20.1.07

De regreso... Crónica de Vacaciones

Gracias por los comentarios y los buenos deseos a MIB, Perica, Pau, Rochi, Sir William II y Liter.
Parece mentira, pero uno se va enredando en esta telaraña de redes que se crean a partir de la blogosfera, entonces visitás los otros blogs y a veces dejás un comentario sobre lo que está escrito, en otros esperás un “estoy aquí” en un significante que disfraza el mismo contenido o significado de acuerdo con el universo simbólico de cada quien (lo siento, estoy releyendo sobre semiótica y gramática del texto y me salen estos tecnicismos, a veces los borro y reescribo; en otros me ataca la fiaca y me digo “me van a entender”) por un puerta o una ventana el sentido de lo dicho se filtra en este complejo llamado “comunicación cibernética”. Hay veces que digo o escribo algo y me sorprendo con la recepción, dudo si en algún lugar no habré querido decir lo que el receptor dice decodificar o si estamos navegando por rutas paralelas. De todos modos en el intercambio uno se enriquece y nos afirmamos o alejamos de muchas maneras. Hay quienes están todos los días frente a frente y son perfectos desconocidos…otros a lo lejos hacemos comunión de sentires sin fijarnos en la distancia
Bueno, mi intención no era parlotear sobre la comunicación sino contar lo lindo de las vacaciones, las pálidas ya las pasé.

Crónica de vacaciones:

Les cuento, partimos el día 6 a la madrugada. El viaje fue muy bueno. Para recordar viejos tiempos manejé en el camino que va por Sierra la Ventana. Nuestra pampa húmeda como siempre está hermosa y ahora más. Se nota que en el campo hay más dinerillo. Hubo épocas en que daba lástima ver morir a las vacas de sed, o los campos prácticamente abandonados. La ruta tranqui. Llegamos a Río Colorado por la tarde. Allí nos esperaba mi hermana. Por la tarde llegó una prima que hacía años que no veía con su nieta e hija más pequeña. Mi cuñado, para la cena, hizo cordero patagónico al asador y chorizos a la parrilla con abundantes ensaladas y tomamos buen vino de la zona. Nosotros compramos helado hecho en el lugar, muy bueno. Al día siguiente nos levantamos y después de unos mates, mientras mi hermana amasaba unos tallarines (mi hermana cocina muy bien, les cuento que todavía usa carne de caracú para el estofado y, a pesar de que no es recomendado para el colesterol, me gusta más que si fuera con peceto) Decía, mientras mi hermana se quedó cocinando mi sobrino Sebastián (le falta poco para recibirse de agrónomo) nos hizo de guía mostrándonos el lugar, contándonos detalles de las plantas y visitamos la chacra donde él alquila, tiene colmenas y está haciendo compost para tierra con los excrementos de los conejos para exportación que cría el dueño del lugar.
Después de almorzar, lavé los platos, era un vergüenza, algo tenía que hacer frente a ese almuerzo requetebueno y del me había borrado en su preparación. Después de una buena siesta, partimos hacia Choele. Manejé los 130 kilómetros de la monótona recta que une a los dos pueblos y ríos. Llegamos al atardecer, visitamos a mi otra hermana y seguimos rumbo a Bariloche.

