20.10.06

A propósito del día de la madre...

¿El amor materno es instinto o mandato social?

…” la pequeña Berthe [tambaleante] sobre sus zapatitos de punto, tratando de acercarse a su madre para tomar las cintas del delantal por sus extremos.
- ¡Déjame! –dijo Emma rechazándola con la mano.
[la niña insistió]
- ¡Déjame! –repitió la joven madre, irritada.
Su rostro espantó a la criatura, que se puso a llorar.
- ¡Bueno, déjame de una vez! –dijo Emma rechazándola de un codazo.
Berthe fe a caer al pie de la cómoda, (…), se hizo un corte en la mejilla, la sangre brotó.

(…)
- Mira, querido – le dijo Emma con voz tranquila- ; la pequeña, jugando, se ha caído y se ha cortado.”
Fragmento de Madame Bovary


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“La madre de Grenouille, que aún era mujer joven (…) cuando empezaron los dolores de parto, se acurrucó bajo el mostrador y parió allí, como hiciera ya cinco veces, y cortó con el cuchillo el cordón umbilical del recién nacido. (…) cayó desvanecida debajo de la mesa y fue rodando hasta el centro del arroyo, donde quedó inmóvil, con el cuchillo en la mano.
(…) [la policía la interrogó por la sangre en el cuchillo, ella respondió que es de los pescados], de modo inesperado la criatura que yace bajo la mesa, empieza a gritar. (…) la madre confiesa que lo habría dejado morir, como ya hiciera con otros cuatro…”

Fragmento de El perfume – Historia de un asesino.


Romina Tejerina tenía 18 años y no quería tener un hijo. Escondió su embarazo y confesó luego que sentía vergüenza porque había estado con un hombre mayor, por la fuerza. Pero tuvo el bebé (una nena) y lo mató. Fue en febrero de 2003.

Clarín 15/9/2005. Argentina

¿Por qué estas citas? Por algo que me da vueltas y vueltas en mi cabeza. Si algo es instintivo ¿no debería ser común a toda la especie? ¿Por qué las madres no somos siempre lo que se supone deberíamos ser?

El modelo del amor maternal se caracteriza por el cuidado continuado, la postergación de los propios deseos, la atención a los deseos y necesidades del otro. Es una actividad altruista que implica opciones constantes y que no tiene nada en común con las conductas estereotipadas relacionadas con los instintos. De hecho en la naturaleza no se encuentra entre las hembras animales ni el impulso hacia la maternidad, ni la continuación de la entrega de cuidados una vez las crías han madurado lo suficiente para desenvolverse solas. Entre los seres humanos sí que se dan estas conductas, pero podemos entenderlas como el cumplimiento interiorizado de un mandato social.
El abandono de niños implica falta de amor, pero cierta vez me comentaron que la aparente frialdad o despreocupación por los hijos era por el temor a encariñarse con los niños, esta frialdad era una consecuencia de las altas tasas de mortalidad infantil. Dado que morían muchos infantes, limitar la afectividad podía ser una buena estrategia para disminuir el dolor de la pérdida, pero otra interpretación se coloca en la vereda de enfrente. El desamor no era porque los niños morían en gran cantidad, por lo que las madres se desinteresaban de ellos, era porque ellas no se interesaban, lo que provocaba la muerte (Elisabeth BADINTER) (Los estudios sobre trastornos de la afectividad de René A Spitz en el siglo XX, mostró en los niños observados casos en que a la edad de cuatro años no caminaban, no se ponían de pie, no hablaban, tenían baja resistencia a las infecciones, deterioro progresivo y llegaban hasta la muerte). La infancia no sólo carecía de cuidados maternales, hasta bien entrado el siglo XVIII, también estaba ausente en la ciencia y en la literatura. Cuando la vemos aparecer, en los cuentos infantiles la encontramos carente de derechos, abandonada en el bosque o entregada a sus propios y débiles recursos.

