21.9.07

Hablando de rituales…

Cuando mi hija Ro era pequeña y sus hermanas festejaban el día de la primavera con sus compañeras de colegio, salíamos las dos a festejar juntas ese día. Creo que la primera vez lo hice porque la vi mirar con tristeza a sus hermanas que se iban contentas y ella se quedaba sin festejo. Así nació ese salir juntas las dos solas los 21 de septiembre, primero era un almuerzo y luego un paseo. Pasó el tiempo y una vez estaba mi papá y le dije que lo íbamos a incluir en la salida. Fuimos a caminar y terminamos en un bar. Fue la última vez. El tiempo hizo que ella festejara con sus amigos, luego vino el novio y el casamiento, hizo su propio nido. Anoche la llamé y le pregunté si tenía ganas de almorzar conmigo para recordar viejos tiempos.

Hoy nos juntamos en la terraza de un sencillo y agradable restaurante, un níspero nos daba sombra, el sol comenzó a brillar cada vez más y charlamos de su nuevo trabajo, de la suerte del local de la comida árabe de la esquina, de esto y aquello. El almuerzo estuvo bueno, lo terminamos con un brownie acompañado de una bocha de helado y frutos del bosque. La acompañé al colectivo. Espero que hoy pueda vender mucho.

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Como el hombre primitivo traté de llevar a cabo el ritual para que el tiempo sagrado me devolviera por un instante, al menos, el tiempo que devoró lo profano.