Mensaje en el contestador

¡Hola! Habla “x” te llamo para saludarte y quería comentarte algo. Mi teléfono es…

¡Uhmmm! Y ahora qué le pasa. Tuvo un año bastante movido. La muerte de la mamá, el hijo que por descuido dejó algo enchufado y se prendió fuego el departamento que era de ella. Tuvo problemas de trabajo en el otro colegio, en el que estamos juntas tampoco pinta bien.

La llamé.

Gracias por llamarme. Me despidieron del colegio A. Si sabés de algo. Voy a ir al gremio para ver como es la liquidación de la indemnización. Me mandaron el telegrama de repente. No me querían dar explicaciones. Logré que me atendiera la rectora y me dijo que el Consejo Consultivo del Colegio ¿Vos sabías que tenían Consejo Consultivo? Bueno, yo tampoco. Supongo que se formó ahora, me dijo que el CC había determinado que no tenía dominio con los chicos. No me despidieron a mí sola. Despidieron a cuatro profesores más. Necesito trabajar. Tengo la edad para jubilarme, pero no me dan los años de trabajo, en provincia no me dejan anotar por la edad. Me dijeron que presente un recurso de amparo, etc. etc.

Para colmo de males tiene que reponer una rastra de gaucho que trajo para una feria, se la habían prestado y se la robaron en el colegio donde trabajamos juntas.

Le presté mi oreja, la entiendo. Pasé algo parecido hace unos años. Nos juega en contra la edad, la antigüedad, lo que se pretende de los docentes, la visión de los padres acerca de cómo debe ser la educación, la forma que los alumnos se plantaron en que ellos son adolescentes y nosotros “profesionales de la educación” por lo tanto debemos soportar cualquier grosería, ser entretenidos, permisivos, informados, prácticos y todo aquello que se les ocurra.

Es bueno pensar trabajar por un mundo mejor sin recompensa, pero por lo menos que nos dejen trabajar ¿No?