22.2.08

Cuento para el diván

- Tantos años y no he podido resolver mi cuestión con mi más cruel antagonista – dijo una mujer.

La miré ya cansada de su cháchara ¿volvería a jugar el papel de víctima? ¿Cómo puede caber tanto pesimismo en tan poco cerebro? ¿Cuándo, cuándo se le ocurriría contar algo divertido? Es cierto que no hay peor juez que uno mismo, pero hay momentos que jugar al otro...

Recuerdo una vez, estaba en Brasil, de fondo se escuchaba música de carnaval y a ella se le ocurrió explicar que: esa letra estaba sugerida por el centenario de la abolición de la esclavitud y bla, bla, bla. Una parienta allí presente, que no aguantó tanta palabra al cohete, la miró y le dijo: ¿vos nunca vas a decir algo divertido?

La mujer calló, pero indudablemente recibió la pregunta y apretó la tecla “input” que dejó bien claro: mes, año y situación en que el mensaje fue recibido.

En otras oportunidades fue acusada de algo semejante, de su cara de vinagre, de “parece que vos nunca fuiste joven” (que ella tradujo: vos fuiste siempre una vieja de ¡pip!). Uno de los últimos reproches fue: ¡Pero eso es terrible! ¿Cómo podés vivir pensando en todo eso?

Me pregunté ¿por qué se deja esas canas? ¿No se da cuenta que vivimos la era de la adolescentización perfecta? ¡Ella que se dice tan informada! No hay duda que está viviendo como a mitad del siglo pasado y en un pueblo que se le perdió en el mapa.

Se paró, dio unos pasos inciertos, estaba tan cerca que parecía penetrar en mí, pero no la iba a dejar. No soportaba su desgano, desaliento, melancolía, flaqueza o como se llame que la acompañaba como una sombra. Después de los años compartidos con la señora simulación, esa que frente a la pregunta ¿cómo estás? le enseñó a responder: ¡Mejor imposible! cuando todo iba al garete, esta mujer parecía no aprender ni con los mejores maestros.

Es cierto, podemos pensar que los años pasan para los demás, pero eso es para los que padecen ceguera cerebral. Los años, el tiempo, mi estimada señora, pasan indefectiblemente para todos. El tiempo es totalmente democrático, le acontece a todos y todas las criaturas que se desplazan por este mundo.

- Lamentablemente los años pasan y sigo igual o peor. Bien dijo alguien que los defectos se agravan con el paso del tiempo. O está lo que dijo Rita “Un viejo no es jodido porque es viejo, siempre fue jodido. Ya lo era cuando joven, pero se le notaba menos.”

Esto es una pesadilla, sentirme culpable por cada error, por cada decisión tomada, por cada palabra que dije, por las que no dije, por lo que hice, por lo que no hice, por lo que dicen de mí…

- ¿Cómo?

- Supongamos que ahora que sos vieja te das cuenta que alguien querido te quiere hacer trampa ¿cómo te sentirías? Traicionada. ¿No? Y como si fuera poco, no podés decirlo porque no es el momento ¿Cuántas veces te sentiste así? Muchas ¿no? Bueno, esta nueva traición te remueve las anteriores y tenés ganas de agarrar (¡sí! agarrar) con tu mano el cogote del o de la traidor/a y revolearlo/a, pero como toda tu vida fuiste indecisa, con sentimientos culposos, empezás por decirte ¿Qué hice para que esto fuera así? ¿cuál fue mi responsabilidad? Porque yo algo debí de haber hecho. Que una vez me pase está bien, pero si me pasa más de una vez la idiota soy yo, nada más. Además ¿es realmente una traición? Tal vez la necesidad… y con esto soy grotesca como… No, mejor ni lo digo.

Ella siguió con el bla bla, no podía desprenderse de lo que le había ocurrido en el trabajo, pensó en las horas que le habían quitado, en el desbarajuste del presupuesto planificado, en lo que debía restar y en otras cosas que censuró, eso, después que alguien le advirtiera: no e conveniente decir todo lo que se piensa y lo de su "amiga" la tenía conmocionada, cuestiones de hermeneuta sobre lo dicho y lo no dicho, sobre los signos detrás del silencio que no llega a nada.

Y fue esa voz ajena a ella y a mí que nos gritó, en el tono más suave y delicado, ¿Y a vos quién te dijo que era tu amiga? Nunca fue tu amiga, lo que puso punto final (o inicial) al divague.

Ella lo miró y dijo en tono cansado: “tenés razón, ya debería de haber aprendido, no es la primera vez que me pasa.”

Y aunque agregó “no alimentes tu ira”. Ella recordó cada una de las cosas que había recibido de alguien llamada "amiga" y sintió que no eran todas buenas.

Pero no todo es fácil y simple, reconoció, develó sus sentimientos, pero no hubo catarsis. No pudo llorar y volvió a flotar en todas las veces en que le había ocurrido algo parecido.

No pudo decir que iba a despertarse, que iba a terminar con la pesadilla, que iba a destruir a su peor antagonista, es que soy débil hasta conmigo.

Conecté la máquina y me susurró al oído: Ni siquiera tengo las palabras para salvarte y fue así que empecé a escribir.

2 Comments:

Blogger TOTA said...

¿¡adolescentización perfecta!? jajaja me encantó.
Creo saber, creo, de quién se trató pero qué duro. Te diré que por momentos siento lo mismo eso de ¿quién te dijo que era tu amiga/o? Nadie que conozcas, y que lo mejor es tenerlo al margen, pero llegué a sentir lo mismo

22 febrero, 2008 10:55  
Anonymous Anónimo said...

Brillante... Y efectivo.

22 febrero, 2008 15:41  

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