25.3.07

Divagues a partir de la lectura

Mi sobrina nieta mayor, Paula (que se llama igual que mi hija mayor), es una de esas pocas adolescente que gusta de la lectura. En el verano quería llevarle un par de libros, uno de ellos Los ojos del Perro Siberiano, consulté con el vendedor, leí la contratapa y se lo compré. Resultado: la niña ya lo había leído. Entonces me lo quedé y decidí darlo a leer a alumnos de tercer año. Una alumna de otro curso me señaló que ese era un libro para niños de 10 a 12 años. Entonces le respondí: la literatura infantil deberías “estudiarla” cuando dejaste el placer de la lectura, lo emocional, entonces es posible que te des cuenta de muchas cosas. Ahicito le empecé a preguntar por el paratexto, el significado del título, el manejo de la tipografía, los espacios, el juego entre el saber y o saber, el me acuerdo y no me acuerdo, los temas literarios alrededor de los viajes del personaje (el periplo del héroe –que le dicen), la descripción de los personajes, los prejuicios, la cuestión de la mirada, el ser y el parecer y la presencia en todo el libro de la frase “el hombre, un ser para la muerte”, aún cuando no es enunciada como tal. El final fue: es un libro breve, pero no pequeño. Hay mucho para leer desde otro lugar.

Intercambiando pareceres con Carola, la mamá de Paulita, sobre lo bien que me había venido, el libro en cuestión, para empezar con el género literario y luego seguir con el libro El cazador Oculto, de Sallinger (le conté qué actividades estaba haciendo -ella es maestra y estudió letras, según me dijo abandonó por culpa del mito de Sísifo en griego II) entonces me acotó: “vos enseñás crítica literaria”. “Eso trato de hacer”, le respondí.

Unidos estos intercambios (el 2º vía Messenger) a mi asistencia a un seminario sobre “lo inefable en la literatura de Borges”, recordé otro intercambio sobre literatura que fue más o menos así:

- Ahora que no puedo hacer tanta actividad física, a lo mejor empiezo a leer.

- Me parece bien. Yo, en cambio, voy a tener que empezar a hacer más actividad física por orden del médico.

- A lo mejor me compro algún libro de Gabriel García Márquez (GGM). ¿Te gusta?

- Más o menos. No es santo de mi devoción. La primera vez que leí Cien años de soledad, entendí que estaba de moda. Prefería otro tipo de lectura. Claro que tenía 20 años. Después me compré otros libros de él, que leí con más cuidado. En la facultad estudié Cien años… pero creo que mi gran desilusión fue en otro momento, cuando encontré un gran parecido entre Relatos de un Náufrago y el relato del náufrago que hace Byron en su Don Juan. Sobre todo porque GGM lo presenta como un relato dentro del género periodístico. Además encontré como muchas repeticiones en sus textos, no me entusiasma demasiado. Es buen escritor, pero…

- GGM ganó el premio Nobel.

- Sí ¿Y?

- ¡Ah! Vos sos de las que leen Borges.

- Sí me gusta. No soy una experta. Siento que a Borges lo podés leer desde distintos lugares, es como que nunca vas a tener la misma lectura de sus textos, no me aburre leer muchas veces un mismo poema de él o un cuento, siempre encuentro algo nuevo. Sé que siempre me quedo afuera de lo mucho que él sabía.

- Mirá no te entiendo ¡¿cómo te va a gustar más Borges que GGM?!

El intercambio siguió un poco más y mi interlocutor terminó diciéndome

- No sé, siento que no sabés nada.

El jueves fui a la clase, el cuento que se analizó fue “La secta del Fénix”. La profesora (que es de filosofía) empezó con el relato de las fiestas orgiásticas arcaicas, lo cruzó con Foucault y la historia de la sexualidad más interpretaciones a partir de Bataille, yo no entendía nada. Cuando el cuento fue leído, se me cayó la mandíbula. Esa lectura cerraba perfecta.

Entonces recordé mi primer trabajo escolar sobre Borges, yo empezaba diciendo “que se trataba de una aproximación”, además, estaba lleno de “tal vez”, “se podría decir o pensar”… el ayudante que corrigió mi trabajo me señaló que era falsa modestia, que a lo largo del texto se daba cuenta que yo era “dueña de una extensa biblioteca”[1]. Mis razones sobre los defectos de lo que había escrito, la falta de conocimientos, etc. en ese momento no las aceptó y creo que se sintió molesto.

Después de tantos años confirmo: sé muy poco sobre la obra de Borges, pero cada día me gusta más.



[1] Lo de la biblioteca es una metáfora, en el mismo curso hacíamos referencia al robo de la biblioteca en una novela de R. Arlt como cuestión autobiográfica, dado que él fue, largamente, maltratado por su gramática y las lecturas que se percibían en sus escritos.

Cuento que a mí no me gustaba ni oír ni hablar de Borges, todo por ciertos comentarios políticos. Una vez alguien me leyó un cuento, luego descubrí Génesis y otros poemas, en el taller literario al que iba (a comienzos de los ’80) decidieron ir a otro taller donde iba a estar Borges. Dudé, pero fui. Nada de lo que me habían dicho sobre su persona, ni lo que dijeron configuró lo que percibí en él. Sentí que estaba frente a un personaje mítico, a un ciego que veía más allá de lo que nosotros, mortales que creíamos ver, no veíamos.

2 Comments:

Blogger TOTA said...

Este...y los libros que te presté no se los mostraste? Diog, son infantiles pero con paratexto a full

28 marzo, 2007 10:41  
Blogger Amy said...

Sí!!! Tota, los mostré después que había escrito esto. Lo que escribo no siempre lo publico en el blog, después los tomo si cambio de idea.
Besotes...

29 marzo, 2007 00:37  

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