4.8.06

Aprendizajes I

Dicen que cuando el alumno está listo el maestro aparece.

A lo largo de mi vida, tuve muchos maestros. Las cosas que creo buenas las tomo, asimilo y repito; las que creo malas, trato de evitarlas por aquello de no tropezarme dos veces con la misma piedra aunque, la primera vez, la tropezada haya sido de otro.
En el trabajo de enseñar he aprendido mucho, treinta años de docencia me contactó con miles de padres y alumnos, ellos fueron “un conjunto de capas fibrosas que conforman el interior de la corteza” de mi aprender juntando signos en lo que me rodea. En algunos casos, después que los alumnos dejaran la escuela, pude comprobar como la ausencia de límites y exigencias tuvieron consecuencias frustrantes.
Muchas veces recuerdo la frase que decía un boxeador: “la experiencia es lo que el peine a un pelado”. A veces, nos acercamos a alguien para decirle que por ese camino no hay salida, que si lo hace de esa forma está condenado al fracaso, que sería bueno que evaluara lo que va a hacer, que las posibilidades hay que tomarlas… y todas esas cosas que uno vivió o vio. El receptor de nuestras palabras suele poner cara de fastidio y te dice que prefiere vivir su experiencia. En otros casos puede ser un poco más amable, pero se convierte en sordo o a propósito trata de probar que tiene razón. Espera vencer con su sabiduría joven al anciano “enfermo mental que se mete a aconsejar” (sic).
He visto con dolor a una joven que no escuchó a los padres cuando decidió casarse, después no la pasó nada bien, debe afrontar la crianza de sus hijos no sólo en la tarea de mamá, debe trabajar para mantenerlos. Por supuesto que sus padres la ayudan. Aceptar su equivocación, quizás, fue lo más doloroso. Hubiera sido tan simple, sólo prestar atención a lo que los padres vieron en su momento.
Cierta vez vi el novio de una joven, después que el “noviecito” se había marchado le dije “Se sigue drogando, te está mintiendo”. Se enojó mucho y me dijo que cómo podía hablar si no lo conocía, qué podía saber yo de drogadictos. Le dije que me había bastado hablar con él para darme que hacía poco se había pichicateado. Me preguntó cómo me había dado cuenta. Le contesté que había bastado con mirarle a los ojos y por la forma en que se le trababa la lengua. Nadie me había explicado sobre drogadictos y alcohólicos, lo había aprendido de ver a jóvenes en estado lamentable y alguna vez había sido víctima de alguna mentira, de que alguno pidiera ir al baño y terminara drogándose y me llamaran la atención por dejar salir alumnos en horario de clase. Tardó bastante en asumir que él no tenía intención de cambiar, sobre todo en un medio donde fumar un “porrito” estaba bien y “solo los viejos que se dan con pastillas lo pueden ver mal”. Le conté sobre gente joven y sobre gente no tan joven que no la estaba pasando bien al lado de un drogadicto, de que es muy difícil ayudarlos sino se dejan ayudar… Le conté de un caso en que un hombre casado y con hijos en edad escolar, enfurecido porque no tenía droga empezó a golpear a su mujer, ella asustada subió a los hijos a su auto para irse a la casa de los padres. El marido comenzó a romper los vidrios del auto sin importarle que los hijos estuvieran allí. Se separaron, la mujer no pudo ocultar que los moretones que tenía en el cuerpo no eran por caídas, los padres de la mujer dejaron de ser espectadores y tomaron cartas en el asunto logrando que se divorciaran. El padre iba cada tanto a visitar a los hijos, un día se llevó a uno de ellos a pasear con la bicicleta, cuando regresaron el niño no tenía la bici, no quería decir qué había pasado, el padre la había canjeado por droga. El niño tuvo serios trastornos de conducta… No era el único caso, lamentablemente había visto algunos más.
La joven, a la que le narré distintos ejemplos sobre las relaciones con drogadictos, se enojó conmigo, dejamos de hablarnos. Nunca más me metí en su vida, ella sigue teniendo relaciones poco saludables. También ella fue golpeada. Lo lamentable es que mientras tanto la vida se pasa… la joven, que no escuchó a sus padres a la hora de casarse, ante la imposibilidad de tirarle la culpa a alguien se ha vuelto contra sí misma, su cuerpo ha comenzado a sentirlo, tuvo (quizás todavía los tiene) problemas de salud. Ella aseguró que algo bueno iba a salir de todo eso, no sé más de ella. Sólo tengo el sabor amargo de cómo armó su vida.
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Esto forma parte de una serie de textos que fui escribiendo mirando la vida como si fuera un libro (sucesivas cortezas llenas de signos). Quizás a alguien pueda serle útil. Los voy a ir publicando de uno en uno. Digo para no agotar al que quiera leer, soy verborrágica, la síntesis es uno de mis problemas.

5 Comments:

Blogger TOTA said...

Algunas cosas creo haberlas escuchado, en otras palabras, sé a quién te refieres. Otras las dudo.
La verdad es que el tema de droga,alcohol, etc es un tema que da para hablar y para rato...pero me gusto como lo pusiste, lo expresaste de una "manera sabia" (las comillas son porque es lo primero que se me ocurrio y no estoy segura, del todo, si son las palabras correctas pero por lo menos suenan a lo que quiero decir)
Mamuchina, aunque no te dejo muchos mensajitos en el blog sigo leyendote... es solo que me quedo pensando que poner y por momentos, no quiero poner algo por poner o poner algo cursi...además me haces una revolución en las neuronas, o sea, me quedo pensando sobre los temas.
Bueno, beshitos

05 agosto, 2006 11:33  
Anonymous Anónimo said...

Cuando mi hija me enfrenta, trato de recordarme a mi misma a esa edad para poder entenderla. Dice mi madre que yo era terrible. Y si... lo fui, pero en aquella época las mamás estaban en casa, los papás eran papás y no amigos, la abuela tejía o hacía ricas tortas y nosotros teníamos sueños, esperanzas, ideas,ideales. Cuando se terminaba el secundario había que seguir estudiando, nadie, o más bien no era lo usual, dejaba de estudiar para trabajar y asi ayudar a la flía. No conocíamos la anorexia ni el razor art, ni los pearcings, ni los tatuajes, pero tampoco sabíamos de platos vacíos ni de padres deprimidos por el desempleo, ni de la frustración de no conseguir jamás un trabajo digno, la escuela era igual para todos, todos aprendíamos lo mismo y no había taaaaaaaantas escuelas bilingües ni Jardines maternales con informática(por diossssssss bebés frente a una PC en vez de estar jugando con barro!!)La adolescencia fue siempre difícil, la niñez hoy también pasa lo suyo,creo humildemente que una manera de salir de la desesperanza que les envuelve es ayudarlos a "ver y a sentir que hay algo mejor"

05 agosto, 2006 21:19  
Anonymous Anónimo said...

Que tal, soy Mikel, quería simplemente acordar que tengo una diferencia con ustedes.. vienen insistiendo mucho con mi libro.. sobre qué dije o qué no dije, y la verdad que a esta edad no puedo recordar bien de qué cuerno se trataba el libro, fue simplemente una semana en la que estaba abocado a la ginebra y al Tía María. Los invito a mi blog:

http://migueltorcida.blogspot.com

No dejen de visitarlo, en él verán que cambié presentación por información :)

21 diciembre, 2006 16:50  
Anonymous Anónimo said...

Best regards from NY! »

15 febrero, 2007 11:51  
Anonymous Anónimo said...

Looking for information and found it at this great site... »

25 abril, 2007 01:51  

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