6.11.07

A mí me gustan los libros (Centón II)

Los días se suceden y va uno caminando en medio de buenas nuevas y otras noticias que nos dejan atontados, dolidos, aturdidos sin saber qué decir o hacer.
A veces escucho a la gente discutiendo acaloradamente sobre fútbol, sobre partidos políticos, sobre marcas de autos o como esa vez que me querían enredar en que si Piazzola hacía o no tango. Hay tantas cosas más importantes ¡para qué gastar saliva en eso! Lo peor es que las disputas pueden llegar a situaciones de agresión física, es en ese instante que pienso que la discusión es un pretexto para dar rienda suelta a múltiples carencias personales.

Así el jueves fuimos a ver a Fany y a desearle buen viaje para el regreso a su casa. La miraba y no podía dejar de maravillarme de lo bien que la vi. Hace unos meses no nos atrevíamos a pensar o sentir a raíz de su transplante, un nudo se nos había instalado en la garganta y la ceguera no nos dejaba ver más allá del afecto. El jueves nos contó que se había realizado el segundo transplante de sólo una parte de pulmón con éxito (ella fue la primera en que se aplicó la técnica).
Supongo que el vernos al borde de una situación límite como la muerte nos hace repensar la vida. Así se la veía, feliz. Nos decía que ha recuperado peso, que solo tiene un par de cicatrices, que la biopsia dio bien. (Sir, le conté que le mandó sus saludos y que fue a dar sangre para ella)
Mientras celebraba su disfrute de la vida, mi hermana me mandó un mensaje en que su esposo había sido internado y que ya los calmantes no le hacen efecto. Otra vez el fantasma del cáncer rondando la familia.

En el colegio un nuevo episodio de agresión hacia los adultos por parte de los alumnos, esta vez no me afectó a mí directamente. Acerqué a mi interlocutora un texto escrito por mí y le reconfortó. ¡Por fin! Una de estas mantas mal tejidas sirve de abrigo a alguien.

Y siguiendo el tránsito, un poco de lecturas y escritura por aquí o por acullá. La visita a una librería marcó, una vez más, mi adicción a los libros, fui y me volví con media docena de libros. Ya que estamos con el vicio de los libros cuento una anécdota de la semana: un alumno me vio con la biografía de Albert Camus y me dijo que cuando me vio con ese libro (gesto del tamaño = a muy grande) le caí antipática, luego me dijeron que en clase ellos se sentían más libres para decir y justo yo pretendo que se informaran y lean, rumbeando en el tono de crítica surgió el comentario acerca de que leo demasiado y me calificaron de “nerd”. Ese mismo día, en otro curso, una alumna en el momento que saqué un libro para leerles sobre un tema específico de la materia me arrojó lo siguiente: “Cuando termine la secundaria, me voy acordar de usted como la persona que tenía un libro para cada cosa” (sic) (no fue elogio).
Y si yo no tengo el trastorno de Asperger (= autismo leve), es decir, puedo interpretar emociones ajenas más o menos como lo hacen los demás, no veo porqué suele molestar el que lea. ¿Debería enojarme porque a los otros no les gusta leer? No es la primera vez que me contestan en forma agresiva por lo del la lectura. Ni siquiera sirve que les explique que me siento tremendamente ignorante. Una de mis hijas dijo que tal vez lo que más irrita es que soy consciente de mi ignorancia y lo digo. En los libros no solo encuentro información general, imagino al libro como una cortina que por debajo deja ver los zapatos del autor. Tal vez leer sea una manera de tocar el alma de un otro ausente, tal vez sea la posibilidad de evadirme de los malos tragos que me hace beber la vida.
Cierta vez alguien me dijo si no podía hablar sin mencionar que lo dijo fulano o mengano en un libro. Resulta que me parece mal no decir que lo que estoy diciendo es elaboración de otro y no mía, yo vengo a ser una especie de “loro”, la más de las veces; como el cartero de Neruda diría: “las palabras son de quien las necesita” aún aquellas que vienen acomodadas por los poetas; me las apropio, pero si es posible hago saber que corresponden a la genialidad de otro, supongo que no acuerdo con ciertos escritores que toman un pedacito de aquí otro de por allá y luego le ponen la firma en honor a la intertextualidad. En resumen, digo: habiendo tanto para vivir no vale la pena discutir si está bien que lea, disfrutemos de ver bien a alguien como María Alejandra o Fany, compartamos el dolor de quien no lo pasan bien y cuando el dolor o el maltrato de otros nos ataca bien puede ser un libro un escudo.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

* Comparto su pensamiento acerca de las carencias de la gente que lleva las discuciones más allá de un simple "pensar diferente"
* Me alegra enormemente que Fany esté bien y se reponga de esta manera. ¡Sigale mandandole saludos míos cuando tenga oportunidad!
* El fantasma del cancer...asusta. Pero hay que tratar de enfrentarlo apoyando, estando cerca (aunque no fisicamente) de la familia afectada y tratando de tomar las decisiones correctas. (Esto último es muy delicadoo...)
* ¡Mantas mal tejidas! ¡Pero cómo abrigan! ¡Cómo nos cobijan del frío que hay afuera! Y la manta es gesto, es abrazo es, simplemente, dar.
* Leer... Quien no lee no sabe lo que se pierde. A los que nos gusta tanto, alguna vez llegaremos a ser como los personajes de Farenheit 451: un libro viviente. Y el que no nos quiera leer, que no lo haga
Un abrazo y saludos.

PD: Tiene Ud una familia maravillosa.

06 noviembre, 2007 11:05  
Anonymous Anónimo said...

No me mate! Puse "discuciones" en lugar de "Discusiones"

Sigo avergonzado! (Paula sabe)

06 noviembre, 2007 14:01  
Blogger Amy said...

Sir, me olvidé de citar Farenheit. Mientras iba escribiendo me acordaba de algunas escenas y el juego de los "hombres de fuego" (bomberos en inglés) y cómo leer se transforma en indeseable o ilegal.
Sé que el sábado conoció a las dos Marías que faltaban. En mi casa no se animan a consumir “alcohol” por eso se fueron a un bar. ¡Soy una bruja! Víctor y yo aprovechamos para apropiarnos del nieto, un día más. Cariños
(Lo del “error” si le cuento que una vez largué un comentario, en un blog de un periodista colombiano, con una palabra con doble error y no sabía cómo arreglarlo, fue después de apretar publicar que me di cuenta. ¡En fin! Nadie se murió por eso. Noe tiene un dicho para lo de la vergüenza.)

06 noviembre, 2007 15:51  

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