Es a partir de Rousseau que los niños -pero no las niñas comienzan a merecer atención pedagógica y social. Su prédica no tenía mucho que ver con su práctica, porque fue él mismo un progenitor del XVIII que abandonó a sus hijos. El nuevo interés deriva hacia las madres la carga de responsabilizarse de la supervivencia y buena salud de los nuevos ciudadanos, y esta labor socialmente asignada se rotula como cumplimiento de un impulso innato. El deber social que podría haber sido asumido por ambos miembros de la pareja, o por los adultos del grupo comunitariamente, o por organizaciones aún más amplias como el estado, se asigna unilateralmente a las madres y se naturaliza como una opción biológicamente determinada. La mujer decimonónica será vista fundamentalmente como madre y esta función, desbordando la etapa biológica del embarazo y el amamantamiento, condicionará toda su existencia.
Margaret Mead (antropóloga estadounidense) desvirtuó la presunta universalidad de las conductas maternales mostrando cómo las mujeres del pueblo mundugumor, de Nueva Guinea, consideraban una carga y una desgracia tener hijos y derivaban el cuidado de los pequeños a sus hermanitos mayores, sin desarrollar sentimientos de culpa al respecto (1982, ya lo decía en Adolescencia en Samoa en los ‘60).

Esto tiene consecuencias teóricas, porque lo que es instinto debería estaría presente en todos los pueblos e incluso sería más visible cuanto menor fuera la sofisticación cultural del mismo. Así, estas madres a su pesar, ponían en severo entredicho las bases mismas de la asignación de las conductas maternales a la biología. Completando el desmantelamiento teórico, está la evidencia histórica. Trótula de Salerno, la más famosa médica medieval, fue la primera que señaló rechazos explícitos de la maternidad, sugiriendo que lo que buscan las adolescentes que se niegan a comer es librarse de su función de concebir hijos. Muchas santas experimentaron este rechazo. Sta Teresa relata que lo que la llevó a huir al convento a los 18 años fue el temor al matrimonio. A los doce años había visto morir a su madre de 33 años exhausta después de parir 14 hijos.
Badinter señala que en Europa, durante los tres siglos que van desde el XVI al XIX la práctica de abandono de niños era corriente, y en todas las clases sociales, las madres derivaban a nodrizas el amamantamiento de sus hijos, sin preocuparse demasiado por su supervivencia. El fenómeno estaba tan extendido en Francia, que en 1780, sobre 21.000 niños nacidos en Paris, sólo mil eran nutridos por sus madres. Estas cifras resultan especialmente reveladoras en una época en que la lactancia materna representaba una mayor posibilidad de supervivencia.
Fragmentos de distintos textos sobre instinto maternal (algunos modificados)


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Hay quienes sostienen que ser mamá es instinto, otros que es una conducta aprendida en comunidad, en la sociedad en que se vive. Esta cuestión llevó a que se observara a diferentes especies del reino animal y así nos encontramos con que:

En Estados Unidos. El instinto maternal parece que no es tan instintivo, después de todo.
A Timu, la primera gorila probeta del mundo, sus cuidadores del zoo Henry Doorly de Nebrasca (EE UU) están intentando enseñarle cómo querer a su recién nacida, de la que sólo se ocupó durante unas horas, pero de la que luego se desentendió.

Abril del 2005

Por conducta aprendida o, simplemente, por instinto los seres humanos tenemos madres. Muchas personas se inclinan por lo de instinto. Recuerdo a una mamá que decía que sentía que ella prefería realizar “actos” en su vida, antes que dejar que los hechos o los instintos la gobernaran. Para ella un acto era una decisión voluntaria y no un “accidente”. Renegaba de ser madre por instinto o por accidente. Desde mi modesto lugar prefiero lo mismo, prefiero que sea una decisión mía el querer a mis hijas, algo que haya implicado una decisión y un esfuerzo aprendido en el amor.
El domingo pasado celebramos ese día y me quedé pensando en ello. Los anuncios publicitarios plantearon avisos desde la primera novia y un celular a “regalále algo a tu mamá que después puedas usar vos”.
Más allá del calendario, de las fechas auspiciadas por el marketing, del instinto, de las manipulaciones ¿por qué nos vamos conformar con un día? Ser mamá es una cuestión de todos los días, un trabajo que nació el día que nacieron nuestros hijos y la cuestión no pasa por obsequios sino por amor.


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El libro de Badinter no lo leí directamente, tengo referencias por otros que si lo hicieron. Otro de los libros agotados, lo descubrí un poco tarde.

1 Comments:

Blogger Amy said...

Sir, coincido. Escribí esto después de ver una película en donde una madre adoptiva se preocupaba de la salud de una niña abandonada. Terminó adoptando a la niña y a la joven mamá (que luego murió de SIDA). Eso para mí es ser madre.
Cariños.

21 octubre, 2006 03:05  

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