11.12.06

Cada día una historia

Cierto es que cada quien protagoniza una historia, no sé si los hados, los dioses, los padres, la familia, los maestros contribuyen con el camino que cada quien sigue. ¿Está en nuestra naturaleza la tragedia o la farsa? ¿La alegría o la tristeza? Creo que todavía la ciencia no ha determinado con exactitud lo que podemos hacer con nuestras vidas. Cierta vez leía sobre nuestro cerebro y la metáfora computacional, nuestra inteligencia preprogramada y el aprendizaje como reprogramador o procesador de los estímulos que recibimos a diario. ¿El software y hardware dependen de las circunstancias? ¿y los cognitivos qué decían?

Miro y recuerdo, una y otra vez, a Nicolás. Está en el andador o en el corralito, dando vueltas, feliz se sostiene de los bordes y camina alrededor, alterna una mano con otra, tiene sólo seis meses, madura aceleradamente, cuando se cansa se cae acostado, la mamá le enseñó que no es nada, le sonríe, le habla y él transforma su cara en una gran sonrisa. El sábado, se quedó dormido entre el abrazo del abuelo y mis mimos. Había ruido, pero él estaba protegido por todos lados. Cuando lo miro le deseo, con cada milímetro de mi ser, que tenga una buena vida, que pueda disfrutar de los pequeños detalles, que no lo malcriemos con nuestros rayes. Confío en su mamá, que cada día me enseña un poco más sobre el “arte” de ser madre. (Insisto: eso del “instinto maternal” es para mí cada día más que dudoso)

Cuando tuve mi primera hija, Paula, entre mi papá y Víctor me trajeron libros para que leyera. Uno era sobre el primer año de vida, de Spitz. Me impactó el concepto de marasmo u hospitalismo, la fotografía de una criatura llorando como si fuera una viejecita.

Hace tres días miraba desganada la tele, la reacción que me provoca una de las pastillas (que me resetaron) me pone un poquitín mal, me enganché con una peli ya empezada, UNA VIDA CADA DÍA (dirigida por Tim Hunter. Con Danny Glover, Matt Dillon)
Es la historia de Matthew, un joven esquizofrénico, Mathew, fue abandonado por su madre (no sé cómo, porque esa parte no la vi, tampoco sé si esa parte está narrada) se encuentra en la calle cuando una topadora derriba el edificio donde vive. Como es previsible, su situación empeora, va a parar al Refugio para Hombres en Washington, es amenazado por un matón. Allí lo ayuda un veterano de la guerra de Vietnam, quien acoge a Matthew como si fuera su hijo. A pesar del nuevo camino, que pareciera encontrar junto a los sin hogar, no logra escapar a la maldad e indiferencia de los otros.

De inmediato asocié esta película Río Místico y Million Dollar Baby de Clean Eastwood. Me preguntaba a partir de las narraciones que afirman que nadie puede “zafar” de las garras del destino, si todo estará escrito antes de nuestro nacimiento.
En Río Místico, un niño es secuestrado, abusan de él y esto lo marca por el resto de su vida. Su rechazo obsesivo hacia los pedófilos lo persigue y lo convierten en sospechoso de un crimen que no ha cometido; finalmente lo matan por algo que no hizo.
La chica del millón no puede escapar a su “destino”, persigue el sueño americano a los golpes, lo hace en forma limpia hasta que otra mujer, en forma “sucia”, la condena a la parálisis total y sus familiares (la madre entre ellos) sólo buscan el dinero que puede dejarles.

La vida está llena de pequeñas historias, las narraciones de ellas llegan más a la sensibilidad de las personas cuánto son mejor contadas, pienso o trato de pensar. Recordé a una profesora de literatura explicando la vigencia de lo trágico en el teatro y trasladado al cine. Casi siempre me enredo en la función del teatro para los griegos, me causa gracia cuando la gente cree que ha evolucionado y, en muchos sentidos, nos encontramos sin haber resuelto las preguntas elementales sobre nuestro aquí, ahora y para qué de nuestras vidas.
Lo que me impactó y me impacta de estas historias es cómo fueron capaces de captar lo que está fuera de ellas, la “realidad” y plasmarla con cierta belleza.

Estaba en estas reflexiones cuando llegó S. (persona que viene a ayudarme un poco en casa y a quien tratamos de ayudar con mi hija Pau) y le pregunto cómo está la hija que espera un bebé. Me cuenta que bien, me aclara que en realidad no espera un nieto más, sino “TRES”. “Bueno, uno es nieto por adopción.”
La miro sorprendida, se trata de una jovencita que fue criando junto a sus hijas, la otra es su nuera. Le digo a S. que a ella siempre le sobra corazón para hacerse cargo de los demás. Y no sé cómo me dice que la jovencita (de 20 años) es hija de su nuera.
Entonces, temiendo la respuesta, le pregunto
- ¿Cuántos años tiene tu nuera?
- Treinta y dos.
Nos miramos.
- La tuvo a los 12 -digo despacito con asombro.
- Sí, la violó el padrastro. Por eso no pudo hacerse cargo de su hija, en realidad nunca quiso ser responsable de ella.
Esta hija adoptada tiene una historia con un joven que no pinta nada bien. S. quiere protegerla como sea.
La miré a S. es tan buena persona, es como una locomotora arrastrando mil historias, ayudando, a sus hijas, a su hermana, a su mamá, a la gente del barrio… Cuando el tiempo le alcanza (y no sé cómo) va a un centro solidario. Es habilidosa… vive por y para los otros.
Esta es una de las tantas historias de cada día con las que nos encontramos y a la que no supe dar la belleza que hubiera querido.

2 Comments:

Blogger MIB said...

A veces estas realidades nos superan emocionalmente... hay mujeres que son tan fuertes! tan generosas.. y me pregunto cómo lo hacen?!

por qué decís que no supiste darle la belleza que hubieses querido a esta historia?

12 diciembre, 2006 18:55  
Blogger Amy said...

MIB porque la historia se merece mucho más que lo que escribí. Hay "obras" que hacen algunas personas que merecen una "representación" de acuerdo con ellas. Hay dos películas, que hace bastante tiempo, me impactaron porque las imágenes mostraban belleza donde otros nos sabemos ver, además del cachetazo de lo que pueden decir. Se trata de Koyaanisqatsi Powaqqatsi.

13 diciembre, 2006 14:01  

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