3.6.07

Aquí mando yo.

- Esta gata, creo que es hora de que se vaya. No la quiero más. ¡Ja! Si estuviéramos en la edad media hablando con una gata, en una lengua mal articulada, ya me habrían condenado a la hoguera. ¡Esta porquería de dentadura! Debería hacer los trámites para que me hagan una nueva.

En la veterinaria escuché que los animales reconocen la autoridad del jefe en la manada. Los gatos no se deben haber enterado de esto. Esta gata es una porquería. No importa que grite, que le tire con la zapatilla, o el almohadón, o la salpique con agua. Ella se mete donde quiere, abre las puertas, me exige comida y que la cepille. Si no se la doy, no me deja caminar. Se acabó, este es el último paquete que le queda. La voy a echar a la calle.

- Salí gata. Salí

Este bicho es un mal bicho, va a hacer que me caiga. Esta costumbre gatuna de meterse delante o detrás de mí. Si no la llego a ver, seguro, seguro me voy a tropezar.

- ¡Gata! ¡Fu! ¡Fu! Esta es mi casa. Aquí mando yo.

Desde que vino se apropió del sillón, quiere dormir en mi cama, meterse en los placares. Me estropeó mi chal nuevo, lo tiró al piso para acostarse encima. Para colmo, el médico me dijo ayer: la tos es por alergia. Me hizo hacer la pruebas y soy alérgica a los gatos. La verdad no sé porqué tuve que sentir lástima cuando le mataron la madre y era una bolita de pelos que maullaba. Me lo dijeron, pero soy una vieja testaruda. Los gatos no reconocen amos, esperan tener sirvientes.

Voy a tener que apurarme, sino se me va a cerrar el banco para cobrar.

- ¡GAAAAAAAAata! ¡qué te parió! Tenías que hacerme caer.

Así, dolorida me saqué la zapatilla y se la di justo en la cabeza. Por una vez tenía puntería. Me paré más rápido de lo esperado y la barrí con el escobillón, primero la corrí por la escalera, luego abrí la puerta y la dejé fuera de la casa.

- ¡Acá, mando yo! -le grité. Tiré el escobillón dentro, cerré con llave y me fui a cobrar al banco.

Por la noche, no me sentía bien. No había ido al PAMI a darme la vacuna. ¡Qué lo tiró de las patas! Lo único que me faltaba. Tener que pagar más remedios. Tengo que cerrar la persiana para que no se pierda el calor por el ventanal.

- Pero, pero ¿Esa no es la gata? ¿Se subió por el árbol? ¿Está tratando de cazar una paloma? ¿Con qué bicho anda?

Me asomé; vi un mono -de unos sesenta centímetros- me mostró sus dientes, deformes, grandes, como los de un broche de pelo gigante y me arrojó un manotazo. Así, vieja como soy suelo tener buenos reflejos de vez en cuando. Después me duele todo, pero no importa. Cerré rápido la ventana.

Lo último que vi antes de dormirme fue la sombra de la gata y el mono en mi balcón, se estaban devorando a una paloma.

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2 Comments:

Blogger TOTA said...

Esto te salio por la gata Penelope pero..deci que es un cuento porque sino me creia lo del mono JAJAJAJA

11 junio, 2007 12:45  
Blogger Amy said...

Lo único que soñé es que la gata me venía a patotear con el mono. El resto fue el entorno para que se entendiera lo que aflora en el inconsciente. Lo de ser una viejita jubilada es un agregado, pero que me jodió el chal, casi me hace caer más de una vez, que cagó en la cocina y otras cositas... Paula por las dudas se la llevó unos días de vacaciones.

11 junio, 2007 14:12  

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