19.10.07

ADOLESCENCIA II

dedicado a Noe

Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
—El pie breve,
la luz vencida alegre—.

Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

Vicente Aleixandre, 1924-1927

Así comienza un post que escribí el 9/7/06. Estaba dedicado a mi sobrina mayor que tiene la valentía de pelearse con su hija y trata por todos los medios de ponerle límites. Y bien, no lo voy a volver a publicar, solo rescato que no me desdigo de nada de lo que allí escribí. La “represión” no es lo opuesto a la “permisividad”. La permisividad extrema es abandono, es no me meto, no me ocupo, no me importás.

Querida Noe que algo sea transversal a todos los adolescentes es un dato, pero no justifica el papel de los padres. ¿Sabés las veces que tuve que comerme las lágrimas, las críticas de mucha gente que me etiquetó de rígida, las peleas con mis hijas, por lo bajo con el papá que no opinaba igual que yo, pero me apoyaba a regañadientes, los hasta insultos de alumnos -algunos de los que hoy veo y me tratan con afecto?

En mi caso, el cansancio llega y trato de hacer las cosas lo mejor posible.

No sé si tuve la mejor adolescencia. Sí sé que fue diferente, que hubo límites de origen, tuve mi primer trabajo a los once años, me hice cargo de mi persona a duras penas a mis 13, te puedo asegurar que viví algunos episodios penosos, pero nada de ello me convirtió en víctima. No sé si tuve la mejor vida, pero cuando miro hacia atrás solo me arrepiento de no haber disfrutado un poco más de mis padres, de mi marido y de mis hijas, de no haber viajado un poco más y de haber aprendido el maldito inglés que pudo conmigo. Como vez, nada demasiado grave. Unos días antes de mi cumpleaños 58 le dije a Viviana (hna. de Víctor) Siento que tuve una hermosa vida a pesar de lo quejosa que soy. Me gustaría que los años que me quedan sean más o menos así. He tenido mucha suerte.

Cierta vez tuve una discusión por el significado que le daban a la palabra adolescente. Hay personas que consideran que la “cuestión lingüística” es algo menor o totalmente inútil, pero a mí ese día me quedó claro que el significado que la otra persona daba a adolescente le marcaba la ruta para trabajar con los alumnos. (Esto tiene que ver con que me adhiero a que “no hablamos un lenguaje sino que somos hablado por él”) Al considerar a los adolescentes como “carecientes”, como los que padecen alguna dolencia, que están enfermos, que están sujetos a vicios, pasiones o que tienen malas cualidades los terminan convirtiendo en eso. La palabra adolescentes para mí siempre tuvo que ver con adolescere que significa: crecer, desarrollarse, tomar vigor, robustecerse, fortalecerse. Y es diferente a lo que dice el DRAE sobre adolecer: Causar dolencia o enfermedad. Caer enfermo o padecer alguna enfermedad habitual. Tener o padecer algún defecto. P.e. Adolecer DE claustrofobia.

Tanto tenerle lástima a los chicos, porque “pobres mirá la época que les tocó vivir, o no sea que tengan que padecer lo que yo padecí, y las etc.” terminan convirtiendo a los chicos en víctimas. Realmente me extraña que no haya más Camilas. Los pibes tienen tan enroscadas ciertas cuestiones que el descontrol, el emborracharse hasta llegar al coma por alcohol, el ser promiscuos sexualmente les parece una gracia, creen que eso es estar en onda, es estar lo más, es ser libres. ¿Y qué puede entender una vieja aburrida como yo? ¿No es así? ¿Ellos son libres si no pueden hacer nada diferente al grupo? Se portan como los bichos que se dirigen hacia la luz que los va a quemar. Después de la resaca necesitan más y más. La sensación de vacío que suelo observar, el descontento, las formas encubiertas de suicidio, la repetición de ciertos estandares de vida, por ejemplo, me producen una profunda tristeza. Hoy vi cómo un alumno le decía a otro que comprara lo necesario a otro. Le dio $ 100,- Todos los días van a un fiesta de egresados diferente ¿los papás no se dan cuenta?

Cuando un alumno se pone en pesado y empieza con lo del aburrimiento. ¿Qué es estar aburrido? ¿Un mal aviso de un ex presidente que hace que confundamos el rumbo? Me pregunto ¿Cuál es mi papel aquí y ahora? Cuando escucho que una mamá es cuestionada por poner límites, me enoja. Hay mucho más amor en una puesta de límites que en un irresponsable “dejar hacer y dejar pasar” de un mal padre. Querida Noe copio el final de mi post anterior como parte de lo que pienso:

El pediatra Benjamín Spock (padre de la permisividad) dijo que no debía corregirse a los niños cuando se portaran mal, porque truncaría sus personalidades y su autoestima. Frente al autoritarismo extremo tenía razón.

Décadas después, el propio Spock afirmó que padres y madres habían seguido con demasiado celo sus pautas de permisividad y que eso había dado por resultado la crisis de autoridad, falta de control, adicción a sustancias, sexualidad inadecuada y otros males de los jóvenes norteamericanos.

El hijo de Spock se suicidó.

Jaime Barylko planteó en su libro “Los hijos y los límites” que “los límites son delimitaciones del camino, cercos protectores, marcos contenedores y referenciales. No son un fin en sí, son un instrumento para realizar fines. Cuando están uno puede actuar y elegir. Hasta, si se quiere, puede salirse del camino. También para salirse hay que conocer los límites”. En suma, para que haya libertad tiene que haber límites. O dicho de otra manera, no se puede dar libertad sin enseñar responsabilidad (que no es ni más ni menos que respuesta hábil para vivir).

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