27.3.07

¿Todo tiempo pasado fue mejor?

Recuerdo a un alumno mío, de hace unos cuantos años atrás, que quería que privatizaran Segba. El argumento: ¿cómo puede ser que le den la luz más barata? ¿Y los remedios? ¿Sabe que no pagan nada? Sí lo sé, le contesté. Lo que no le dije era que mi marido trabajaba en Segba, que su papá había trabajado en Segba. Mi marido sigue trabajando en una empresa de electricidad, en un primer momento le pagaban más, ahora por ahí anda. Tenemos cobertura médica ventajosa. Particularmente creo que no nos afectó demasiado la privatización, salvo alguno que otro cortecito de luz. Hubo un momento que por reestructuración mi marido estuvo entre los posibles para ser dado de baja, no era porque era malo en su trabajo, simplemente querían menos gente. Alguien dijo que no querían a los de Segba en la empresa, pero de repente se dieron cuenta que necesitaban gente con experiencia. En el ’98 se quemó una subestación de Edesur (mi marido no trabaja en esa empresa). Tengo como postales grabadas de esos días. Una noche venía de un curso de calidad de vida desde Quilmes. Hoy me parece una locura el haber regresado después de las doce de la noche y cruzar por una ciudad que parecía en guerra. En la calle había cubiertas encendidas con cajones de verdura o fruta. El colectivero quiso desafiar el fuego y cruzó. ¿Resultado? No sé si pinchó una rueda o qué cosa, pero el colectivo no pudo seguir. Nos tuvimos que bajar y caminar por una calle sin luz, que de tanto en tanto los faros de los coches alumbraban. En camiones del ejército repartían agua, supongo que el ejército también estaba a cargo de una parte de la seguridad. La gente estaba muy enojada, alguien quiso pegarle al colectivero. Creo que dije que nos estábamos atacando entre nosotros y eso no era solución. Caminé, no sentía miedo. Sentía dolor. Recordé a los que querían la privatización cuando lo mejor era que asumiéramos el control, con orden y honestidad, de los recursos propios. A mí Hernández no me gusta, siempre me cayó mal como persona, pero reivindico aquello de “los hermanos sean unidos porque sino nos devoran los de ajuera”. Y nos van a devorar no más. El crisol de razas dio un revoltijo, sólo basta ver cuando nos toca de cerca algún desastre comenzamos con las protestas, sólo las protestas sin sentido de solidaridad “¿no nos une el amor sino el espanto?”. Creo que ni eso. No hay luz ¿cómo es posible que a los negocios (que sí tenían luz) de la zona no se les pidiera que economizaran encendiendo menos lámparas? ¿Por qué el parque estaba lleno de luces y no lo habían cerrado? Pasé cerca de la protesta, con ganas de distancia, como para poder ver mejor dentro de la ceguera. Le dije a mi marido que recordaba el otro incendio… Vinieron a mi memoria todos los años en que me enojé por la política del menemato, y las críticas que me ligué por “zurdita” fuera del tiempo. ¿Cómo explicar que era sentido común, aún cuando el sentido común es el peor de los sentidos?

Y pasan los años y los gobiernos y seguirán llevándose los dinerillos para afuera, y seguirán los Borques como con los Quilmes traicionándonos, aunque Borques no era aborigen. Pensándolo ni siquiera soy de la tercera generación nacida en estas tierras, pero cómo me duele tanta estupidez humana. Tal vez ni nos quede la dignidad de los Quilmes, en una ciudad que se transforma dentro de la moda de la “verdad incómoda” del despilfarro de recursos y el recalentamiento global.

Y siguen creciendo las torres con sus superlujosos departamentos con pileta, aire acondicionado y muchos chiches que no economizan nada, y se caen casas por las obras que se hacen a sus costados, reventaran los caños de cloacas, faltará la luz y el agua… nos seguiremos peleando y los dinerillos… Los dinerillos me recuerdan los versos de don Atahualpa “las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas.”