20.8.06

Aprendizajes V

De cómo se puede aprender a echarle la culpa al otro

Una niña de unos cuatro años jugaba a correr de un lado para otro en la vereda, fue así que entró corriendo en la casa de los abuelos y se llevó por delante una mesa pequeña. Enojada, la niña dijo “¡¿Quién fue el idiota que dejó esta mesa aquí?! Yo me golpeo”. Una de sus tías, a la que no le gustaba para nada la educación de su sobrina, le explicó: “Está mesa hace mucho que está aquí y nadie se la llevó por delante. Si en lugar de correr a ciegas mirás lo que tenés enfrente vas esquivar la mesa. Esta es la casa de la abuela y tenés que respetar el lugar. La abuela te dijo que no corras adentro. Si querés correr, andá al patio”.
La niña se puso a llorar y vino la mamá, y le gritó a su hermana “¡¿No te da vergüenza hacerla llorar?!”
Ambas hermanas comenzaron una discusión sobre la educación de los hijos, la madre sostenía que no se podía hablar si no se era madre, etc. etc. y la tía le dijo a la madre que el no ponerle límites a su hija, tarde o temprano a la única que iba a perjudicar era a la nena.

La pequeña creció dándose tropezones y, de igual forma, como cuando se tropezó con la mesa, siguió echándole la culpa a los otros de su divorcio, de la falta de trabajo, de la falta de dinero, de los malentendidos con su descendencia…

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Una mamá criticaba, a menudo, a algunos profesores de la secundaria donde iba su hijo. La “preferida” de las críticas era la profesora de literatura; “No sé el porqué de tanta exigencia ¿Para qué les exige tanta interpretación? ¿Tanta lectura? Un libro se lee y punto.”
Mi respuesta fue “todo intercambio comunicacional es manipulación o, en forma más livianita, persuasión; en un tipo de lectura –más allá de lo literal- los chicos ejercitan las posibilidades de interpretar lo que le dicen”. Discutimos algo sobre el tema y terminé callándome, era enero, mejor disfrutaba de mis vacaciones, sentí que tarde o temprano aquella mamá podría ver cómo continuaba la historia.

Años después el hijo estaba en la facultad y aprobó menos de la mitad de las materias del primer año.
Tuve oportunidad de ver a la mamá muy enojada con el rendimiento de su hijo.
(¡Glup! Me atraganté, pero tuve ganas de recordarle la exigencia de la profesora de literatura)

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Un alumno reprobó un examen de lengua y literatura. Verdaderamente no había alcanzado los objetivos del mismo.
La mamá averiguó si no había problemas con la licencia de la profesora que le había examinado.
El alumno pidió hablar con los dueños del colegio y llevó con él a un compañero que también había reprobado.
La rectora le ofreció a la mamá del alumno una fotocopia de la prueba y que viera la prueba original. A la mamá no le interesó. Lo que pretendía era encontrar los motivos para impugnar la mesa.
La madre, del “niño” en cuestión, era abogada.

Recordé que en una charla casual con un abogado defensor, le plantee: “Si ves que un ‘asesino’ es apresado por un procedimiento que, por descuido o negligencia, no cumple con todas las formalidades ¿vos harías todo lo posible para dejarlo libre?” Me contestó que sí, que ese era su trabajo.

Por analogía sentí que el adolescente aprendió, en ese momento: no importa la inocencia o la culpabilidad de alguien, sino el procedimiento; quien no sabe puede cuestionar al profesor, pero no su propia ignorancia.

2 Comments:

Blogger TOTA said...

Ok, el último fue el que me dio asco mal( ganas de rebentar al pibe y a la madre), el segundo no tanto pero con ganas de pegarle a los 2 y el primero...cachetazos para la madre con eso de "si no tiene hijo no puede opinar sobre la educación"
Siempre en la educación, la culpa es la del otro. Pero hay veces que antes de meter la pata como en estos casos uno trata de mirar para los costados antes de que venga el tren.
En física 1 que la había rendido en verano, me desaprobaron con 4 el segundo exámen pero yo estaba segura que no era así. Sabía del tema pero pare un poco y decidí preguntar primero con Rodrigo (hijo de Estela), estaba en lo cierto. Llegué a la facu el día de la entrega de examenes y justo antes había aparecido el profesor de la teorica (volvi a consultar, tenia que estar completamente segura de que lo que hice estaba bien) nuevamente lo mismo.
Me entragan el examen. Miro. Encuentro en que ejercicio habia problemas. Pregunto a cada profesor y ayudante cuál era el ejercicio que me había correjido y cuanto me había puesto en el mismo. Sin contar el conflictivo sumaba 5 y era un aprobado. Enfrento al profesor y le pregunto que era lo que tenía mal, cuando me lo muestra al final de una carilla, lo corrijo y le digo "yo puse una ecuación pero los signo van segun mi eje de coordenada(di vuelta la hoja) por eso acá le puse el signo menos entre parentesis...además de escribir la teoría al lado". NO tuve que ir al recuperatorio. En una semana me mando la nota via mail y habia pasado de un 4 a un 8 (promocioné). La corrección se hizo muy rapido, 4 persona correjian un ejercicio de los 4 del parcial. se tomo un jueves, la nota aparecio el sabado a la noche, el martes entrega de parciales y el miercoles recuperatorio. EN fin...somos humanos y nos equivocamos.
Fue la primera vez estando en la facu (sin contar CBC) que discuti una nota.
Besitos

24 agosto, 2006 10:17  
Blogger Amy said...

Los profesores se equivocan, sé que me equivoco, reviso y cambio las notas si es así. Si un alumno no me cae simpático (resulta beneficiado, ante la duda siempre le sumo algún puntito, por las dudas). Una vez reclamé una nota en C. Económicas (era cuando pensaba ser contadora y luego desistí), un compañero se había copiado de mí el aprobó y yo reprobé. Sabía que mi evaluación estaba más completa. Le pregunté si podía ver la corrección al profesor, me contestó que la nota ya estaba, lo miré y sentí que era un pobre tipo disfrazado de sabiondo. Si me faltaba algo para desanimarme esa era la gotita que me faltaba, aún cuando en Historia el profesor me había invitado a formar parte de la cátedra por mi manera de pensar y responder en el coloquio. Estaba embarazada de Pauli ya me había recibido de profe. Supongo que me salvé de caer dentro del montón. Esos profesores no la deben de haber pasado nada bien. Quizás eso me salvó la vida ¡En fin! Aprendí mucho de ellos.

25 agosto, 2006 00:24  

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