6.5.07

Significante + Significado = Signo

No sé dónde leí o me contaron o me lo inventé que: cada uno es como nos ven los demás, como creemos que somos y como creemos que nos ven. Para colmo cuando leí “Las palabras y las cosas” sentí aún más profunda esa sensación que si digo espuma alguien puede entender cebollas, si digo cebollas, quizás rumbeen para el lado de los tomates. Me sentí huérfana de las palabras al tener cierta confirmación de que las palabras no son las cosas. Cuando fui al museo del Prado me paré frente a Las Meninas traté de acomodar las palabras de Foucault, de visualizar la representación de la representación + estructuralismo de por medio como estudio lo sincrónico y no lo diacrónico + la mediación de los signos del emisor y el receptor a través de un paradigma individual de un contexto que se desvanece. Me paré y me dije “¡Qué terrible! Con todo esto ¿cómo creer en la comunicación?”. Es bien cierto, en estos tiempos posmo, una frase me taladra el cerebro “todo lo sólido se desvanece” y en la era del vacío “todo se licua” hasta el amor. ¿Por qué no voy a licuarme yo? En ese momento, recordé una novela de Donoso, “El lugar sin límites”, las discusiones sobre la identidad, los jóvenes que dan todo por sentado y los otros que todo es discutible, relativo. Cuando le comenté a mi esposo que observaba un movimiento generalizado de abolir toda experiencia anterior, toda posibilidad de una “identidad o mentalidad común”; me respondió: “¡Qué pérdida de tiempo! Es como querer repetir siempre la misma historia.” Mi hija Rocío diría: “siempre estaríamos aprendiendo a hacer el fuego”. En medio de todo esto opero con signos, “entidades biplánica de significado y significante”, más allá de la palabra, convierto en signo todo lo que me rodea, “leo” lo que veo en un macrotexto. Por ejemplo, si ingreso en un lugar y veo en el piso papeles, restos de cáscaras o alguna otra cosa, de inmediato me surge el significado de ese significante. Para mí son señal de abandono, de que todo es un gran tacho de basura (algo parecido a lo que me pasa con las calles de BAires más de una vez). En una ciudad me dijeron que cuando viera en el piso de un bar muchas servilletas de papel, convertidas en algo parecido a bollitos de papel, tiradas junto a una montones de cáscaras de maní significaban lugar “concurrido”.

Así, de tanto dudar acerca de los significantes que emiten otros, trato de quitarle el cuerpo a las interpretaciones apresuradas, pero cuando algo se repite junto detalles que me llevan en alguna dirección. Así si estoy hablando y alguien (conocido) se pone a cantar no me quedan dudas de que le aburre soberanamente lo que digo, tal vez, le molesta lo que estoy diciendo… entonces me pregunto porqué no elige un significante menos complejo o más directo. Una vez alguien trató de darme una explicación, pero no me quedé conforme. Me pregunté ¿Quién es más temeroso o hipócrita para no desambiguar la situación? ¿Quién no dice? ¿Yo, que no pregunto qué te pasa?

Así, andando me doy cuenta que el “puente” llamado comunicación se quebró un día que traté de usar una palabra correcta para denominar una situación “x”. De convención en convención, trazo laberintos, vivo dentro de ellos, me pregunto ¿cómo será el peso de tener cabeza del legendario toro? Perdón, debería decir “cabeza de vaca”, en ese caso ya no sería Asterión.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Uy! Da para largo este tema, Profesora. "El Gran Libro de los Signos" todavía no fue escrito ni se podrá escribir jamás, hasta tanto no se escriba el "Gran Libro de Las Interpretaciones"...

07 mayo, 2007 17:13  
Blogger Loca xq sí said...

y no será que tal vez el otro se ponga a cantar, no porque esté aburrido, si no porque está colgado?

07 mayo, 2007 21:33  
Blogger Amy said...

Hay gestos, semiótica del cuerpo que le dicen, con significados más o menos aceptados, si no me queda claro lo que el otro hace en todo caso debería preguntar lo mismo... Un signo es un signo, pero no es lo mismo para todos, mal que me pese.

07 mayo, 2007 22:16  

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