hay sinceridad, pero luego en la vida práctica se nos va todo por el sumidero].

Los abastecedores, por otra parte buenos liberales [¡perdón! Quise decir federales], y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de BA atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al Matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos [como sigamos así, ni para ellos va a haber comida]

Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban de acuoso barro. [Hemos tenido lluvias, hubo barros, barriales, barritos, calles y rutas anegadas, pero este no es el factor de la discordia para que nos falten los alimentos. Así debo decidir entre un durazno horrible frente a otro magullado, entre un ramo de espinaca más que mustia y acelgas pálidas…]

[Debe ser nuestra impiedad la que NO nos hace acreedores de la misericordia divina y] Llegará la hora tremenda del vano crujir de dientes y de las frenéticas imprecaciones. (…) [y como] las pobres mujeres salían sin aliento, anonadadas del templo, echando, como era natural, la culpa de aquella calamidad a los unitarios.

[hoy miramos las góndolas vacías de los templos modernos del consumo y vociferamos que la culpa la tienen los del campo, más de un distraído dice ¡No! La culpa es de la Cristina, “esa mujer llena de odio, y el que tiene odio no puede ni siquiera ser presidente de un consorcio” (1). “Sí la culpa la tienen los kichneristas, los peronistas, los negros de m…. que hacen contrapiquete, junto con ese camionero que en su vida manejó un camión, a lo sumo anduvo en bicicleta.”

(1) Si todo este entretejido de palabras no es más que un rejunte a partir de El Matadero, debo agregar que esta frase la escuché hoy entre otras.

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Y en todo rejunte uno mira los sucesos como si viera una peli vieja, han adaptado los trajes, el escenario, básicamente la historia es la misma .

En ese continuo repetirnos, en ese jugar a trágicos y no llegamos más que a farsantes me distancio y recuerdo cierto levantamiento de camioneros, paro en un país vecino, y como todo aquello que empieza puede saber donde empieza, pero no donde termina. Y de repente por lo bajo le digo a una colega “Está todo muy enrarecido, hay muchos intereses en juego, casi todos desconocidos para nosotros.” Ella me responde que siente lo mismo, hasta que horas más tarde llamo a mi hermana, la que está enojada con los del campo y me dice “¿No te recuerda esto al derrocamiento de Allende?”

Y allí sobre la mesa (o sobre una cama), como en El Matadero, ¿QUIÉN? ¿QUIÉN VA A ESTAR ESTA VEZ?