Llegamos a las 10 de la mañana del día lunes y tuvimos problemita con el hospedaje. Que vuelta para aquí, que vuelta para allá. Perdimos el primer día, tratando de ver si nos quedábamos o no hasta el 18 de enero y dónde.
Segundo día: queríamos terminar el asunto del hospedaje. No es sencillo en un lugar donde uno va andando y hay colgado cartelitos de “no hay lugar”. Reservamos lugar cerca de donde estábamos por intermedio de Trato Directo después de ir a ver el lugar (que después resultó que las minas de TD dijeron que nosotros habíamos arreglado en otro lugar y lo perdimos).
Tercer día: nos fuimos de paseo para hacer la ruta de los siete lagos. Total son unos 400 kilómetros desde Bariloche ida y vuelta, pero valen la pena. A pesar de las veces que lo he hecho me sigue fascinando el paisaje, las nuevas construcciones, etc. etc. Almuerzo en San Martín de los Andes y regreso por Villa Traful. A la noche estábamos en Bariloche cansados, pero contentos.
A partir de aquí cuento que fuimos un día a El Bolsón, llegamos hasta El Hoyo. Por supuesto fuimos hasta el establecimiento Las Acacias a comer fruta, a comprar nueces y frascos de frambuesa y cerezas que envasa la dueña, como no había cerezas cosechadas fuimos a juntarlas con la dueña y de paso comíamos frutas recién arrancadas del árbol. Los de El Hoyo se enorgullecen de no usar agroquímicos en el cultivo de sus frutas, uno puede comerlas tranquilamente sin riesgo de envenenarse con algún plaguicida. En el camino empezó a andar mal el autito. Le costaban las subidas y cuando quisimos visitar Villa turismo no quiso subir una cuesta.
Fuimos al ACA bolsonense y no lo pudieron arreglar, visitamos dos mecánicos más, pero ya que estábamos fuimos hasta Cabaña de Mico a comer torta y a tomar ricos jugos de fruta natural. Con sustito (por no decir otra cosa) en las manos regresamos a Bariloche. Víctor llevó su preciado auto a un mecánico conocido de la abuela del dueño de la cabaña. Lo tuvo viernes, sábado y domingo y no le hizo nada. El lunes fuimos al ACA Bariloche (nosotros estábamos a 5 km. un poco más del centro, por la ruta) y allí empezó otra cosa, llevar el auto al ACA con remolque, ver si lo arreglaban o no, cómo nos volvíamos, etc. El día en que llevamos el auto al ACA vi una semiarco en el agua, como un rulo de agua oscuro y con 3 pequeñas protuberancias, me puse los anteojos para ver a distancia y dije "¿qué es eso?" el chofer del remolque dejó el auto a medio bajar y salió corriendo para buscar una cámara de fotos y dijo "A ver si es el Nahuelito" Entonces, me puse a pensar si la gente ve eso cuando dice que hay un animal extraño en el Lago.
Víctor empezó a desesperar, pero he aquí que lo calmé diciéndole enojada “todo siempre puede ser peor, esto es nada”. El 16 nos mudamos a otra cabaña. Resultó más pequeña, más barata y más linda. Entonces empezamos las vacaciones que hacen todos los turistas que van sin auto, arriba de los bondis. ¡me cacho con los colectiveros barilochenses! ¡Cómo manejan! No digo que andaba con el Jesús en la boca porque es mentira, lo que tenía era miedito de que se fueran para atrás, para el costado o chocaran en una ruta angostita por la que andaban echando putas ¡Joder! La tierra que volaba por las bruscas frenadas sobre la cuneta contribuía con mi tos alérgica. No importa, a pesar de ello nos fuimos al Cerro Campanario –vista hermosa, restaurante barato y… ¡unas tortas! Caminata por el Llao llao, capilla de San Eduardo, que subiditas, que bajaditas, que caminatas y con lo que comí no alcanzó para engordar. Eso está más que bien.
Cerro Viejo (no lo conocía) es un lugar lindo, a tan sólo un Km. del centro, aerosilla, vista panorámica, lugar para tomar café o jugos naturales, comer algún sándwich y churros. Opté por una riquísima ensalada de frutas con licuado de frutillas y un churro calentito. A la bajada, Víctor insistió tanto que terminé haciéndolo en un carrito por un tobogán gigante, tipo niñito. Había chilenos “como tijeretas” (según el concesionario del ACA “porque salen de todos lados”, cuento que las tijeretas son unos pájaros de larguísima cola, muy bonitos que abundan en la zona).
Uno de los días de trámites en el ACA fuimos a comer a lo de la Familia Weis, un restaurante con comidas del lugar, nos deleitamos con una picada con jabalí, ciervo y salmón ahumado, paté de salmón y ciervo, aceitunas, una pastita de queso con alcaparras, panes y de plato principal brochete de salmón con guarnición, de postre pedí una riquísima ensalada de frutas, como Víctor no podía terminar su copa Bariloche, le ayudé comiendo una parte del helado de chocolate con frutas secas y algunas otras cositas, todo esto mirando el lago Nahuel Huapi.
El regreso, salvo la salida, fue bueno. Heme aquí escribiendo sobre unas vacaciones que no sé si fueron las mejores, pero alimentaron mi memoria de paisajes del sur, para un año más…

2 Comments:

Blogger Amy said...

Nada Sir! Gracias por prestarme su oreja, mejor dicho: atención en un viaje que después de todo no fue malo, simplemente movidito. Lo cierto es que sentarse un rato frente a los lagos y mirarlos, mirar el entorno, estar en la cabaña y mirar el cerro Otto a traves de la ventana es bastante... si a esto le agregamos la comida, está bueno. Además, hacía muchos años que no compartía tantas horas con mi sobrino Sebastián. Estuvo bueno, creo que el dar clases en el cole lo transformó en un guía perfecto para el recorrido por un pueblo que conocía casi superficialmente.

20 enero, 2007 23:11  
Blogger TOTA said...

Estuvo divertido, ahora bajo y me saco algunas dudas que me dio tu relato =P
Saludos

21 enero, 2007 13:20  

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