24.10.07

¡Ay! Argentina

Escuchar a un político en Argentina, por lo menos, me produce alergia. Me gustaría tener la genialidad de Roberto Arlt para escribir en el estilo de sus “aguafuertes”. Soy masoquista o una pasmada incorregible. Ponerme a escuchar a todos los candidatos, supongo no es un delirio mío individual. Escuchar a Sobisch en la tele me da hasta vergüenza ajena, cierta vez me dijeron (a propósito de su cercanía con Macri) que tenía un buen manejo de la retórica. Es en este momento escuchar un discurso vacío de contenido, un conjunto de caballitos de batalla y atacar a otros “con o sin razón” me parece deplorable. ¿Cómo se atreve el que dio la orden de reprimir a los docentes en Neuquén? ¿Cómo se atreve quien no puede resolver los problemas en serio de su provincia decir que va a gobernar todo el país? ¿Cómo se atreve el que se ofendió cuando desde el diario Río Negro y el canal 10 de G. Roca denunciaron la corrupción de un funcionario del gobierno de Sobisch? Después de la muerte del maestro Carlos Fuentealba, lejos de arrepentirse, dijo ser el único capaz de enfrentar una Argentina de caos y de protesta piquetera. Escuchar cómo le contestó a Pino Solanas me parece que ya es darle demasiado espacio.
Espero que la gente vote con el cerebro. Sé que esta afirmación me convierte en facha, pero ciertos manejos políticos me convierten en un ser primitivo que no puede aceptar ciertas elecciones.
¿Cómo se puede seguir después de la muerte de tres policías en un lugar que debía ser seguro? ¿Qué pasó con la “maldita policía”? ¿Seguimos con lo de José Luís Cabeza? ¿Se trata de bandas de policías? Recuerdo lo que me contaron de Mar del Sur. Me parecía un relato de ficción, pero cada día parece cobrar más fuerza. Un periodista argentino hizo un informe sobre la droga en México, dejó muy claro el paralelo que podemos hacer entre lo que ocurre en Tijuana y lo que ocurre en la provincia de Buenos Aires. Tampoco está alejado de esta cuestión el sur argentino.
Ver en mi pueblo un chico totalmente drogado me dolió, sé que no era el único. Del mismo modo que me duele saber que el paco se devora el cerebro de un chico tras otro.
Dicen que se van ocupar de la educación porque es una herramienta para fortalecer a los adolescentes, pero ¿de qué educación estamos hablando? ¿La de padres que no existen y abandonan a sus hijos por trabajo o por otras excusas? ¿La de la escuela desautorizada en todo sentido? ¿La de los maestros que ya están hartos de todo y no dan fe de su trabajo? (Digo no dan fe en el sentido de “no profesan”) ¿La de la tele? ¿La de los zafados y grotescos programas de ciertos renovadores productores de la tele? ¿La de los que facturan millones con programas champú y explotan a la gente que trabaja con ellos? ¿La de la felicidad de los objetos comprados por influencia del marketing?
Miro los avisos que explotan lo emocional del juego de rugby, aún en contra de esa manipulación, me gustaría que realmente fueran ejemplo. No por el tercer puesto que ganaron, sino porque pelearon ese puesto, aún cuando no hubieran ganado hicieron mucho. No tienen apoyo económico, pusieron esfuerzo, ganas, mostraron verdadera amargura cuando perdieron demostrando el amor por la camiseta, por el juego. Muchos de ellos juegan como profesionales fuera del país, o sea tienen el problema económico resuelto. Mostraron un abrazo que exteriorizaba que eran un equipo. ¡El himno! Esa canción que parece haber perdido todo sentido para la mayoría de los argentinos. A los argentinos nos cuesta este ser equipo, este querer funcionar para todos y no como individualidades que por azar estamos aquí. No te lloro Argentina, pero cómo me duele el comportamiento de este “nosotros” los argentinos. Recuerdo ese cuento que alguien me narró cuando era una niña. Diría que era una profecía. Argentina era una chinita de largas trenzas, una niña mestiza más "blanquita" que sus hermanas, más parecida al padre que a la madre. Chinita hermosa como ninguna, llena de posibilidades para crecer y transformarse cada día en más bella. Resulta que un día le empezaron a tironear de las trenzas, la trataban peor que a Cenicienta. La chinita empezó por llorar, por enflaquecer, hasta que un día se enfermó hasta morir.
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Debo aclarar que lo que escribí en Soy Puma tiene que ver con el jugar en equipo, con decir soy Puma para seguir adelante, con poner el esfuerzo en función de todos, en jugar cada partido aún sabiendo que las dificultades (los oponentes) pueden ser grandes. No me gustan las individualidades, tal vez yo sea una más y no me siento bien por eso.

¡Ay! Argentina creo que mereces una suerte mejor.
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Hoy es un día más en que recuerdo a CARLOS FUENTEALBA.