20.6.07

Los abrojos del andar.

Al andar por la vida se nos van pegando frases, visiones, acciones, sonidos… Digamos experiencia.

Hace poco leí algo así como “este blog no es intelectualoide, es un espacio de descarga” tal vez de la cotidianeidad (supongo).

Después en un libro me encontré con la referencia a la “inutilidad del arte”.

En mi casa, colgamos dos cuadros que pintó una amiga, al mirarlos me quedó todo flotando con la frase de un humorista y excelente dibujante “la fuerza que emana de las obras originales”.

Recuerdo la vez que fui al taller de mi amiga Tonia, me mostró sus pinturas y dibujos. Me gustaban, elegí entre ellas tres. De repente vi una que me provocó rechazo. Es una pintura en blanco y negro. Compuesta por muchas plantas de los pies, blancas, arrugadas. Las miré, no vi pies, vi en el diseño larvas, momias, humanos amortajados orientados sin orden hacia un agujero negro. Le dije a Tonia:

- No sé qué quisiste decir, siento vacío, siento algo que me pega en el estómago, demasiadas emociones de golpe, es demasiado provocativa. ¿Cómo se llama?

- 2000.

Miró mi cara, se acercó y murmuró:

- ¡Gracias! Nadie lo expresó mejor que vos. Eso es lo que quería lograr.

El pintor, el escritor y otras personas que se expresan a través del arte “re-crean” lo que ven y el resultado que vemos es su cable a tierra.

Tal vez, lo cotidiano no es más que un borrador del “texto” que luego observamos distantes de su construcción al que calificamos, prejuiciosamente, como intelectual.

Conjeturo que, más de una vez, antes de leer a Borges la gente se detiene en lo filosófico, en lo matemático, en la teoría del caos, en la manipulación exacta de la palabra y se pierden el gesto de la inversión del relato sobre Asterión, o el de la primera vez en la Estrella donde transmuta lo propio en moldes literarios… tal vez, nos perdemos lo que hay de humano en esos itinerarios de escritura.

La máscara y el espejo de quien puede lograr decirlo, ya no lo dice.

La escritura como posibilidad feliz, la salvación que nos hiere o inmoviliza, tal vez “no se trata de escapar al destino” sino que el pensamiento nos permite volver a lo que fue.

Aunque no fue escrito para él (así lo creo) me gustó este enunciado [para] “los que sienten profundamente y tienen una aguda conciencia del inextricable laberinto del pensamiento humano, sólo hay una respuesta posible: la ternura irónica, el silencio.”

Así, en este discurrir “intelectualoide” ordeno las barajas de un mazo grasiento y, aunque no sé nada del truco, canto ¡envido! Tus puntos son buenos, me hicieron pensar sobre los prejuicios y mis itinerarios en literatura.

2 Comments:

Blogger fractal said...

Amalia, buenísimo tu post de hoy. Has planteado un tema para discurrir largo y tendido!

El hecho artístico oscila entre lo intelectual y lo visceral, pero debe ser siempre una pulsión, ir a lo emocional, ¿no es cierto? ¡Tu amiga pintora lo tiene claro!
Le di mil vueltas al concepto inutilidad del arte; parece tan prescindible, y sin embargo, no lo es. Lo artístico nos vincula con la vida, con ese destino al que regrsamos una y otra vez a partir de la memoria.

Quizá se pueda llegar a Borges por muy diversos caminos, pero probablemente sólo se puede regresar por uno: por la complejidad. Eso sí, embelesados siempre.

Bueno, reflexiones que descubren itinerarios, sí.
Un abrazo.

21 junio, 2007 14:05  
Blogger Amy said...

Muchas veces, sobre lo que la gente dice se me dispara una línea para ponerme a pensar, para ensayar una explicación, para tratar de conocer sobre un tema, para inquietarme sobre lo que venía pensando. Muchas veces reflexiono sobre si lo que digo llega del modo en que lo dije, tal vez, el receptor se disparó para un lugar inesperado, para un lugar en que conscientemente no tenía en mi mente.
Gracias por tus comentarios. Cariños.

24 junio, 2007 19:20  

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