7.2.07

Toda asociación es válida

Hormigas argentinas ¿una plaga?

Siempre dicen que la naturaleza es sabia; si la gente que se dedica a estudiar las hormigas “argentinas” tiene razón, ¿no habría que aprender de las hormigas a las que les aplican el gentilicio de “argentinas”?
Por esto del intercambio comercial las hormigas, nacidas en estos pagos, se fueron con los productos de aquí extraídos. Se las puede encontrar en Australia, España, EEUU, Portugal, Francia, Italia, Japón, Sudáfrica y Nueva Zelanda.
No tienen más de dos milímetros de largo y son capaces de vencer a otras de tamaño varias veces mayor. Se convirtieron gracias a su organización y la poliginia, es decir, “la formación de un nido con varias reinas que ponen huevos al mismo tiempo, de manera tal que su población se multiplica de forma acelerada”.
Parece que las “muchachas” (no se olviden que son “las hormigas”, vale el género femenino) se encargaron de producir suficientes ataques al ecosistema natural y a los cultivos. Esto último, por ejemplo, en “California, los perjuicios que provocan en los cultivos causan pérdidas millonarias”. Han armado tal desparramo que “científicos de la Universidad de California, en los Estados Unidos, estudiaron un mecanismo alternativo para eliminarlas: acabar con ellas para eliminarlas: acabar con ellas empleando compuestos químicos para que se ataquen entre sí, como si pertenecieran a especies enemigas”. Parece ser que las hormigas que aquí son enemigas en el exterior son pacíficas entre sí; además, se aliaron con un despreciable y perseguido pulgón mediante el intercambio de alimento. “Las hormigas argentinas de una misma colonia se reconocen entre sí por el olor que despiden las sustancias químicas de su exoesqueleto (esqueleto externo) llamadas hidrocarburos cuticulares, que son similares a ceras.” “Al detectar el olor diferente de otras especies de hormigas, se vuelven agresivas. Incluso en la Argentina hay muchas colonias de hormigas que son agresivas entre sí dado que cada una posee un olor característico.” Patricia Folgarait, codirectora del Programa de Investigación en Interacciones Biológicas de la Universidad Nacional de Quilmes e investigadora del Conicet, explica que “cuando esas hormigas se introducen en otros países, por ejemplo en Estados Unidos, pierden variabilidad genética, y eso hace que los olores sean más parecidos, por tal razón, se reconocen como si fueran de la misma colonia, se agrupan y como consecuencia forman supercolonias”. Inteligentes y sin predadores naturales se multiplican sin parar.“Actualmente, para controlar la plaga de las hormigas argentinas, se emplean métodos químicos, aunque con poca efectividad. "Lo único que se logra es que se muden hacia zonas no infectadas. Es decir, se traslada el problema", concluye Folgarait.”

De un art. del diario La Nación. 6/02/2007

El año pasado leí que en otros países, que intentaron combatirlas con otro tipo de hormigas, se convirtieron en dominadoras de las locales o se reconocían como hormigas.
Con esto de la diáspora argentina ¿y si los argentinos humanos hicieran lo mismo? ¿Se imaginan? Por ahí aparece un líder sabio y hace justicia en nombre de los países del tercer mundo (cuarto, quinto, ¡qui lo sa!) En el pensamiento de los oprimidos queda la tontera de delirar, de soñar, de pensar en los "si hiciéramos tal cosa..."
Fuera de este chiste, pensando en las cumbres de científicos, los reclamos internacionales, en como EEUU usa todo como si fuera "PAPEL HIGIÉNICO", en que justamente los países más ricos son los que más contaminan, trasladan sus fábricas y desperdicios a otros lares (como las papeleras, los transgénicos, los productos inservibles y radioactivos, etc. etc.) Como sigamos maltratando a nuestra única y común casa, más de uno va a repensar si no sería indicado que el hombre desapareciera para que prevalezca la Tierra... (la naturaleza es tan sabia que se va a encargar de ajustar el sistema y no va a haber universidad, investigación o invento que lo pare).
(Sé que si no le dan ni la hora a los que saben, a mí ni me van a registrar, pero por lo menos me saco las ganas de decirlo).